Entre paréntesis….Cayetano Llobet T.
Los viejitos -los muy viejitos, para no meterme en docena- se pueden dar muchos lujos. Son los que en las reuniones familiares meten la pata porque comentan algo muy feo que pasó en la familia, esa cosa que nadie quiere tocar y que los hace quedar muy mal. Y después, con una sonrisita les dice que fue una broma. Todos lo miran más o menos agradecidos pero muy conscientes de que al abuelito se le salió eso que llevaba dentro, que todos sabían, pero que nadie en la familia quería confesar: ¡“el modelo cubano no nos funciona ni siquiera a nosotros”!
Y no importa que después se diga “han malinterpretado al abuelito” o que el abuelito, en medio de un gracioso je,je,je, diga que lo que no funciona es el capitalismo, porque lo que quería decir ya le salió del alma. No importa, porque es su propio hermanito menor el que tiene que anunciar las medidas que el abuelito, en 1968, calificó como la serie de maldiciones que había que erradicar de la cabeza de los revolucionarios cubanos. Eso de que un sastre o un peluquero contratara a alguien como empleado, que alguien pusiera un restaurante o que un agricultor pensara que podía obtener una ganancia de lo que había sembrado y cosechado eran restos de una ideología burguesa que había que desterrar de la Isla.
Dentro de unos meses, poquitos meses, 500.000 cubanos que hoy son soldados de la revolución, es decir burócratas del aparato estatal, van a estar buscando al sastre y al peluquero o al dueño del pequeño restaurante para turistas, en busca de un puesto de trabajo que el dueño del negocio tiene que pagar e incorporar a sus costos. Y mientras más gane el sastre o el peluquero, más empleados podrá contratar. Y todo lo que eran desperdicios ideológicos de la mentalidad capitalista se van a convertir en los principios que lleven a Cuba de una economía socialista, ineficiente, históricamente subvencionada, a una economía mínimamente sostenible.
El abuelito tiene razón. Lo que tienen que hacer ahora sus ideólogos es buscarle un nombre especial al capitalismo que se les viene… si quieren sobrevivir. Los chinos -inventores seculares- han bautizado a su economía “socialismo con peculiaridades chinas”: así se llama el capitalismo chino ¡y hay que ver lo bien que funciona! El abuelito ha vivido los más de cincuenta años de socialismo y es el mejor testigo de que el modelo no funciona. Como no ha funcionado ningún sistema socialista. Los pobres coreanos del norte, tienen que cambiar bombas atómicas por comida. Por eso, cuando Evo Morales viaja para hacer negocios y buscar socios, va a Corea del Sur, no a la del Norte. El problema es que el abuelito -los años enseñan- sabe que el capitalismo es maldito pero funciona, porque no se basa en principios: se basa en intereses. Y a los intereses no les importa dónde has nacido: puedes ser gringo, cubano… ¡o chino! Por eso el capitalismo no tiene color, no tiene ideología. Se instala feliz donde se gana plata. Y para furia de los ideólogos, eso funciona. El ilustre barón John Maynard Keynes tenía la claridad del cinismo: “Para un Estado capitalista es fatal tener principios”.
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El abuelito sabe: van a tener que seguir privatizando, estimulando ganancia, acumulando algo de riqueza, porque “el modelo cubano no nos funciona ni siquiera a nosotros”. Queda la duda de si el abuelito sólo estaba pensando en economía o si, en el fondo de su corazón, también estaba pensando en la política. Y queda la pregunta: si ni siquiera les funciona a ellos… ¿nos funcionará a nosotros?