La dos caras del diálogo

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No cabe la menor duda que ha causado honda preocupación en los círculos de gobierno la respuesta que dieron los prefectos pidiendo mínimas condiciones para iniciar cualquier proceso de diálogo.

Las réplicas no se hicieron esperar, pues han salido todos los emisarios posibles a tratar de encarrilar a las autoridades departamentales al brete que el Ejecutivo les tenía destinado, a fin de pasar la página de las autonomías departamentales y convertir el voto que el 25 de enero le dijo NO a la constitución en asunto del recuerdo.



Esto forma parte de la estrategia del Ejecutivo, que cuando un tema le parece peligroso, o cuando algo no ha resultado de acuerdo a sus cálculos, llama a los opositores a una encerrona que bautiza como un diálogo, para fingir luego que se obtuvieron acuerdos que favorecen a que el gobierno despeje sus planes y siga dando curso a su proyecto.

Es muy gráfico y evidente que el gobierno de Evo Morales está tratando de cerrar con un supuesto acuerdo esa inmensa grieta que se puede considerar ya una falla geopolítica, de las capas tectónicas de Bolivia que está dejando claramente sentado que la realidad del país no son las 36 naciones, algunas casi desparecidas, sino que en realidad Bolivia está partida en dos grandes culturas y dos grandes visiones polarizadas. Y que en otro plano de esta realidad, también está dividida entre centros urbanos que dijeron NO y zonas rurales que con el ejercicio del fraude y del voto corporativo consiguieron avalar el SI a la nueva constitución.

Este es un problema harto más complicado de lo que se piensa para el Gobierno que está apurado por concretar su política expropiatoria y centralista, pero que se encuentra ante la dificultad de hacerlo con soltura, si no traspasa la muralla del 40 por ciento del voto que dijo NO y que está justamente concentrado en los departamentos autonomistas y ejes urbanos de seis ciudades, lo cual muestra que el proyecto se está irradiando, que tiene focos de fuego y calor que han comenzado a prenderse en los centros que votan a consciencia y con discernimiento.

Esta situación hace que el Ejecutivo necesite un aparente pacto para tratar de subsanar la falla geopolítica y sus focos de expansión o de réplica, que ha quedado remarcada y definida después del voto de enero.

Los emisarios encargados de tratar de hacer el ablande no se han dejado esperar, aparecieron varios, entre los que se cuentan el ex viceministro Yacksic, parlamentarios masistas por supuesto, el senador ahora afín al Masismo Roberto Ruiz Bass Werner, quienes han hecho todo el ruido posible para dejar por sentado que la dirigencia de la Media Luna ha tomado la decisión equivocada de no prestarse al diálogo propuesto.

Según criterio de Bass Werner, los primeros serán los últimos gracias a esta postura, es decir que a consecuencia de esta resistencia ganará la tuja de las autonomías Potosí, Oruro, La Paz… a los que ya votaron por este régimen, que según su opinión corren el riesgo de quedarse “atrás”.

Valga la aclaración para tratar de saber qué hay atrás o adelante de prestarse o no prestarse a un diálogo que no es tal y que no ofrece un contexto con condiciones mínimas para implementar autonomías departamentales y para solucionar los problemas que hoy aquejan al país.

Con esto queremos decir que quienes agarren este vagón, se van a ir al despeñadero y los que esperen hasta que se den las condiciones podrán encontrar con el paso del tiempo y las aguas una salida favorable.

Se observa que desde Tarija existen actores interesados en instigar al prefecto Cossio para que este vuelva a hacer de puntero de las malas negociaciones. La institucionalidad tarijeña, debe estar consciente que en este momento se está jugando su última carta y que la decisión no puede ser nunca más tomada por Cossio en solitario, porque esto sería dejar que el prefecto haga lo que le conviene tal vez a él y no a su departamento, y este debe aprender a actuar a nombre de sus representados por lo que no puede seguir tomando decisiones arbitrarias, razón por la que ya es hora que se adhiera a prácticas democráticas reales.

Sonó muy graciosa la invitación que hizo el alcalde de La Paz, Juan Del Granado, quien en una faceta de guitarrero y conquistador, señaló que si los prefectos opositores deciden viajar a la sede de Gobierno para asistir al diálogo convocado para la implementación de las autonomías serán recibidos con los “brazos abiertos”.

Claro que no dudamos que los recibirán con los brazos abiertos, el puño en alto y el razonamiento y el corazón encerrados en la visión expropiatoria, centralista y sin apego a las reglas democráticas.

El quid del asunto es que la Media Luna no se deje endulzar los oídos con mentiras, que no se amedrente ante los permanentes hostigamientos, persecuciones de que es objeto, para que esta resistencia democrática permita cumplir el objetivo de demostrar que el país debe buscar un verdadero pacto social y no otra trampa que tratará de escamotear la verdad de las urnas y de invisibilizar esa profunda falla geopolítica que muestra un abismo entre dos visiones de país.

Si no se actúa ahora con firmeza y definición, la falla geopolítica evidenciada en la geografía electoral podrá en algún momento desencadenar un terremoto social que puede tener consecuencias imprevisibles.

Tal como lo plantea el gobierno, el diálogo es una moneda que tiene dos caras y que echada a la suerte ya tiene ganadores y perdedores anticipados