Manuela Picq: «Lo que muestra la fuerza de Evo es que Arce sigue siendo títere»

La también esposa de Yaku Pérez es una académica franco-brasileña que, en esta entrevista en su reciente visita a La Paz, analiza el rumbo de la izquierda latinoamericana y el surgimiento de terceras vías.

 



Mery Vaca / Página Siete

Manuela Picq es una activista, académica y periodista franco-brasileña radicada en Ecuador que, junto al excandidato presidencial de aquel país, Yaku Pérez, trabaja en un movimiento denominado Somos agua, que se define como “ecofeminista”.

Manuela Picq tiene un PHD en relaciones internacionales, fue corresponsal de la cadena árabe Al Jazeera en Ecuador, se desempeña como académica universitaria y trabaja con los movimientos feministas que apuntalan el proyecto de Yaku Pérez, un indígena que estuvo a punto de llegar a la segunda vuelta electoral en febrero del año pasado.

Picq se casó en 2013 con Yaku Pérez en una ceremonia ancestral y, en 2015, cuando participaba en una manifestación junto a su compañero, fue detenida y tuvo que abandonar el país por orden del gobierno de Rafael Correa. De Bolivia dice que también fue expulsada en 2016, cuando junto a Pérez llegó al país portando pasaportes kichwas.

Esas turbulencias pasaron y ahora Picq está establecida nuevamente en Ecuador y trabajando en el proyecto político de Somos agua, que fue fundado luego de que Pérez rompiera con el partido Pachakuti, por el que candidateó en 2019.

Picq estuvo esta semana en La Paz, porque la académica Silvia Rivera está traduciendo su libro “Soberanías vernáculas”, sobre la importancia de las mujeres indígenas en la política internacional. Y aprovechó la ocasión para dar una entrevista a Página Siete y para hacer contactos porque, junto a Pérez, busca crear una red latinoamericana de defensores del agua.

¿Cómo ve la realidad latinoamericana, donde todavía persiste la izquierda y el populismo engendrado por Hugo Chávez, que luce vigoroso y parece que no va a ser derrotado?

Es una izquierda que trajo muchas cosas, porque no hubo tantos gobiernos de izquierda durante tanto tiempo en América Latina, y a la vez destruyó los sueños de la izquierda, porque fue una izquierda autoritaria, corrupta, extractivista, machista. Entonces el legado es de doble filo, pero tal vez más negativo que positivo, es un legado difícil, porque no sólo deja autoritarismos institucionalizados, sino que rompe sueños y se queda un vacío de para donde avanzar a nivel político, electoral e institucional. Lo interesante es ver dónde están apareciendo terceras vías, otras maneras de hacer política, y hacer gobierno.

¿Estas terceras vías tropiezan con estos proyectos autoritarios?

El mayor enemigo para estas terceras vías no es la derecha, es la izquierda del MAS, del correísmo. Estas izquierdas que son tan autoritarias tienen mucho más miedo de una tercera vía desde la izquierda, de defensores de la naturaleza, feministas, colectivos LGTB que de la derecha, porque al final estas supuestas izquierdas han gobernado con la derecha, con los sectores extractivistas, con los sectores latifundistas, con el agronegocio y han logrado quedarse en el gobierno porque han beneficiado a esos sectores.

¿Cuáles son las diferencias de esta nueva izquierda y por qué la gente debería creer en estas terceras vías?

Yo diría que no es una nueva izquierda. El binarismo de derecha e izquierda es un legado de la revolución francesa, que tenemos que superar porque son categorías eurocéntricas, que no funcionan para América Latina, donde tenemos un problema de tierras y territorio y un problema, desde Potosí, de apropiación de los recursos naturales y de exportación de la naturaleza a los mercados globales. Sea la derecha que lo haga o sea la izquierda que lo haga, da igual. En las nuevas alternativas que van a emerger más allá del binarismo derecha izquierda, sus integrantes están preocupados por la crisis climática, por el extractivismo de cuerpos y territorios, por el agua y quieren hacer una política mucho más pragmática de autonomía y de soberanía de los cuerpos. No es patriarcal, ni militarista ni extractivista. En Ecuador hemos vivido el ejemplo con Yaku Perez, quien fue el candidato por el partido indígena Pachakuti, pero lo dejó porque Pachakuti se alió con la derecha y con la izquierda y ahora está lanzando un nuevo movimiento ecofeminista que se llama Somos agua. Tenemos otros ejemplos así en otras partes del mundo. Este 2021, en febrero, Yaku Pérez obtuvo el 27% de los votos en el Parlamento, un voto antiextractivista, por el agua, joven, ecofeminista. Después en abril, en Groenlandia, un partido indígena antiextractivista ganó contra otro partido de izquierda pro extractivismo y en Chile en junio también tuvimos un defensor del agua que ganó a la gobernación de Valparaíso, que es una provincia reextractivista. Hay una tendencia internacional para estos defensores del agua que no son de izquierda ni de derecha, porque saben que los dos les llevan a robar los ríos, a robar los territorios.

