¿Dónde están mis viejos amigos de la izquierda?

Vivimos en un mundo donde la rebeldía parece haberse perdido. No me resulta extraño encontrar viejos amigos, antes combatientes de izquierda y ahora acomodados profesionales de derecha.

laRazon Subeditorial La Razón

Éstos lamentan el curso de los acontecimientos en Bolivia y concuerdan con sus abuelos en que lo mejor es irse del país. Me preguntan, cuando les digo con optimismo que el país encontrará mejores días: “¿Eres tonto o te están pagando?”



Oponerse a lo que piensan ellos quiere decir ser estúpido o corrupto.

La mayoría ha roto sus hogares, como lo he hecho también yo, pero ellos se han resignado a que el amor no existe, sino como una tranquila convivencia.

Los que crían prominentes estómagos (“vientre potentes” según el trovador francés George Brassens) se amargan por dietas incumplidas. Los ejecutivos de vientre plano desquitan su amargura en los gimnasios.

Al reflexionar sobre esta columna sindical, derecho al que los periodistas le hacemos el quite, me puse a pensar en todos los sueños perdidos con mis amigos.

Cuando estábamos en los últimos años de colegio, íbamos a tirar piedras a los dictadores de turno (eran tantos), luego a amar intensamente, hacer las tareas y volvíamos a tirar piedras.

¿Será que me tengo que resignar “racionalmente”, como ellos, a que esos fueron sueños infantiles, por lo que mejor es consagrarme a mi pequeña vida? ¿A que este país no tiene remedio (como lo dijo hace 100 años Arguedas) y a que la solidaridad no tiene sentido, como tampoco los sindicatos ni esta columna, que muchos escriben forzados?

He tenido la tentación de hacerlo. Pero vuelvo a escuchar el tango Cambalache, (“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”) y me doy cuenta de que parte de la humanidad siempre ha pensado que el mundo se iba a acabar y no se ha acabado.

Pienso también en mis hijos y me niego a creer que no tengan un futuro mejor. Pienso, por último, en la mujer amada y en sus ojos dulces de cochala y no puedo creer que un país que haya producido semejante maravilla vaya irse al diablo.

¿Dónde estarán mis amigos?