De símbolos y díscolos

A falta de gestión, han dado a los símbolos una importancia suprema y son presa de una parafernalia de rituales que pretenden imponer a todos los bolivianos.

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Fotos: El presidente Evo Morales (izq), en Tiwanaku, fue el 21 de enero, en el inicio de su segundo mandato y el 30 de mayo pasado en la posesión a los gobernadores. Los 6 masistas levantaron el puño izquierdo y los 3 opositores fueron indiferentes.



Para el MAS, los símbolos tienen una importancia suprema. Se nutre de ellos y por ello ha diseñado una curiosa parafernalia que tiene un objetivo muy claro: Mostrar a Evo Morales como el partero de una nueva era, como el signado por la providencia para conducir a los indígenas hacia el Pachacuti.

No es casual que haya elegido Tiahuanacu para celebrar sus dos investiduras y que en ambas ocasiones haya estado ataviado como una reencarnación de los emperadores incas, como un hijo del sol que habrá de restaurar el Tahuantinsuyo. Dentro de la simbología masista juega también un papel muy importante la whipala, aunque el origen de esta sea muy dudoso. Finalmente los símbolos no tienen otro valor que el que se les asigna.

Es particularmente notorio la imposición del gobierno para que las Fuerzas Armadas y la Policía usen sus símbolos ya que ello implica que dos instituciones básicas del Estado se están incorporando a su proyecto. Ambas utilizan la whipala y otros símbolos pero están muy lejos de aceptarlos como suyos, de apropiarse de ellos.

Dentro de este juego de simbolismos, Evo Morales pretendió que los nueve gobernadores jurarán ante él y en la Casa de la Libertad. Como era de esperarse no faltaron tres díscolos que se encargaron de marcar distancia. Lo que hicieron fue mostrar que estaban presentes pero no reconocían un acto que implicaba la subordinación directa a una persona por mas presidente que este sea del llamado Estado Plurinacional.

Es que cada cosa debe quedar en su lugar y aplicarse en su justa proporción. La historia está plagada de hechos o anécdotas acerca de la pretensión de algunos de mostrar su poder respecto a otros o, también, de otros, que querían mostrar que el poder devenía de sí mismos y de nadie más.

Napoleón Bonaparte se hizo coronar emperador en la catedral de Notre Dame (una muestra de que Francia era en ese momento la rectora de los destinos europeos). Cuando el papa Pio VII estaba a punto de colocarle la corona, el se la quitó de las manos y se la puso el mismo. Se trataba de un mensaje de que su poder no venía de la Iglesia sino de sí mismo.

En Sucre, Evo Morales pretendió mostrar de que si bien existían gobernadores departamentales, el poder central y supremo lo ejercía él. Cuando se toma juramento a alguien se establece una relación de dependencia. El presidente toma juramento al ministro y este al viceministro.

En cambio, el presidente es juramentado ante el Congreso- ahora Asamblea-, no ante su antecesor, ni recibe los símbolos de su investidura directamente de este, porque su fuente de poder proviene del voto popular.

Si se interpreta correctamente la esencia democrática de estos actos debemos concluir que los gobernadores debieron jurar ante la Asamblea Departamental porque su fuente de legitimidad y legalidad proviene también del voto popular y no del presidente del Estado Plurinacional. Ya no son, como en el pasado, nombrados por este.

Por tanto lo que hicieron los gobernadores de Santa Cruz, Beni y Tarija fue solo hacer que se respete el voto popular y no da para que el solícito ministro de Defensa, diga una soberana estupidez como que al no hacer ningún signo visible, los tres gobernadores no juraron y por tanto estarían inhabilitados para ejercer el cargo.

Finalmente el ceremonial indica que se debe hacer el signo o señal que exprese su creencia o su convicción, pero no había Biblia o símbolo alguno ante el que pudieran jurar los tres gobernadores católicos y si bien los masistas lo hicieron con el puño izquierdo en alto, el comedido ministro debiera agradecerle a la Pachamama que a Costas, Cossío y Suarez no se les ocurrió hacerlo con un gesto de corte de manga o mostrando el dedo del centro, luego de haber sido acusados de «conspiradores» por el presidente Morales.