¿Por qué vuelven los corruptos? La izquierda y los peligros para la democracia

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Por: Amalia Pando | 



Pedro Castillo, de la izquierda radical, ha ganado las elecciones en el Perú. ¿Será una catástrofe, como adelanta el escritor Mario Vargas Llosa?

Hace rato que Perú vive una prolongada catástrofe, acentuada por la pandemia, la crisis económica y la inestabilidad política con presidentes sucesivamente destituidos por el Congreso, otros en la cárcel y alguno que se pagó un tiro.

El punto es si Castillo es el remedio para esa catástrofe o si el remedio será peor que la enfermedad.

Lo mismo nos hubiéramos preguntado en relación a Keiko Fujimori.

Evo Morales y Pedro Castillo | Foto: Twitter

Sin embargo, el temor de Vargas Llosa y de la mitad del electorado peruano no radica en la capacidad para el manejo de la pandemia o de la economía sino en la muy posible transformación del humilde maestro rural en un despiadado dictador. De esta catástrofe está hablando Vargas Llosa.

¿ACASO NO FUE SUFICIENTE? 

Muchos se preguntan por qué el electorado en Latinoamérica   todavía no se ha escaldado con la izquierda después de una o dos décadas de gobiernos muy corruptos y/o autoritarios como los de Maduro, Ortega, Evo Morales, Rafael Correa o Lula da Silva.

¿Acaso nadie oyó el estruendoso cataclismo social   en Venezuela; del hambre y la represión durante 62 años de revolución en Cuba; ¿y, de las montañas de muertos en Nicaragua que solo sirvieron para cambiar de dictador, de Somoza por Ortega? ¿Acaso no es suficiente? Al parecer, no.

¿POR QUÉ GANA LA IZQUIERDA? 

Porque la derecha es un bodrio. Sin embargo, la izquierda socialista, con raíces marxistas, tardó muchas décadas del siglo XX para ganar una elección.

El primer triunfo fue el de Salvador Allende en Chile, en 1970 que terminó en el cruento golpe de Pinochet. Después, en 1984, Daniel Ortega en Nicaragua, ganó su primera elección tras la Revolución Sandinista. Y en 1999, Hugo Chávez en Venezuela, llegó al gobierno con una contundente victoria electoral, tras haber fracasado por la vía del golpe de Estado militar.

Maduro, Ortega y Morales | Foto: Infobae

De tal modo que en el Siglo XX el triunfo electoral de la izquierda fue la excepción. La derecha gobernó la región, salvo Cuba, con todas las variantes posibles, liberales, conservadores, nacionalistas y con largas dictaduras civiles y militares.

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI

Con Chávez y Ortega aposentados en sus respectivos gobiernos, Fidel Castro, jefazo de la revolución cubana desde 1959, sacó la conclusión que ya no eran necesarias sacrificadas y sangrientas revoluciones. Era cuestión de ganar unas pinches elecciones. ¿Cómo es que no lo pensaron antes?

Fue una ola refrescante que llegó con la izquierda después de 20 años de democracias neoliberal, con enormes sacrificios, ajustes y privatizaciones.

VOTAR SIN CORRER RIESGOS 

Qué sano sería poder votar por la izquierda, sin ningún peligro para la democracia, como ocurrió en Uruguay y Chile.

El Frente Amplio uruguayo desde el 2004 gobernó 15 años seguidos, pero con la alternancia entre Tabaré Vázquez y Pepe Mujica, hasta que otra vez ganó la derecha con Luis Lacalle Pou, sin que nadie hubiese hablado de fraude ni rasgado las vestiduras, y, seguramente, después volverá la izquierda, como tiene que ser en un Estado democrático.

Pepe Mujica y Tabaré Vázquez | Foto: Milenio

En Chile, Michelle Bachelet, de izquierda y el derechista Sebastián Piñera, han gobernado a su turno los últimos 20 años respetando las normas e instituciones democráticas.

Michelle Bachelet, de izquierda y el derechista Sebastián Piñera | Foto: Wikipedia

Sin embargo, últimamente la mayoría del electorado se ha cansado de ambos y, tras la explosión social de octubre de 2019, busca una alternativa radical. Ha surgido una izquierda joven e independiente, menos desteñida, que recuerda el nacimiento de PODEMOS en España.

Muchos temen que también ellos tengan la intención de destruir la democracia desde adentro. Se verá en el debate sobre la nueva Constitución, a ver si alguno presenta la moción sobre el “derecho humano” a la reelección indefinida.

LOS QUE REGRESAN

En Brasil, lo más probable es que Lula da Silva, gane las próximas elecciones. Él y su partido, el PT, son responsables de la corrupción continental más grande de la historia, y sin embargo volverán. Y es comprensible porque al frente tienen al ultra derechista Jair Bolsonaro, que simplemente es impresentable y que ha hecho el peor gobierno de la región, especialmente en lo que hace al manejo de la pandemia del Coronavirus. La carencia de un tercer liderazgo que levante el espíritu de los brasileros, empuja el péndulo hacia Lula.

