Supo que le ganaría al Covid-19 cuando se encontraba en coma

Marcelo fue el único paciente con Covid que salió vivo (hasta enero) de terapia intensiva de la Clínica Villa Dolores. Su vida dio un giro total.

 



Fuente: paginasiete.bo

Alcides Flores M.   / La Paz

El arquitecto de 36 años Marcelo Mauricio Zapana Tarqui es un sobreviviente de la Covid-19, que libró una batalla paralela a la de los médicos y de su familia. Su guerra fue en un mundo invisible, donde vio fluir energías omnipotentes y también solidarias. Fue en ese mundo que él negoció su recuperación a cambio de hacer varias cosas que ahora está empeñado en cumplir. La vida para él ya no es la misma.

Está casado con una cruceña desde hace tres años, quien también se enfermó de covid mientras Marcelo estaba en coma. Cuando  Zapana despertó y apenas tuvo su teléfono en mano, fue a ella a quien llamó primero. No pararon de llorar. Ella estaba también enferma y mal. Y él se acababa de enterar.

Marcelo cree que contrajo el coronavirus en Santa Cruz. Él y su esposa llegaron a La Paz el 31 de diciembre para pasar Año Nuevo con la familia de él. La noche del 31 tomaron un poco de vino y él quiso fumar, algo que hace raras veces. “El 31 de diciembre llegamos a La Paz y comencé a sentir los síntomas de un resfrío. Mi mamá  se sentía un poco mal y a mí esa noche me comenzó a picar la garganta. Fui a la farmacia y compré todo lo que suelo comprar cuando me resfrío. Siempre me ocurre con el cambio de clima. Casi en cada  venida de Santa Cruz me resfrío. Entonces, pensé que  esas molestias eran eso”, recuerda.

“Tomé una copa de vino y fumé. Era como si estuviera fumando la primera vez y empecé a toser fuerte. Volví a meter el cigarro en la boca y otra vez me atacó una tos fuerte. Tuve que botar el cigarro”, afirma.

Estos síntomas serían el comienzo de un viaje tenebroso que cambiaría su vida para siempre. Nada es lo mismo para él. Considera que ha vuelto a nacer. Sus prioridades ahora son otras. El trabajo es importante, pero ya no lo es todo, como antes.

¿Cuándo comenzó  a sentir que su salud se complicaba?

Al día siguiente de compartir ese vino con la familia, me levanté con las amígdalas inflamadas y nuevamente lo atribuí a un resfrío. Me pidieron hacerme inyectar. Fuimos al centro médico y en el momento del análisis la doctora no me quiso inyectar para el resfrío. Me pidió hacerme una prueba de covid porque mi corazón estaba acelerado.

Nunca se me pasó por la mente que fuera covid porque me he cuidado muy bien en Santa Cruz. La primera prueba rápida salió negativo. Entonces, me inyectaron para el resfrío y al mediodía ya estaba bien. El lunes nos fuimos a Copacabana (ida y vuelta), el martes teníamos que hacer unos trámites para regresar a Santa Cruz el miércoles.

Mi mamá me ve y me dice: “Estás mal, te tienes que quedar, te sanas y te vas el fin de semana”. Me quedé y el martes la tos aumentó. Compré jarabe. El miércoles la tos era diferente.

¿Tenía covid?

No, pensé que era un resfrío. Pero mi mamá se puso mal y nos fuimos al médico. Le hicieron la prueba y dio positivo. Entonces me hacen otra prueba y salgo negativo. A mi mamá la aislamos y al día siguiente la llevo el desayuno y me agito. Pese a eso le dije a mi mami yo voy a cocinar. Fui a mi cuarto y me dormí. Desperté al mediodía. Mi mamá se había levantado a cocinar. Ella me ve y me dice: “tú tienes covid”. Yo le dije “no”. Pero mi saturación comenzó a bajar. Estaba entre 85 y 90. Luego bajó hasta 84 y 83. Después comencé a bajar a menos de 80. Intuía que lo tenía porque me agitaba mucho. Inmediatamente la doctora me pidió comprar el kit de medicamentos.

Cayó  rápido.

Fue rápido todo. Me colocaron inyecciones. Mejoraba por unas horas pero nuevamente volvían los malestares. Y ya no podía respirar. Entonces me pusieron oxígeno en casa. Pero llegó un momento en que ya ni con oxígeno podía respirar. Entonces inmediatamente mi hermano y  mi padre se movilizaron para conseguir un espacio en la clínica.

