La patraña del “cambio”

Alegan la imposibilidad de aumentos salariales pero disponen recursos para la compra de costosos aviones para el  turismo de Evo.

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Marcha de maestros en La Paz por el incremento salarial, ayer. – Apg Agencia



El eje fundamental del discurso de Evo Morales y del MAS en particular estaba referido a la necesidad de impulsar un proceso de cambio en todos los aspectos de la vida nacional, desde el económico hasta el político y social de manera de configurar, supuestamente, un nuevo país. La consigna ciertamente resultó muy llamativa para algunos sectores que decepcionados por la ausencia de respuestas en los viejos esquemas se adhirieron a otro que se mostraba como nuevo.

No fue necesario que pasara mucha agua bajo el puente para que el discurso se agotara y se fuera adoptando de manera paulatina los viejos moldes y estilos de conducción del Estado particularmente en lo económico. Una evaluación superficial nos muestra que la tan decantada “nacionalización” de los hidrocarburos fue puro cuento; que la “nacionalización” de las telecomunicaciones se ha convertido en otra fuente de corrupción y no solo eso: que por este procedimiento Bolivia podría perder millones de dólares que pudieron ser destinados a la inversión pública debido a juicios internacionales que se avecinan. La situación en el sector eléctrico no es diferente.

Todos estos aspectos nos muestran que si bien el MAS tenía un programa político muy claro y lo impulsó en forma efectiva una cosa muy diferente ocurre en el área económica.

Una coartada muy utilizada fue la de las reservas internacionales, aspecto que se menciona en forma unilateral y sesgada sin mencionar otros factores subyacentes como el de la deuda externa e interna. De acuerdo a datos que son manejados en forma muy reservada en el Banco Central, el monto de las reservas es casi el mismo que el de la deuda.

No se necesita ser un eximio analista económico para darnos cuenta de que nos vendieron una ilusión y no una realidad. La imagen de un país con una economía fuerte y respetable resultaba muy grata para todos pero las ilusiones acaban siempre por diluirse y acabamos despertando de golpe y porrazo a la realidad.

El detonante para este brusco despertar fueron las exigencias salariales de varios sectores sociales, entre ellos maestros y fabriles, ante lo cual el gobierno solo atina a colgarles el sambenito de “ultraderechistas” o “neoliberales”. Por primera vez el MAS está viendo que su proyecto político puede ser seriamente obstaculizado en su aplicación por el factor económico.

Es que el problema básico radica en las necesidades no satisfechas y es sabido que mientras mayores son las expectativas, las decepciones pueden ser más dramáticas. Resulta llamativo que mientras se alega la imposibilidad de atender las exigencias salariales se hable de la adquisición de costosos aviones para el turismo nacional e internacional de Evo, de satélites y de armamento.

Alguien en el Ejecutivo no coordinó muy bien los tiempos y la contradicción entre estos dos aspectos resultó demasiado evidente lo cual tenía que necesariamente desembocar en esta especie de divorcio entre el gobierno y las llamadas “organizaciones sociales”. 

No se trata solo de los maestros y fabriles. El Consejo Nacional de Ayllus y Marqas (Conamaq) es una organización que nadie podría tildar de “opositora” y mucho menos de “derechista” pero las críticas más duras hacia el gobierno están proviniendo de ella.

Ante esta situación los rumores sobre un cambio en el equipo económico gubernamental se hacen cada vez más insistentes. Es más, el ex neoliberal y ahora masista ministro de Hacienda, Luis Arce, durante su último viaje a Estados Unidos estuvo distribuyendo muy profusamente su curriculum ante organismos internacionales como el BID, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, tal vez adelantándose a los acontecimientos.