Bolivia en el Índice de Inestabilidad

The Economist explicó que para elaborar el Índice se tomaron en cuenta la profundidad de la crisis económica, la identificación de los responsables de la misma, la sospecha de que la crisis pueda ser más profunda y el factor de contagio. Bolivia está en el decimocuarto lugar.

image Editorial La Razón.

La gobernabilidad es uno de los componentes esenciales para el buen funcionamiento de un Estado, de una sociedad, cualquier sea su signo político. Sin gobernabilidad, así como sin respeto a ella, el resultado es la anomia, es decir el caos y la anarquía. Algo más, de acuerdo con el diccionario de la lengua española, la anomia implica la ausencia de ley, lo que en buen romance significa inestabilidad.



Debe entenderse, en consecuencia, que es una forma de desorganizar a la sociedad, debido a la carencia, contradicción o incongruencia de las normas sociales establecidas. Al mismo tiempo, para que la inestabilidad no sea dominante, corresponde a los gobiernos crear las condiciones propicias para que en los países prevalezca la estabilidad pública y la paz social.

En consideración a que la inestabilidad frustra cualquier esfuerzo que se realice en procura del desarrollo y del crecimiento económico, así como torna vulnerable a la paz social, la revista británica The Economist, mediante su Unidad de Inteligencia, efectuó este año un Índice de Inestabilidad Política.

El estudio abarcó a 165 naciones: grandes, emergentes y pequeños, habiendo llegado a la conclusión de que existe un elevado descontento social, a tal punto de que es capaz de trastornar las economías e incluso derrocar gobiernos.

Entre los países de la región más expuestos a estos riesgos figuran Bolivia, Ecuador, Haití y la República Dominicana. De igual manera, pudo identificarse que la inestabilidad se está produciendo en seis países asiáticos y tres en la Europa del Este: Ucrania, Moldavia y Bulgaria. Algo que es más notable aún es que ni siquiera EEUU se halla exento de riesgo, aunque figura abajo en el Índice.

La relación de los 165 países sometidos a la compulsa la encabeza Zimbabue, en África, con un riesgo del 8,8, en una escala de 10, por lo que se estima que pueda confrontar graves desórdenes, capaces de poner en peligro el orden político que existe en este país.

Siguen en este orden Chad, Congo, Camboya, Sudán, Irak, Costa de Marfil y Haití. Este último ocupa el séptimo lugar, por lo que se le atribuye una puntuación de 7,8. Una posición similar la ocupan Pakistán, Zambia, Afganistán y la República Centroafricana. Bolivia y Ecuador comparten el decimocuarto lugar, con un índice de 7,7, seguidos de Angola, la República Dominicana (decimosexta posición) y Ucrania; a estos últimos, The Economist les atribuye un 7,7.

Venezuela figura en el puesto 29, con un índice de 7,3; Argentina y Panamá comparten el puesto 33, con un 7,1; Colombia y Perú se hallan en el puesto 38, con un índice del 6,8.

En el caso de Estados Unidos, que resulta llamativo que se encuentre incluido en el Índice de Inestabilidad, está en el puesto 109, con un puntaje del 5,3, de donde se desprende que se halla con un riesgo mayor de disturbios que países latinoamericanos como El Salvador, Uruguay y Chile.

The Economist explicó que para elaborar el Índice se tomaron en cuenta la profundidad de la crisis económica, la identificación de los responsables de la misma, la sospecha de que la crisis puede ser más profunda y el factor contagio. En el caso de Bolivia, tales indicadores son menores, pero el hecho de que se genere tensión pública desde el oficialismo, crea inestabilidad.