Breves apuntes sobre la celebración del Día Mundial del Teatro en Bolivia

Jorge luna ortuño / Investigador y filósofo

El Día del Mundial del Teatro se ha vivido en Bolivia, particularmente en Santa Cruz, como una semana dedicada a actividades teatrales. La noticia más grata seguramente es la que llegó desde La Paz con el lanzamiento oficial el pasado jueves del XIII Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz), anunciándolo en una rueda de prensa en el Centro Cultura de España para el mes de mayo de esta gestión. La energía del arte de lo impermanente recorrió sin embargo como una corriente eléctrica expandida por varias ciudades del país, movilizando a actrices, actores, dramaturgos, directores y productores a hacer algo, sentar presencia.



Para nadie es desconocido que el teatro en Bolivia es un territorio en mutación en la actualidad, obligado como se ha visto desde hace dos años ha adaptarse a nuevos formatos donde la noción de espacio físico está trastocada y el cuerpo presente ha sido dislocado hacia las presentaciones virtuales. Entre lo más reciente, en febrero del presente año se llevó a cabo el Proyecto Yvyrasacha, en colaboración entre Plataforma 1, Teatro Nuna de La Paz y Teatro Punto Bo, que consistió en un Festival de Artes Escénicas Expandidas, con una atractiva cartelera virtual de obras, con el financiamiento del Fondo Internacional de Ayuda para Organizaciones en Cultura y Educación 2021 del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania y el Goethe-Institut. En palabras del director de teatro y dramaturgo Diego Aramburo, lo que buscaban era “oxigenar, reactivar y fortalecer las artes escénicas del país”.

Merece especial mención este festival porque presentó una serie de obras seleccionadas donde la puesta en escena específica para su visionado desde la pantalla había sido perfeccionada. Para muestra, un botón: la obra de Jorge Alaniz Me-moría, una suerte de monólogo desde la habitación de su casa que mezclaba elementos del teatro documental e intimista. El hecho teatral a través de la pantalla no deja de ser el arte de organizar la mirada del espectador; la línea de base que nos hace sentir que nos encontramos frente a una obra de teatro, y no ante un film, es la calidad de la dramaturgia, el subsuelo que alienta la puesta en escena. Me-moría  es el viaje que un hombre de cuarenta y un años realiza en la soledad de su dormitorio a los eventos familiares que marcaron su vida, usando disparadores como las fotografías de sus años de formación archivadas en un cajón de zapatos. Emotiva obra que nos hablaba de otras épocas en las que la vida se respiraba de otro modo. Al ver la obra no existía el convivio presencial por supuesto, pero puedo afirmar que viví el convivio con la obra en la medida que me conecté con ella. Haríamos bien en considerar la hipótesis de que aparece el convivio en el momento que el espectador descubre que algo tiene que ver con lo que se está diciendo en la obra. Probablemente la presencialidad no será garantía de que se consume el convivio. Diego Aramburo me ha comentado en particular que prefiere no darle mucha atención a esta noción que se usa muchas veces de una manera más dogmática y restrictiva para las posibilidades de lo que significa hacer teatro.

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Desde Santa Cruz, sede de la única Escuela Nacional de Teatro que tiene Bolivia, destacaría también la realización de la cuarta temporada del Club de Lectura Teatral, organizado por Chakana Teatro, con el apoyo del Gobierno Municipal y realizado en la infraestructura del Centro de la Cultura Plurinacional dentro de los festejos por el Día Mundial del Teatro. Las tres sesiones realizadas entre el miércoles 23 y viernes 25 de marzo estuvieron dedicadas a repasar el estado del arte de la dramaturgia boliviana, con una muestra representativa compuesta por obras escritas de Jorge Calero (Santa Cruz), Darío Torres (Sucre) y Claudia Eid (Cochabamba).

Destaco el texto de la obra T’anta Almita escrita por Darío Torres, que hace referencia al universo ficcional de las almas olvidadas, pero con un sentido plenamente creíble gracias a las tradiciones locales sobre el día de los muertos, cuando se espera que las almas visiten su hogar y las familias les arman unas mesas con sus platos favoritos, en un periodo de duelo que dura al menos tres años. La obra fue leída magistralmente por tres actores invitados, que no se limitaron a leer sino que interpretaban la emoción de cada línea y la transmitían al aquí y ahora a través de sus entonaciones, gestualidades, formas enérgicas y puesta del cuerpo mismo a momentos. Dos jóvenes talentos cuyos nombres no recuerdo fueron también invitados para complementar la lectura en escena: una para la lectura de las didascalias, el otro con su guitarra charango que acompañó el ritmo de la narración, ambos provenientes del Teatro Experimental Universitario (TEU).

Dario Torres dijo de esta obra al momento de su presentación el 3 de noviembre del 2021 lo siguiente: “La obra tiene una atmósfera de Todos Santos, son tres personajes que justamente están paseando por el mundo de las almitas un 3 de noviembre. Están en una búsqueda y van a disputar una mesita que se ha quedado olvidada y que nadie ha recogido (…) Hay un detonante principal de la obra que es que en todo este tiempo la gente no ha podido despedirse bien de sus familiares”. La voz del personaje de un recadero nos hablaba precisamente del apuro que deben experimentar muchas personas en los últimos suspiros antes de despedirse del mundo físico, cuando se ven apremiados de dejarle encargadas todas sus cosas a las personas más queridas o cercanas. Este mundo ficcional dialoga además de una manera muy atractiva con la novela De la ventana al parque del chaqueño Jesús Urzagasti, siendo Urzagasti nombrado como el tío del personaje llamado Esther, quien cita en diferentes pasajes a su tío hablando de una peculiar sabiduría en torno a la vida de los muertos en el otro plano existencial.

A modo de cierre, celebramos este nuevo Día Mundial del Teatro invocando a la proliferación de proyectos que se enfoquen en la infraestructura para las artes escénicas en Bolivia. La infraestructura está referida a la base que sostiene, y tiene que ver con incentivo a la formación especializada, investigación y sistematización de lo que ya se ha producido en el país, fomento a la producción de productores, y fomento a la escritura de textos dramatúrgicos, entre las aristas básicas a cubrir.

Fuente: lostiempos.com