Hacia una luctuosa fractura de Bolivia

Artículo de opinión de Ernesto Justiniano Urenda* publicado el 25 de agosto de 2008 en El Deber.

Después del revocatorio se acelera la fractura del país, que ya no será a través de una salida consensuada, que podría permitir convivir con dos visiones diferentes y hasta antagónicas, sino con hechos que Bolivia lamentará en los próximos años.

Mientras se daba el paro en cinco departamentos, en el Congreso se trataba la ley a favor de los discapacitados, ignorando el MAS la trascendencia que ha tomado la decisión, por parte de las regiones, de no claudicar hasta recuperar el IDH. Queda claro que continúa la soberbia del gobierno masista y que están dispuestos a seguir probando más sangre boliviana en su afán belicoso y nada conciliador.



El presidente del Congreso ya había pecado de altanero días antes al declarar perdedores a los dirigentes regionales. Sin embargo, todos los bolivianos estamos derrotados porque se acentúa la incertidumbre y ya nadie en este momento apuesta a una salida pactada. Todo lo contrario, cada visión continuará con su propia agenda y brotarán los choques – en gran medida – en todas las fronteras, no solo las geográficas.

Y no es que el tema de los discapacitados bolivianos sea menos importante – se han ganado el respeto de toda la ciudadanía – pero esto era previsible luego de las políticas rentistas que copió el MAS de anteriores gestiones gubernamentales y luego de sus constantes anuncios propagandísticos indicando que la supuesta nacionalización nos ha dejado millonarios. Con seguridad, ahora empezarán muchos sectores – al igual que la COB – a pedir bonos al por mayor. Todos harán eco del famoso estribillo: El que no salte es un cabrón.

Se debe aclarar que cuarenta millones de bolivianos otorgados en la última ley aprobada no beneficiarán en justa medida a los alrededor de novecientos mil discapacitados existentes –según el ministro de Hacienda. Además, como es costumbre, gran parte de este dinero acabará en los bolsillos de los «consultores» apegados al poder gubernamental.

No se puede dejar de mencionar otros aspectos relacionados. En estos últimos días el Gobierno solo se ha dedicado a mentir y mostrar sesgadamente los tristes acontecimientos suscitados recientemente en Santa Cruz. Se han dado el lujo de hacer declarar a algunos serviles pagados, altos miembros de la Policía, en contra de la dirigencia cruceña. Y como era de esperar, para el efecto mediático, también de iniciar una querella en contra de algunos actores por su participación en este tema.

Qué triste la imagen si comparamos la pugna entre los policías y los discapacitados, con la que verdaderamente sufrió y sigue sufriendo la policía – ahora calladita – con los cocaleros, donde han habido policías muertos, policías torturados y policías que han quedado discapacitados. Por esto, por lo menos cinco congresales cocaleros del MAS deberían estar realmente tras las rejas, incluido su vitalicio dirigente Evo Morales Ayma.

Los centralistas se rasgan la vestidura con la idea de una policía que esté al mando del Gobernador y obviamente se olvidan de los atropellos que realiza la policía sindical en el Chapare despojando de tierras a aquellos que, por ejemplo, no siembran coca.

Es seguro que si los gobernadores o prefectos hubieran sido nombrados a dedo, como en el pasado, no habría habido la confiscación ilegal de recursos generados por el IDH ni problema alguno en la administración de la seguridad ciudadana.

El MAS ha tomado impulso para continuar con la reelección de Evo Morales cueste lo que cueste. El primer paso que darán es elegir los nuevos vocales electorales para asegurarse mejor el fraude electoral, en un repetido episodio que sabidamente terminará con la toma del Congreso por hordas masistas, con la aprobación fraudulenta y a la fuerza de una designación a su medida.

Esto no afectará para nada la agenda de las regiones autonómicas. Sus representantes se han dado cuenta que gran parte de la Bolivia occidental está amalgamada con el complejo de la raza y la pobreza, la envidia, el centralismo y el estatismo boliviano. Entre los autonomistas ha disminuido la predisposición, después de tantos engaños, de negociar una salida democrática y pelearán, con todo lo necesario, para no entregar lo conseguido a base de producción, trabajo y esfuerzo durante décadas. Por eso, se sube la vara con medidas más contundentes y con pedidos de federalismo.

Efectivamente, no serán miles los muertos, estamos en épocas más civilizadas, pero ¿cuánto será el número necesario para detenernos y en verdad buscar la salida donde ganemos todos los bolivianos? ¡Aunque sea con dos modelos de país!

*www.ErnestoJustiniano.org