¿El comienzo del fin del idilio?

En 4 años del “proceso de cambio”, las condiciones de vida de los bolivianos no han mejorado, excepto, las de unos cuantos dirigentes de “organizaciones sociales”, que a nombre de sus bases gozan de las mieles del poder.

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Docentes y otros sectores laborales marcharon por el centro de la ciudad de La Paz en rechazo al aumento salarial del 5%. (Foto Abi)



Se trató de una ficción, un matrimonio de conveniencia que duró cuatro años solo por el “que dirán” y al influjo de generosas prebendas otorgadas a los dirigentes de las organizaciones sindicales a los que se les asignó la tarea de desbaratar cualquier intento de plantear alguna reivindicación social que ponga en apuros al gobierno.

Sin embargo era evidente que la situación no podía mantenerse por más tiempo y que el ficticio idilio acabaría rompiéndose en cualquier momento. Las propias bases ya habían comenzado a cuestionar el silencio de sus dirigentes comprado con vagonetas de lujo y algunos estipendios entregados bajo la mesa.

El máximo dirigente de la otrora “gloriosa COB”, Pedro Montes ha sido criticado en varias ocasiones y por diversos sectores, en primer lugar por pretender eternizarse en el cargo contra norma y en segundo, por su descarada militancia con el gobierno del MAS, al punto de llegar a convertir a la organización matriz de los trabajadores en un apéndice del partido oficialista.

Evo Morales, de manera permanente proclama en sus discursos que Bolivia, gracias a una buena gestión, atraviesa una situación económica bonancible. Alguien podría llegar a creerle ya que el país puede darse el lujo de comprar para su vanidoso presidente dos aviones dignos de jeque árabe, por un costo de 80 millones de dólares, comprar armas por 300 millones de dólares o adquirir un satélite de muy discutible utilidad por el mismo monto.

Pues bien, la razón indica que si el gobierno está en posibilidades de efectuar esos gastos del nivel de un país desarrollado, lo más lógico es que también debe poder dar a los trabajadores incrementos salariales muy superiores al 5 por ciento.

El rechazo al incremento salarial del 5 % ofrecido por el gobierno se sustenta en esa lógica. A pesar de los discursos y su reiterada profesión de fe izquierdista, el MAS sigue actuando bajo los mismos principios neoliberales que supuestamente tanta repulsa le causan.

El Instituto Nacional de Estadística es un componente fundamental para crear esa ficción económica surgida de los delirios gubernamentales y que se contradice abiertamente con la realidad que día a día confrontamos los bolivianos. El vicepresidente Álvaro García apela a los más que dudosos datos de este organismo y dice que el 2009 se produjo una inflación de 0.26 por ciento y por tanto opina que un incremento de 5 por ciento sería altamente satisfactorio por cuanto implicaría que no solo se está manteniendo el poder adquisitivo del salario sino que se lo estaría incrementando. Un argumento muy parecido al que esgrimían los “gobiernos neoliberales” en el pasado.

Sin embargo hay algo que el gobierno del MAS no puede ocultar: en cuatro años del “proceso de cambio”, las condiciones de vida de los bolivianos no han mejorado, excepto, claro está, las de unos cuantos masistas y dirigentes de “organizaciones sociales”, que a nombre de los obreros, campesinos, indígenas y mujeres se han encaramado en el poder y hoy fungen de senadores y diputados, ministros y viceministros. 

El discurso masista se está agotando y los bolivianos  comienzan a exigir resultados, no solo líricas declaraciones sobre el “proceso de cambio” generalmente acompañadas de medidas demagógicas e irresponsables cada Primero de Mayo.