De Bolivia a Evolandia

La nueva Ley Electoral no busca la inclusión de indígenas y campesinos, sino la dictadura de sindicatos y movimientos sociales del MAS.

image Editorial El Nuevo Día

Viernes,  27 de Marzo, 2009



Cualquier cambio que se hubiera hecho para “suavizar” la constitución del MAS en el Congreso, antes de su aprobación el 25 de enero, quedará en nada y se consolidará nomás el régimen absolutista de corte soviético que siempre tuvieron en mente los que concibieron el proyecto político del MAS. El rumbo está marcado y el instrumento previsto es la Ley Electoral transitoria que ya fue aprobada por la cámara de Diputados y que debe ser promulgada en la primera semana de abril.

La comisión del Senado que ha estado analizando el proyecto de régimen electoral ha hecho 21 observaciones al texto que viola de manera flagrante la Constitución que aún no ha cumplido dos meses de vida. El oficialismo ha iniciado la preparación de un cerco campesino al Congreso para forzar la aprobación del proyecto, cuya misión es perpetuar no sólo la figura de Evo Morales en el poder, sino consolidar una hegemonía que se vale de los campesinos y de los indígenas para establecer un gobierno dominado por los sindicatos y movimientos sociales afines al MAS.

El proyecto distorsiona la composición del Congreso, viola de manera descarada el principio de proporcionalidad en la representación política y destruye el fundamento más importante de la democracia: “un ciudadano, un voto”. El nuevo esquema está orientado a mermar la presencia de representantes de las ciudades, del oriente boliviano y de la gente de los valles y procede a ponderar de manera fraudulenta el voto de los indígenas aymaras y de los ciudadanos del campo. Y en relación a este aspecto, no se trata de propiciar la inclusión de los pueblos nativos, puesto que los sindicatos que gobiernan con el MAS serán los únicos con capacidad para decidir quién participa o no en la política.

El MAS tampoco tiene intenciones de brindarle a los pueblos indígenas de las tierras bajas los mismos derechos que los nativos del occidente, quienes, de acuerdo a lo proyectado en la Ley Electoral, gozan de mayores posibilidades de participación política y de conseguir una representatividad congresal sobrevaluada.

Bajo este sistema y tal como sucedía con los soviets creados por los bolcheviques, la Asamblea Legislativa será la máxima expresión de un centralismo democrático controlado por corporaciones que responden a un líder de características absolutistas, en este caso, Evo Morales y su entorno. La inclusión política que tanto se pregona quedará resumida a las organizaciones comandadas por políticos profesionales de gran capacidad de maniobra, hábiles gestores del clientelismo y, por supuesto, con recursos de sobra para movilizar grupos de choque adiestrados en el arte de combatir a los “enemigos” del régimen, que a partir de ahora serán fácilmente acusados de traición a la patria por intentar defender la democracia.

Algunos podrán afirmar que todo lo mencionado arriba es un cuadro de lo que ya está ocurriendo en el país, aunque obviamente, con un saldo de deterioro de la imagen del Gobierno que podría empeorar en la medida que persista en su avance absolutista. El MAS necesita cuanto antes entronizar un sistema que le allane el camino y le asegure la perpetuidad. Cuando llegue ese día, Bolivia dejará de ser lo que es.