A mi  papá y mi hermano el médico les dijo que el 75% de mis pulmones estaban dañados y que tenía que ingresar a terapia intensiva. “Que sea lo que Dios diga”, les dije. Estaba tranquilo. Yo confío mucho en Dios.

Y ahí comenzó su viaje

Me ingresaron a la sala en una camilla. Vi unas seis personas que estaban con máscaras. No las reconocía. Una doctora me hizo dormir. Dije: “Dios, que sea tu decisión”. Fue lo último que dije, y me metieron el catéter en el lado derecho del cuello (las marcas aún son visibles). Me durmieron. Me entubaron y me pusieron ventilador. Eso fue el lunes. En ese momento, todo se borró. Sin embargo, comenzó mi viaje. Llegó un momento en que decía: “Señor, no me quiero ir (llora). Y en lo único que pensaba era en mi esposa. Me decía que tengo muchas cosas que hacer y que ella no va poder sola. Rogaba por mis papás.

Después  de salir del coma, en enero

¿Todo esto que cuenta es después de estar en coma?

Sí, ya estaba en coma. Y, de la nada, empiezo a ver a personas como si yo hubiera muerto ya. Vi llorando a mis papás, a mis amigos y familiares. Y le dije a Dios. “No me puedo ir por favor”. Miraba a todos de negro.

Luego vino una segunda escena. Ahí, todo era blanco. En ese momento vi al león con el que había soñado antes de ir a terapia intensiva. Ese león en mi primer sueño era yo. Sólo se le veía la espalda. Entonces, en esta segunda escena vuelve a aparecer este león. Inmediatamente dije: “Ese soy yo”. Y lo vi entrar en un cañadón donde había muchas hienas. Era una cama de hienas. Yo, como león, no peleaba, solo corría y corría. Las hienas me agarraban de mí cabello, de mi espalda pero yo seguía corriendo. A veces desaparecía y no me veía, pero de repente llegué al final del cañadón. Llegué a una cima donde todo era blanco. Como el león, me senté. Sólo me veía de espaldas.

En la tercera escena estaba recostado y bajo una típica luz blanca y todo el resto oscuro. Volví a pedirle al Señor que no me quiero ir. Empecé a prometer muchas cosas y le pedía que me ayude. En ese momento empezaron a aparecer todos mis familiares muertos y rodearon mi cama. Derrepente, a mi derecha, aparece mi hermanita, que murió hace 20 años, cuando tenía siete días de nacida. Siempre la he querido desde que ha estado en la barriga de mi mamá. No le podía ver la cara, sólo la espalda blanca y el cabello largo. Y a mi lado izquierdo veo a mi hijita, que murió a las tres semanas de nacida. Ella me tomó mi mano izquierda.

¿Las dos le agarraban?

No me soltaban, mientras yo decía que no me quiero ir. En ese momento escucho una voz que me pregunta: “¿por qué quieres volver?”. Y le hablo a esa voz de todos mis proyectos y comienzo a prometerle muchas cosas. Y me dice: “cumple todo lo que dices”. Y desperté. Cuando abrí los ojos, estaba amarrado de las manos. Era el domingo a las cuatro de la mañana. Todo esto que cuento pasó en la semana que estuve en coma.

Cuando desperté, las enfermeras se sorprendieron. “Ha despertado, ha despertado”, “avísenle al doctor”, comenzó a gritar una de ellas. Me puse a llorar de felicidad y comencé a rememorar todo lo que había soñado. Cada detalle y  lloraba.

Con su familia,  después de recuperarse

¿Qué es lo primero que quisiste hacer después de despertar?

Lo único que quería era hablar con mi esposa y  mi mamá. Después de despertar vi morir a cuatro de mi sala.  A mi lado estaba un amigo que sufría mucho. Y había sido  mi amigo de la fraternidad. Murió el jueves.

 La vida ya no es la misma

Yo gasté alrededor de 25.000 dólares solo en mí. Mis papás, los dos, gastaron como 20.000 dólares. No le recrimino a Dios. Sé que es por algo.  Pero ahora veo que lo material no lo es todo. Ahora veo que meterse mucho en el trabajo no es bueno. Ahora asumo la vida de manera diferente. Quiero estar más tiempo con mi esposa, con mi familia, con mis amigos. Ahora soy más agradecido.

Hoja de vida

  • Nacimiento  Marcelo Mauricio Zapana Tarqui nació en La Paz hace 36 años y tiene un hermano.
  • Carrera  Estudió música en el Conservatorio Nacional de Música (piano). En la universidad estudió la carrera de arquitectura, profesión que ahora ejerce en La Paz y también en Santa Cruz.

Fuente: paginasiete.bo