La Nobel de la Paz Maria Ressa a RFI: «Las mentiras matan»

La periodista de investigación filipina Maria Ressa, galardonada este viernes con el premio Nobel de la paz -junto al también periodista ruso Dmitri Muratov

La flamante Nobel de la paz Maria Ressa se ha convertido en un símbolo de la libertad de expresión en regímenes de mano dura, como el del presidente filipino Rodrigo Duterte. TED ALJIBE AFP/File

 

 



Fuente: www.rfi.fr

«Cállate o serás la siguiente». La periodista de investigación filipina Maria Ressa, galardonada este viernes con el premio Nobel de la paz -junto al también periodista ruso Dmitri Muratov- habló con Radio Francia Internacional en 2020 y narró el gran número de amenazas que viene sorteando en Filipinas en el ejercicio de su profesión.

Maria Ressa -y Muratov- fueron galardonados «por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, que es una condición previa para la democracia y la paz duradera», según lo dicho este viernes la presidenta del comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, en Oslo. Es una justificación que coincide con la expresada ya en 2020 por el jurado de la Unesco, cuando le otorgó el premio de la libertad de prensa a la periodista filipina: «Su caso es emblemático de las tendencias mundiales que suponen una amenaza real para la libertad de prensa y, por tanto, para la democracia». Aquel premio empujó hacia la luz internacional la tenacidad de Maria Ressa.

«Acosada en las redes sociales, perseguida judicialmente y condenada por ‘ciberdifamación’, la directora del sitio web de noticias Rappler denuncia los intentos de amordazar a la prensa en todo el mundo», escribía en 2020 Heike Schmidt, de RFI, tras conversar con ella.

RFI: ¿Cuáles son las amenazas a la libertad de prensa hoy en día?

Maria Ressa: El mayor problema hoy en día es que se cuestionan hechos irrefutables. Este es un fenómeno nuevo. Los periodistas han perdido su poder de filtrar y verificar la información. Las nuevas tecnologías han «secuestrado» esa responsabilidad. Si no cuentas con hechos, no tienes la verdad. Sin la verdad, no hay confianza. Y sin esa confianza, la batalla por la verdad es imposible, especialmente en tiempos de desafíos existenciales como el cambio climático y la pandemia de coronavirus.

Las plataformas que pretenden informarnos nos entregan mentiras, acompañadas de ira y odio. Vemos en las redes sociales ejércitos cibernéticos pagados por gobernantes autoritarios que atacan la democracia. Esta es una tendencia en muchos países que debe ser combatida. Nunca ha sido más peligroso ser periodista, y menos aún ser mujer periodista. Pero al mismo tiempo, los retos son enormes y la misión de los periodistas nunca ha sido más importante para preservar la democracia. Es hora de que trabajemos juntos y resistamos.

RFI: ¿Ha exacerbado la pandemia la tentación de los dirigentes de amordazar a la prensa independiente?

MR: Debemos asegurarnos de que el virus no infecte la democracia. Lo hemos visto en Filipinas, donde el gobierno aprovechó la pandemia, los sucesivos cierres y un billón de pesos en préstamos de los bancos para consolidar su poder. Todavía estamos pagando las consecuencias. Nuestro presidente Rodrigo Duterte, al igual que Jair Bolsonaro en Brasil, ha nombrado a antiguos generales del ejército para gestionar la respuesta a esta crisis sanitaria. Esto es un desastre que se suma al desastre de la pandemia. El coste de esto es extremadamente alto. Porque en estos tiempos del coronavirus, las mentiras matan. La incompetencia mata. Espero que después de esta crisis sanitaria surja una gobernanza más basada en la ciencia.

RFI: ¿Cómo sigue presionando el gobierno filipino?

MR: Esto ya lleva cinco años. Los ataques a mi sitio web Rappler y a mí persona comenzaron en 2016. Soy periodista desde hace 35 años. Los ataques empezaron con mentiras sobre nosotros. Seamos claros, si haces circular las mismas mentiras miles de veces en las redes sociales, se convierten en hechos.

A partir de 2017, el propio presidente Rodrigo Duterte tomó cartas en el asunto. En 2018 fueron iniciadas contra nosotros nada menos que 11 investigaciones. En 2019, fui detenida dos veces en seis semanas. En 2020, fui condenada por ciberdifamación por un artículo que publicamos 8 años antes, cuando la ley que supuestamente estábamos violando no existía. Desde entonces, he sido acusado varias veces en otros casos. El pasado mes de enero, recibí mi décima notificación de arresto.

Ahora, ¿me estás preguntando si la presión continúa? Sí, absolutamente. Sin embargo, ¿continuaremos nuestra lucha? Sí. Porque, ya sabes, no voy a renunciar voluntariamente a mis derechos. Veo con mis propios ojos a diario la erosión de nuestras libertades y los intentos de socavar la Constitución. Somos testigos de ello y les pediremos cuentas.

 

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