¿Se podría decir que ustedes son más radicales que los gobiernos del socialismo del siglo XXI? Y eso mismo, ¿no asusta al electorado? ¿No aleja posiciones en vez de acercarlas?

Creo que los partidos de la izquierda del siglo XXI no tienen nada de radical. Se pintaron de radicales, pero la única cosa que tuvieron de radical fue su autoritarismo, de radical no tuvieron nada. El caso del Tipnis en Bolivia es icónico, pero no es el único, de estos gobiernos que vienen argumentando con los derechos de los pueblos indígenas, pero al final venden los territorios descaradamente, mandan a la Policía y a los militares a reprimir a los pueblos indígenas, pasó lo mismo en Ecuador, en Venezuela. Yo creo que lo que asusta en estos movimientos de defensores del agua es la autonomía, porque son grupos que vienen haciendo la defensa del territorio desde hace medio siglo. Lo interesante es que están proponiendo un modelo de Estado, de nación, completamente distinto, en el cual por ser Estado no se puede vender territorios, vender cuerpos ni vender ríos. Hay nociones como los derechos de la naturaleza, el agua como ser vivo, que tiene derechos igual que los seres humanos y ese es un cambio radical en el nivel epistemológico. Los seres humanos no están arriba de la naturaleza y tenemos que repensar la política con seres inanimados, como las montañas y los ríos.

Otro momento de la conversación con este medio. Foto: Carlos Sánchez / Página Siete

Excepto por el tema del feminismo, diría que escucharla a usted es como escuchar a Evo Morales el 2005. En Bolivia ya conocemos esta película. Se ha manejado el mismo discurso, pero se ha ido a otro objetivo.

Yo no sé qué dijo exactamente  Evo Morales en sus promesas, no sé cómo está en Bolivia la situación, pero hay 14 países en los cuales se implementaron los derechos de la naturaleza y no es sólo bla bla. En Ecuador, desde 2018 hay siete casos de implementación, con bosques o ríos, que han sido salvados porque los jueces han implementado los derechos de la naturaleza, no es sólo narrativa, es una realidad. El movimiento Somos agua, que llevamos nosotros, el 2018 logró que se cierre una mina de oro con una corporación china privada, que ya estaba abierta y en la que se invirtieron 80 millones de dólares. Es muy lenta la lucha jurídica, pero se están logrando cosas. A nivel feminista, estuvimos aliados con movimientos feministas y estamos felices con el resultado. Si bien Yaku no ganó la elección, su campaña fue abiertamente pro aborto, autonomía, libre determinación de las mujeres sobre sus cuerpos, igual que de los pueblos sobre los territorios. En la segunda vuelta, los dos candidatos, la derecha y la izquierda, querían robar sus votos, reprodujeron su narrativa discursiva, los dos se pusieron pro aborto. En ese contexto, la corte constitucional reactiva esta votación de la despenalización del aborto en caso de violación porque ve que hay apoyo político implícito y pasan la despenalización del aborto en casos de violación. Gracias a esta campaña feminista que es una campaña de consentimiento, cuerpos, territorio, agua, se despenaliza el aborto en Ecuador, es un logro gigante. Yo sé que muchas de las izquierdas autoritarias del siglo XXI han tenido esta narrativa y no la han implementado y esa es la gran diferencia de tener defensores de la naturaleza con izquierdas autoritarias. Evo Morales, Correa, Chávez, nunca fueron defensores de la naturaleza. Creo que lo interesante de estas terceras vías es que no son políticos individuales, son colectivos que están entrando a la política, yo sí creo que esa es una victoria del feminismo, porque el feminismo no es una persona, son colectivos.

El no extractivismo puede ser genial para un discurso de campaña, pero, una vez llegando al gobierno, ¿creen que una economía latinoamericana sea sostenible sin extractivismo?

