Alguien debería pasarles el dato a los opositores, que interpelar a un ministro en Bolivia no es buena idea, si lo que se busca es el esclarecimiento de casos de corrupción o algún hecho irregular que despierte la sospecha de la opinión pública.
Cada vez que un miembro del gabinete pisa el Congreso, no solo sale aclamado, sino que ese ritual marca la sepultura de las investigaciones, aunque no habría que descartar que ese sea precisamente el objetivo de los que se hacen llamar adversarios políticos.
El “último” invitado a una interpelación es el canciller David Choquehuanca, acusado de solventar viajes al exterior de dirigentes sindicales que no tienen nada que ver con las relaciones exteriores. De acuerdo a las denuncias del diputado de Unidad Demócrata, Gonzalo Barrientos, existe una extensa lista de “viajeros” pagados por la Cancillería, que gastan sumas cuantiosas para ir a hacer turismo, especialmente a Estados Unidos, el lugar favorito de los antiimperialistas. La cita está marcada para el 19 y el ministro debe estar ansioso por lucirse con sus explicaciones.
Fuente: eldia.com.bo
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