«No puedo verte sufrir», Benita batalla contra el cáncer y se alimenta con chiqui choc y galleta

En las noches Benita apenas puede dormir dos horas, los dolores fuertes y la hemorragia interrumpen su descanso.

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Benita espera por atención el Hospital de Clínicas. Foto: ANF

 

Fuente: ANF



La falta de recursos económicos y la poca empatía de funcionarios del Hospital de Clínicas de la ciudad de La Paz aflige a Benita Romero (51), quien en septiembre de 2021 se enteró que padecía cáncer cervicouterino. Desde entonces,sigue la senda de un viacrucis para lograr atención y calmar los dolores que no la dejan dormir. La enfermedad está en etapa terminal, pero no ha sido atendida por un oncólogo y cada vez su sufrimiento empeora. Ya no tiene dinero ni para costear sus pasajes de Villa Ingenio, El Alto,hacia Miraflores.

Su esposo no genera lo suficiente con su oficio de ayudante de albañil, ya que algunos días debe acompañar a Benita al hospital, que a veces se alimenta solo de un sachet de leche saborizada (chiqui choc) y galletas, productos que no son los más recomendables para su salud, sin embargo, es para lo único que le alcanza.

Benita relata que, en 2021, cuando se enteró de su enfermedad, intentó buscar tratamiento, pero los administrativos del nosocomio miraflorino no le orientaron bien, y como no sabía leer, al igual que su esposo, muchas veces se extravió en el complejo hospitalario. Nadie le brindó ayuda o alguna orientación para hacerse tratar la enfermedad. Este 2022, el cáncer avanzó en su cuerpo y los dolores se incrementaron hasta hacerla llorar. Retornó al hospital en busca de ayuda.

Pero nada cambio en la atención. Benita relata que la indiferencia de los funcionarios del hospital es tan dolorosa como su enfermedad, y que incluso tuvo que dormir en la puerta del hospital por una ficha para atención. Revela que su situación médica se agravo. Ya no solo batalla contra el cáncer cervicouterino, sino también de recto. Un examen histopatológico que se practicó en marzo confirma que tiene células malignas.

“El dolor es muy difícil”.

En las noches Benita apenas puede dormir dos horas, los dolores fuertes y la hemorragia interrumpen su descanso. Su esposo la acompaña en sus desvelos y en uno de esos momentos de sufrimiento con los ojos llorosos le dijo que ya no quería verla sufrir por su enfermedad ni por la falta de dinero, que les impide acceder a una adecuada atención médica.

“Los dos nos más nos caminamos, tiene harta pena mi esposo, un día me ha dicho: ‘no puedo verte así, no quiero verte sufrir, nos moriremos, nos envenenaremos juntos, no hay plata para tu tratamiento’; así me dice, ya no puedo aguantar los dolores, a las tres de la mañana me levanto y estoy sentada o caminando, él me acompaña y se asusta”, cuenta.

La mujer implora por ayuda, sobre todo medicamentos para calmar su dolor. “Me han dicho, tienes que apurarte para tu tratamiento, el cáncer está avanzando”, dice desesperada. Aún tiene la esperanza de sanar su cuerpo y seguir acompañando a su esposo.

Benita tiene tres hijas adultas, ellas tienen sus hijos y “apenas generan para sus alimentos lavando ropa”.

“Quisiera que me ayuden, no con plata, con medicamentos, quisiera sanarme”, implora. Para ayudar a Benita puede contactarse al número de celular 70590131.

Un informe de la Defensoría del Pueblo que fue difundido hace una semana -que verificó ocho hospitales públicos de tercer nivel y siete de la Caja Nacional de Salud (CNS)-, evidenció que los centros de salud no reúnen las condiciones para dar una atención de calidad a las y a los pacientes con cáncer.

En Bolivia más de 15.000 personas están registradas en el Programa Nacional de Cáncer. Según el Ministerio de Salud, el tratamiento cuesta entre Bs 80 mil y 150 mil al año.

El informe también revela que estos centros de salud no cuentan con normas de diagnóstico y tratamiento oncológico para la atención integral del cáncer, lo cual evidencia falencias desde el Estado en la implementación de políticas de promoción, prevención, atención, control, rehabilitación y cuidados paliativos.

“Se cuentan con normas y planes para cáncer de cuello uterino y de mama, dejando de lado a otras patologías cancerígenas”, se lee en una parte del documento.

Según datos de la cartera de salud, cada día, entre cuatro y cinco mujeres mueren por cáncer cervicouterino, lo que representa una de las más altas tasas de incidencia y mortalidad a nivel mundial y la más alta de América Latina.  También están el de mama y vesícula. En el caso de los hombres, el de próstata, estómago, pulmón y colón.