HERNAN CABRERA M.
La Central Obrera Boliviana fue una creación de la revolución nacional. El poder quería un instrumento que lo acompañe en las conquistas políticas, económicas, sociales que prometieron. Es así que la COB fue creada el 16 de abril de 1952, en cuyo fundacional estuvieron dirigentes de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, Confederación de Trabajadores Fabriles, Confederación Ferroviaria, Federación de Empleados de Bancos y Ramas Afines, Sindicato Gráfico, empleados de comercio e industria, Sindicato de Campesinos y Federación Agraria.
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Entre los propósitos iniciales del acto fundacional se destacan: luchar por la nacionalización de las minas, ferrocarriles y revolución agraria, diversificación industrial y creación de nuevas fuentes de riqueza como base fundamental de nuestra soberanía económica y de mejoramiento social-cultural y material de la masa asalariada.
Defender las conquistas sociales y promover la otorgación de nuevos beneficios al proletariado. Mantener la independencia política, nacional e internacional y otros.
La historia le puso el sello llamándola la gloriosa COB, precisamente por haberse constituido en el pilar para la reivindicación de los derechos laborales y sociales, que es su razón de ser y su motor en sus luchas, que debería abarcar no solo la parte salarial, de organización sindical, también conquistas en salud, educación, vivienda y otros beneficios.
Pero en los últimos veinte años esta gloriosa COB se perdió en los limbos del poder de turno. El llamado comité ejecutivo de la COB fue cooptado, absorbido, corrompido y silenciado en las gestiones de Evo Morales y Luis Arce. El poder hizo lo que le venía en gana: creo organizaciones paralelas en varios sectores, de aquellos que cuestionaban a la dirigencia de la COB y que no aceptaban las medidas impuestas; los dirigentes aparecían en fotos con el poder solo para anunciar incrementos salariales; se callaron en todos los idiomas de algunas acciones del poder, como el uso de los fondos de la jubilación que cada uno aporta mensualmente para su vejez.
La COB cogobernó y de ello se beneficiaron solo sus dirigentes, quienes llegaron al extremo de enriquecerse a costa de la lucha sindical, como es el caso del que fuera casi diez años el máximo dirigente cobista, Juan Carlos Huarachi, hoy procesado, preso y acusado de ganancias ilícitas y de haber cometidos delitos mientras ejercía sus funciones sindicales.
Archivaron para siempre lo que recomendaban los impulsores del sindicalismo revolucionario, como la advertencia de Lenin: “La fuerza de la clase obrera está en la organización. Sin ella el proletariado es nada. Organizado es todo”. Pero ellos se encargaron de corromper la dignidad y la credibilidad del máximo organismo sindical de la clase trabajadora, al extremo que si callaron durante veinte años frente a los errores y delitos del gobierno de turno, ahora salen a la palestra denunciando los hechos del pasado que se los atribuyen a los nuevos gobernantes: Evo y Arce casi vaciaron nuestros fondos de la jubilación, haciendo préstamos a ciertos bancos, pero de ello la COB se hicieron los opas solemnes. Pero ahora sí, quieren mostrarse como los guardianes de la Gestora Pública. Son cobardes.
Las reacciones en las redes sociales son de alto calibre frente a esta dirigencia de la COB, que se acostumbraron a vivir del Estado y de las empresas privadas, a través de las declaratorias en comisión de cientos de dirigentes, que solo asisten a sus reuniones de vez en cuando, mientras disfrutan de sus jugosos sueldos.
“Es justo que en Atenas los pobres y el pueblo cuenten más que los nobles y los ricos, porque es el pueblo quien hace andar las naves y le da a la polis su poder”, decía el filósofo griego Jenofonte. El pueblo es el soberano que está representado en sus sectores laborales, pero que la dirigencia cobista se encargó de usar el instrumento sindical de manera política, y eso se refleja en sus diez puntos que recién aprobaron, de los cuales todos tienen un alto tinte de convertirse en simples opositores al gobierno de Rodrigo Paz, dejando en segundo o tener plano las reivindicaciones laborales, salariales y sociales del proletariado boliviano.
El secretario ejecutivo de la FSTMB, Andrés Paye, admitió que las organizaciones sociales se han degenerado y tienen una mala imagen ante la población y que será difícil recuperar la verdadera esencia. Una confesión sincera de quien representa a la institución sindical al baluarte en la historia del sindicalismo y fundadora de la COB.
Alvaro Castillo, bombero voluntario y hombre comprometido con las luchas sindicales, tiene esta apreciación: “20 años vivieron en silencio cogobernando, leales a sus patrones Evo-Arce, recibían denuncias de nepotismo, malversación, corrupción y no decían nada es más buscaban la forma de castigar a ese trabajador, recibían denuncias de la mala gestión que hacían las jefaturas departamentales del trabajo y ahí estaban callados compartiendo churrascos con los directores.
Solo se los escuchaba para proponer candidatos pollitos o cuando alguien atacaba a sus patrones Evo-Arce. Y ahora salen arengando todos brabucones hablando de sindicalismo, de derechos laborales, de clase obrera, de trabajadores, de dignidad, etc. etc. Los trabajadores de base queremos una refundación de la COB, queremos una nueva estructura sindical, queremos cambios de fondo y de forma en la actividad sindical, basta ya de estos vividores del sindicalismo…”. Claro y contundente la crítica, lo que refleja un sentimiento colectivo hacia esta instancia, que su primer y principal objetivo es generar condiciones para las conquistas laborales: mejoras salariales, evitar despidos laborales, hacer cumplir las disposiciones de seguros de salud, de vida, de aportes para la jubilación, contratos dignos de trabajo, y muchos otros, que han sido puestos bajo el zobaco de esta dirigencia que repite el libre del corrupto exdirigente Huarachi, que desde la cárcel debe estar feliz del accionar errático de la COB.
Por si no sabían estos dirigentes en Santa Cruz cada día reciben más de cien denuncias de vulneración a los derechos laborales, pero ni para la foto aparecen los dirigentes haciendo gestiones o apoyando a los denunciantes, que deben esperar sus turnos o ser asistidos para que les reconozcan sus derechos vulnerados.
Y les paso otro datito histórico muy importante de ese enorme intelectual y operador de la revolución rusa: Vladímir Ilich Lenin, que impulsaba “las condiciones de cultura, de instrucción y en general de nivel intelectual que la masa obrera y campesina necesita”, que no existían en Rusia y por ello los bolcheviques hicieron andar un programa ambicioso de reivindicaciones de los trabajadores.
Además, los dirigentes sindicales de Rusia leían libros de historia, filosofía o literatura, ¿no les parece que deben dedicarles unos minutos a prepararse mejor, a que sean usados por otros poderes y quieran desestabilizar al gobierno y a la democracia?
Jacques Ranciere en su libro La noche de los proletarios relata cómo los obreros del siglo XIX trataban de aprovechar sus momentos de descanso para instruirse y acceder al pensamiento científico, político o filosófico, que era monopolizado por los intelectuales y clases dirigentes.
