Maritza y Maribel, los sueños que tienen por cumplir

 

Hoy, Maritza y su hija Maribel lograron, luego de muchas idas y venidas, concretar una parte de sus sueños: ahora ya cuentan con un techo propio. Gracias a las gestiones del Gobierno nacional, de una campaña mediática que logró posicionar el problema en las primeras planas de los medios escritos y en las pantallas de las grandes cadenas televisivas, todo el país logró conocer a Maritza y Maribel, dos mujeres (madre e hija) que tienen un trastorno en la pigmentación de la piel.



Fuente: ABI

Madre e hija se volvieron mediáticas cuando se conoció su historia y las dificultades que han tenido que pasar, no solamente por ser mujeres, sino también por su albinismo. Pese a todos los contratiempos y obstáculos que la vida les ha puesto en frente, Maribel aún muestra su alegría a cada paso y extiende esa ingenua positividad frente a una sociedad que solamente visibiliza este tipo de complicaciones cuando aparecen en las pantallas de la televisión.

Así como Maritza y Maribel, muchas familias que son lideradas por mujeres solas han tenido que sufrir y sufren aún las dificultades de verse sin una vivienda adecuada. Es por eso que, desde hace más de 5 años, el Estado definió como parte de su Política de Vivienda Social, priorizar a este grupo poblacional, en todo el territorio nacional. Producto de ello, desde 2006 hasta el 2019, más de 22.000 familias con mujeres como jefas de esos hogares han logrado incorporarse a programas y proyectos de vivienda social.

Estos números son significativos e históricos pues, junto con los adultos mayores y personas con discapacidad, las madres solas han logrado ser parte concreta de una política social nacional que ha comenzado a cambiar sus vidas y sus futuros.

Sin embargo, es importante también resaltar que asegurarle una vivienda adecuada a una familia (independientemente que ésta sea liderada por una mujer o no), le puede solucionar un gran problema de supervivencia, pero también le gatilla otro grupo de dificultades que deberán ser enfrentadas, en muchos casos, de manera precaria.

Éste es un tema que el Estado debe enfrentar con mucha responsabilidad, con imaginación y con audacia, tal como se ha logrado incorporar a las madres solas en políticas públicas sociales de nueva generación.

Según los datos de la Encuesta de Hogares, desarrollada el año 2018, en Bolivia viven más de 2,3 millones de madres, de las cuales el 73,4% vive en las ciudades (como es de esperarse, la mayoría en el eje central de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) y el resto en el área rural. De acuerdo a un análisis realizado por el INE sobre los datos del Censo de población y vivienda del año 2012, 18 de cada 100 mujeres se han convertido en jefas de hogar. En la misma línea de este análisis, más del 10% de las madres del país, son madres solteras.

Otro análisis presentado por el Instituto de Investigaciones Socio-Económicas, de la Universidad Católica Boliviana, identifica un 12,1% de todas las familias en el país como monoparentales simples con hijos, en las que mayoritariamente las madres son jefas de hogar. Adicionalmente, este mismo estudio establece que una buena parte de las familias monoparentales se encuentra entre los grupos de ingresos medios y bajos (21%).

Según un análisis realizado por Visión Mundial en Bolivia, el empleo a tiempo parcial es liderado hace bastante tiempo por las mujeres (especialmente las madres solas) con más de 24%, mientras que el dato de los hombres alcanza algo más del 7%, sin mencionar que, en Bolivia, las mujeres cobran 30% menos que los hombres.

Este análisis establece también que “el 43% de las mujeres que están a cargo de sus familias se encuentran desempleadas, mientras que un 17% tienen algún tipo de ocupación, pero sin contrato”.

Como habíamos identificado en las líneas iniciales de este artículo, de las más de 171.000 familias beneficiadas por programas y proyectos de vivienda social en el país desde el 2006 hasta el 2019, un poco más de 22.000 familias pertenecen a este grupo de mujeres jefas de hogar. Si bien este dato es importante, es hora que el Estado comience a pensar en la evolución de esta política pública.

Esta “evolución” de la política social de vivienda debería pensar en organizar respuestas coordinadas e integrales a la mayor cantidad posible de dificultades que este grupo de mujeres jefas de hogar debe enfrentar diariamente, en una sociedad que intenta invisibilizar un problema latente, como el de la discriminación por género (solamente por poner un ejemplo).

En ese sentido, el Gobierno nacional tiene la oportunidad de desarrollar una Política Integral de nueva generación que, a partir de asegurarle una vivienda adecuada a Maritza y Maribel, comience también a trabajar en acercarle soluciones de mediano aliento para un ingreso seguro, educación de calidad, un sistema de salud que responda ágil y eficientemente, seguridad (especialmente intrafamiliar) y, sobre todo, que genere una cantidad de oportunidades distribuidas de manera equitativa para todas y todos, especialmente para las miles de Maritzas con Maribeles que viven en nuestro país.

Lograr implementar una plataforma que comience a reflexionar una política integral para las mujeres jefas de hogar, será una señal que demuestre la gran capacidad innovadora que puede tener el Gobierno nacional. Así, Maritza y Maribel podrán pensar en un futuro realmente diferente.