Elogio de la mentira

Ningún Gobierno ha sido más mentiroso que el del Movimiento al Socialismo (MAS), desde que tengo memoria. Por eso mismo causaba estupor cuando Evo Morales deploraba en sus discursos que alguien mintiera y afirmaba que “ama llulla” (no mentirás) era uno de los principios ancestrales de las culturas indígenas andinas y que como los otros dos (no seas ladrón y no seas ocioso) serían los pilares sobre los que surgiría el nuevo Estado Plurinacional.

No obstante, la mentira, el embuste, la falacia y el engaño, han sido las formas que Evo Morales y los masistas han impuesto en su política, y el país ha caído víctima de ese infundio. Los indígenas, campesinos, la nueva clase media, procedente de las áreas rurales, sin educación ni cultura, cayeron rendidos, absolutamente crédulos, ante el discurso de Morales y García Linera. El mal ejemplo se hizo general y llegó a capturar la justicia. De la mentira a la intriga y al acoso no hubo ninguna brecha insalvable y hoy los ciudadanos vivimos temerosos de ser acusados, sin pruebas, de toda clase de patrañas. El “fiscalato” se ha convertido en el máximo poder del Estado y cuando un individuo crítico del masismo es citado a declarar por alguna acusación, más le vale llevar su cepillo de dientes y su jabón, porque es muy probable que la maquinación mentirosa haga que le caiga encima la detención preventiva, que puede prolongarse por años.



Las mentiras del régimen masista durante tres lustros, han sido incontables. No podrían entrar en una nota periodística ni en un periódico entero. Solo con haber apresado a la expresidente Jeanine Añez y a sus ministros y colaboradores como el exviceministro Carlos Shlink, en base a falsos testimonios, es suficiente. Aparecer después de un largo año con el cuento de que en Bolivia hubo un golpe de Estado que derribó a Morales y no un fraude escandaloso del propio Morales, causa pasmo.

Pero que las mentiras del actual gobierno boliviano se exporten y causen inquietud y malestar en países vecinos es algo intolerable. Las acusaciones a la administración de Mauricio Macri, se basan en embustes y presunciones. Surge en los archivos de la misión argentina en La Paz, una dudosa carta de un general boliviano agradeciendo al embajador platense de entonces, por la ayuda, en calidad de préstamo, de material antidisturbios. Mas en la componenda entre los actuales gobernantes bolivianos y argentinos (enemigos de Macri) acusan al unísono de un gran contrabando de armas de guerra. En vez de una cantidad de balines antimotines que pudo haberse solicitado en calidad de préstamo al país vecino, lo que es frecuente, se dice que se trataba de miles de proyectiles de uso militar y de armamento letal, que se habrían utilizado en las “masacres” de Sacaba y Senkata. Ese es un embuste y una intriga muy peligrosa. Una mentira más a que nos tienen acostumbrados los masistas.

En el caso presente, parece haberse llegado a un acuerdo sórdido: ustedes joden Añez con el contrabando de armas y nosotros a Macri. Hasta se ha especulado con pedir la extradición de Macri a Bolivia. Esto es, realmente, una verdadera chacota, producto de mentiras grotescas. Por supuesto que el expresidente argentino no se le moverá un nervio de la cara con la ridícula amenaza de extradición, pero el propósito es promover el escándalo aquí como en Buenos Aires. Y es así como se han llenado páginas enteras y noticieros de tele afectos al alboroto con esta maquinación aviesa, pero ridícula. Para que no falte nada, por supuesto que el ministro de Gobierno está acusando a los EE.UU. de haber urdido el presunto golpe, en un “plan continental”, desde mediados del 2019. Y ya quieren meter en el baile hasta la Unión Europea y Brasil. ¿Pero qué telenovela es esta?

Los actuales gobernantes en Bolivia, los parlamentarios y sobre todo los fiscales y jueces, deberían ser conscientes de que en este país el poder es efímero. Que cambia como cambió en noviembre del 2019 cuando cundió el pánico entre los incondicionales de Morales. En algún momento, no sabemos el exactamente cuándo, se dará vuelta la tortilla y esta vez el “fiscalato”, obediente y cómplice al poder masista, pasará a ser acusado por sus perversiones, sus miembros irán a purgar sus penas alegando inocencia, y se borrarán de la Carta Magna las tramposas elecciones judiciales que han aniquilado la normativa jurídica nacional.