Proceso de cambio: Desde la lucha de clases y la guerra de guerrillas, al populismo y  la ideología de género

El sueño comunista siempre es mejor que la realidad capitalista”. Pukymon.

El comportamiento humano es muy peculiar; la gente acepta y agradece con mayor agrado y satisfacción aquello que se le promete, pero lo hace menos por aquello que efectivamente se le otorga.



Bajo esta particular lógica, el pueblo es crítico con los liberales y condescendiente y permisivo con los populistas a quienes no juzga por los resultados de su gestión, que son realmente desastrosos, sino en base a sus múltiples promesas y propósitos presumiblemente nobles.

Por lo que se ve, las bases populistas asumen que lo importante son las promesas y cuando estas fallan, que siempre lo hacen, echan la culpa de sus fracasos al imperialismo, al capitalismo y en Bolivia a Jeanine, etc. y nunca al gobierno populista. Asimismo, los populistas por principio y estrategia nunca asumen sus responsabilidades y siempre inculpan de sus fracasos a terceros.

Desde siempre el manejo de la mente y la voluntad de las personas estuvo sometido a la manipulación, especialmente la de un político demagogo que con gran capacidad y habilidad gana su apoyo y les genera dependencia, ofreciéndoles todo tipo de prebendas, dándoles fe, esperanza y especialmente un enemigo a quien culpar y odiar.

El arma más poderosa del populismo es el doble discurso y las múltiples fantasías que venden permanentemente al pueblo. Dirigen su atención,  mayormente a gente de baja autoestima y bajos ingresos, la que ha sido humillada y con la cual generan una vinculación emotiva permanente. Ante ellos aparecen como los líderes poderosos, tribales y sindicales; un salvador ante el cual se postran como súbditos sumisos y temerosos, pero esperanzados.

En la lucha por controlar el poder y durante el último siglo, pasamos de la lucha de clases de los obreros y los pobres contra los ricos, la sublevación contra el imperio, la guerra de guerrillas castrista y actualmente el populismo electorero, como mecanismo demagógico para la captura del poder y el aparato del Estado.

Con el populismo hay un cambio de estrategia, sus operadores pasan de utilizar la violencia física para apostar por el control cultural del pueblo y el uso del liderazgo carismático. El objetivo sigue siendo el mismo, lograr el manejo absoluto del poder y el usufructo del Estado.

Con el control cultural se busca capturar, modificar y utilizar el alma de los individuos, engatusándolos ahora con la “corrección política”. La corrección política traslada la lucha de clases tipo comunista, a la confrontación grupal de las identidades y con esto se evidencia que la corrección política es una tercera ola del virus marxista.
La estrategia de la corrección política se fundamenta y utiliza lo que Fukuyama denominó “las identidades” y que en realidad solo es otra manera de enfrentar dentro de la misma sociedad, a los unos contra los otros: las mujeres contra los hombres, los inmigrantes contra los nacionales, los negros contra los blancos. A esto se añade un otro mecanismo construido a partir de un artificio lingüístico, el del género y que es utilizado para continuar dividiendo a la sociedad: los homosexuales contra los heterosexuales, los “trans” contra los “cis” y 164 géneros más. El objetivo es la división y la confrontación.

Es un dato que en general la población se niega a escuchar las voces de las personas sensatas, que no son pocas, pero estas voces carecen de la meliflua seducción de la mentira populista, aquella que impulsa la ambición de las personas por la riqueza fácil y de conseguir la revancha acumulada de sus odios y rencores.

Para progresar, entiendo que pese a nuestra propensión a las ilusiones deberíamos apostar a la racionalidad, educarnos, invertir en nuestro cerebro y aprender a pensar, para así decidir nuestra vida y construir nuestro futuro. De esta manera seria posible superar el populismo privilegiando la responsabilidad ciudadana, aplicando la meritocracia, el combate a corrupción, el trabajo creativo y la reducción de la pobreza. Esto implica decisión y educación, lo que no será posible si dejamos nuestra educación, nuestra formación en manos de las estructuras populistas que lo que hacen es adoctrinarnos y adocenarnos.