El regreso de Lula | Foto: DW

Vuelven porque no hay otra, porque las demás opciones, aunque democráticas, están representadas por lideres desgatados y ajenos a lo popular.

Ecuador se libró por un pelo del retorno del correismo representado por un mejor y joven candidato que el banquero Lasso, que al final ganó, casi de milagro.

LOS POBRES

La región está poblada por pobres que quieren resolver su día a día, con o sin democracia. ¿Quién puede ganar una elección defendiendo a los ricos?

La idea de que la izquierda representa a los pobres mientras la derecha pertenece a los ricos está generalizada.

Si Venezuela solo empeora, ¿por qué Nicolás Maduro seguirá gobernando? | Foto: NY Times

Sin embargo, esta izquierda, la del Siglo XXI, ama tanto a los pobres que los ha multiplicado por millones en Venezuela y se ha vinculado todo tipo de atrocidades, desde el narcotráfico hasta la tortura y los asesinatos.

En la ONU, gobiernos como el de Bolivia, votan a favor de los golpistas en Myanmar y la violación de los derechos humanos en Nicaragua. Y sin embargo, todavía pueden ganar elecciones ya no por sus propias virtudes pero por los defectos de sus opositores.

Esa es la pena, que las opciones democráticas son más pobres en su discurso que el propio electorado. Sin carisma, sin propuestas inspiradoras, participativas, creíbles, que den en la tecla de la sensibilidad popular, que tengan voz y apariencia popular.

A esta falta de nuevos liderazgos, se suman las experiencias pasadas con la derecha, de paquetazos anti populares   y también de corrupción, como ocurrió en el corto gobierno transitorio de Jeanine Añez.

MIENTEN PARA GANAR 

La izquierda del Siglo XXI miente que da calambre. Pero la gente les cree como se cree en los ilusionistas. Niegan con fuerza que quieran acabar con la democracia, pero cuando llegan al gobierno hacen todo para convertirse en caudillos vitalicios.

Y después ¿quién puede deshacerse de ellos? Bolivia en 2019 fue la excepción. Una revolución democrática contra el fraude los hizo escapar. Pero la derecha inepta los hizo volver.

LA MURALLA INSTITUCIONAL 

Sin embargo, no siempre pueden seguir el guion del Foro de Sao Paulo. Por ejemplo, a López Obrador en México, a pesar de su fuerza política, le será muy difícil casi imposible cambiar una tradición centenaria y constitucional que impide la reelección. Sin embargo, en ese país la corrupción ha diezmado las instituciones y eso corre a favor de López Obrador.

López Obrador | Foto: France24

La clave parece estar en eso, en la fortaleza de las instituciones.

En Chile, donde hay instituciones democráticas inamovibles, es impensable que el Partido Comunista o los jóvenes independientes que salieron de las barricadas puedan doblegar a su favor, por ejemplo, al Poder Judicial. Como se sabe, sin el sometimiento de los magistrados, no hay posibilidad de una tiranía. Ya vivieron 17 años bajo la bota de Pinochet y nadie está dispuesto ni en chiste a repetir esa penosa experiencia.

200 AÑOS CON LA DERECHA 

En Perú y Colombia nunca gobernó la izquierda. Son 200 años republicanos con la derecha. Bien les hará probar con la izquierda, esperando que les vaya mejor mientras el campo democrático renueva sus agotados liderazgos. Con los Fujimori y los Uribe la democracia no va a ningún lado.

¿Se viene la catástrofe? Lo único seguro es que en Perú se viene un mal gobierno, sin mayoría en el Congreso, con la mitad del país en contra y con los cuatro jinetes del apocalipsis a galope. Los muertos por Covid-19 podrían enterrar al nuevo gobierno antes de llegar a media gestión.

AHORA O NUNCA

En Colombia, como nunca antes, la izquierda con Gustavo Petro tiene su mejor oportunidad de ganar las próximas elecciones, catapultada por un Paro Nacional que está próximo a cumplir dos meses.

De ahí a implantar un régimen como el de su vecino Maduro hay mucho techo. Ya no estamos a principios del 2000, en la efervescencia del Socialismo del Siglo XXI, que tuvo carismáticos caudillos y bonanza económica.

Pero claro, la gente busca en su desesperanza a la izquierda esperando no recibir sobre sus espaldas el fardo de la crisis, que se ha hecho aún más pesado   por la pandemia. Y en ese contexto se hace muy difícil defender la democracia con Keiko, Macri, Piñera o Bolsonaro.

Joe Biden | Foto: BBC

Siempre se puede caer en el abismo cuando no hay instituciones que lo impidan, como en Bolivia, ni líderes inspiradores como Joe Biden en EEUU, que pueden contrarrestar al populismo defendiendo al mismo tiempo la salud, la economía popular y la democracia.

Fuente: Cabildeo Digital