A los 92’, cuando el partido moría, Marcos Riquelme quebró lo que parecía un empate. Un alivio pleno para un equipo abandonado al que le deben 10 meses de deudas
Fuente: eldeber.com.bo
El grito de gol de los jugadores de Oriente fue como si se hubiera tratado de una final. A los 92’ y cuando el partido moría, Dieguito Rodríguez envió un centro perfecto al corazón del área; ahí estaba Marcos Riquelme que solo y sin marca, empujó para el 2-1 que originó una explosión.
Un alivio pleno para un equipo abandonado, al que le deben 10 meses y al que su dirigencia no atiende. Fue por eso el grito de euforia, de sus hinchas y de los jugadores, porque el gol fue un sacudirse de tantas burlas y humillaciones. “Muertos de hambre”, les han gritado últimamente.
Cuando finalizó el partido los jugadores terminaron hincados en medio de la ovación de sus hinchas. La felicidad era plena, fue como decirle a sus hinchas “cumplimos pese a todo”. Por eso el aliento desde las tribunas y por eso los aplausos desde la cancha. Fue un triunfo de alivio.
Las emociones llegaron desde la primera etapa. Oriente ingresó bien, con Gílbert Álvarez presionando arriba y con Dorrego intentando penetrar por derecha. Álvarez tuvo una ocasión inmejorable de abrir la cuenta tras un gran pase de Dieguito Rodríguez; su remate ante Baroja, se fue arriba.
De todas formas el 1-0 llegó a los 22’ luego de un penal que el árbitro Cristian Huanca cobró, tras ‘planchazo’ de Diego Medina a Gílbert. El mismo delantero pidió el balón y marcó con un remate que dejó sin opción al meta del rival. Ese gol impulsó a seguir apretando arriba.
Pero Always Ready tiene lo suyo y comenzó a desplegar su juego ofensivo. Briceño apretó más a Ramírez y Sebastián Álvarez y desde atrás apoyó Robson Matheus, un hombre que cuando tiene espacio, remata bien. Fue él quien marcó el 1-1 a los 29’ con un zurdazo inatajable para Torres.
El rechazo corto de Ramírez hacia el centro, fue cazado por Robson que no perdonó. Con ese resultado se fueron al descanso, pero en el complemento hubo una apuesta mayor en ofensiva. Entró Carlos Lucumi, en Always, y Joaquí Monasterio se la jugó por Marcos Riquelme.
Ambos tuvieron chances claras de marcar. A los 64’ Lucumi con un cabezazo que dio en el travesaño y Riquelme a los 79’ al definir mal, de primera, un perfecto centro desde la derecha de Hugo Dorrego. El grito de gol quedó atragantado entre los hinchas que se tomaron la cabeza.
Pero poco después el mismo rapado jugador tuvo su revancha. A los 92’ y cuando el partido moría, Barreto habilitó a Dieguito Rodríguez, éste vio a Marcos Riquelme entrando solo por el área chica y le envió un pase como con la mano. El argentino empujó la pelota y selló el 2-1 definitivo.
De ahí en más fue esperar el pitazo final y aguantar a un Always que acabó con diez jugadores por la expulsión de Marcelo Suárez. Pero Oriente lo manejó bien ese tramo final y terminó con una alegría enorme que fue como un bálsamo en medio de tanto abandono. Se lo merecían los jugadores.