Es un reto. Para mí uno de los crímenes de la izquierda en América Latina es que han reprimarizado las economías, en vez de aumentar la industria, han aumentado la venta de materias primas como petróleo y minería. El extractivismo cuesta muchísimo, el costo en salud, la contaminación del agua, la contaminación de los cuerpos, los derechos reproductivos de las mujeres, las mujeres en la Amazonía ecuatoriana que trabajan en territorios contaminados de petróleo tienen hijos que salen con problemas. Si realmente queremos contar y ver cuál es el desarrollo que trae al país el extractivismo, tenemos que tomar en cuenta el costo ambiental, el costo del agua, cuál es el costo escondido ambiental, cuál es el costo de largo plazo para las próximas generaciones, cuál es el costo de salud para los hospitales, cuál es el costo en educación por los niños que están enfermos por temas de contaminación, las madres, etc. Además, sabemos que el extractivismo son ingresos que son exportados a paraísos fiscales, que no se quedan en el país, no generan empleo, además de los costos escondidos. En el caso de Bolivia, en el último mandato de Evo Morales, se destina el 80% de la inversión pública en infraestructura para el extractivismo (cita el dato de Marco Gandarillas), esta plata pública que son los impuestos de la gente es más extractivismo, porque en vez de que con esta plata que los bolivianos produzcan, en vez de ir en salud, educación, saneamiento básico, se está yendo en construir carreteras para las industrias extractivas.

En su concepción, ¿el feminismo está asociado a la izquierda? De ser así, esto lleva a tensiones políticas, entonces, ¿cómo avanzar en medio de esas tensiones?

En principio, en teoría el feminismo está con la izquierda, pero en la práctica, la izquierda ha fallado a las feministas, ha fallado a las mujeres, ha fallado a la igualdad. El reto del feminismo no sólo es la igualdad entre hombres y mujeres, sino la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos, sobre sus vidas, sobre sus ideas. El aborto no sólo es un tema reproductivo, es un tema de autonomía, de que la mujer no sea un espacio productivo para el Estado, para la economía, de producir ciudadanos, de producir trabajadores. La mujer con todo su trabajo doméstico está subvencionando al Estado, está subvencionando al mercado. Entonces, no se avanza ni hacia la izquierda ni hacia la derecha, el capitalismo no avanza con el feminismo, por eso el feminismo es el reto más grande. Va más allá de la derecha y la izquierda.

En América Latina, así como están surgiendo terceras vías, tienen mucho vigor los proyectos conservadores, como en Brasil, Ecuador, Colombia. ¿Por qué hay tanto terreno para estos proyectos en la región?

Es un gran debate entre nosotros los académicos porque vimos que en los últimos 15 años hubo una movida contradictoria, por un lado, un aumento de los derechos LGTB, con la legalización del matrimonio del mismo género en muchos países y derechos de género que se han desarrollado y, a la vez, hubo un aumento de la criminalización de los derechos reproductivos, como el aborto, el aumento de los femicidios. Creo que uno de los retos es entender de donde viene esta polarización, con la marea verde por un lado y con mis hijos no te metas por el otro lado. Detrás de todo está el Vaticano, que desde 1998 tiene una estrategia de bloquear al feminismo.

¿Cree que en Bolivia hay espacio para la tercera vía?

Hay intentos, creo que el MAS sigue muy poderoso, pero también creo que el MAS está de caída y es una cuestión de tiempo para que salgan cabezas del MAS de afuera. Eva Copa es una de ellas, pero no la única y el poder que tenía el MAS de decapitar nuevos liderazgos de hace cinco o seis años ya no es el mismo, entonces es una cuestión de tiempo, es una cuestión de hacer espacio. En Ecuador, parecía que el correísmo era imprescindible y las elecciones de febrero mostraron que no, creo que estas sorpresas van a pasar en muchos lados.

¿Ustedes como proyecto político ecuatoriano tienen algún contacto con algún proyecto boliviano?

Actualmente no. Estamos creando un nuevo movimiento que se llama Somos agua, que se declara ecofeminista, y queremos crear una red latinoamericana de defensores del agua. Yaku va a estar viniendo a Bolivia, creo que el MAS está asustado de que aparezca. Evo Morales lo dijo, que no queremos un Yaku Pérez en Bolivia y, si dice eso, es porque hay muchos y muchas Yakus Pérez que pueden aparecer. Probablemente eso sea lo interesante, que les ha asustado, que sea una mujer la que venga y les saque de su pedestal.

¿A quién se refiere?

Creo que hay varias mujeres que pueden tomarse los liderazgos,  Eva no es la única.

¿Cómo ha visto a Arce? ¿No cree que está desperdiciando la oportunidad de hacer un gobierno diferente, marcando distancia con Evo Morales, como lo hizo Lenín Moreno con Correa?

Lenín Moreno se dio la vuelta contra Correa. Había muchas peleas internas y tal vez lo que muestra la fuerza de Evo en Bolivia es que Arce sigue siendo títere y no tiene la autonomía para abrir espacio para que estas peleas internas generen autonomía, en este sentido, Evo está mucho más fuerte aquí que Correa estuvo en Ecuador.

Fuente: paginasiete.bo