¿Gobernador miedoso?

Hay muchos aspectos en la conducta del gobernador cruceño, Rubén Costas que resultan sugestivos. Pareciera que quiere retrasar lo más posible que la “ley marco sobre autonomías” caiga con toda su contundencia sobre su cabeza ya que tiene en su contra dos acusaciones formales que es claro, son utilizadas para tenerlo muy controlado y no se le ocurra repetir eso del “macaco mayor y macaco menor”.

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El Rubén de ayer, fuerte con todo el apoyo de los cabildos cruceños (izq). El de hoy (der), asustado y preocupado por la persecución del gobierno del MAS.



Costas poco menos que no festejó la aprobación de dicha “ley marco” que ha causado profundo descontento, no solo en el oriente del país sino también el occidente. ¿A que se debe eso? ¿Por qué cambió súbitamente su discurso tan beligerante del pasado?

Son bastante creíbles las versiones en sentido de que los encuentros con Evo Morales, a pesar de los gestos amistosos que lucían en las fotos, fueron aprovechados por el presidente para advertirle que si decía una sola palabra en contra del combo de leyes "estructurales" y principalmente de la de autonomías, debía atenerse a las consecuencias.

Es evidente que el proceso autonómico cruceño no tiene en el gobernador a un protagonista a la altura de las circunstancias, y con esto no queremos decir que Costas debiera haber roto lanzas contra el gobierno y buscado una confrontación directa. Con que hubiera mantenido una posición coherente con el mandato expresado por más de un millón de cruceños, hubiera sido suficiente.

La actitud pusilánime del gobernador de Santa Cruz definitivamente deja mucho que desear y ha desilusionado a todos quienes lucharon en el pasado por la autonomía que desde mucho tiempo ha dejado de ser una reivindicación exclusivamente cruceña.

Hay que decirlo claramente: Costas tiene miedo y ese miedo está siendo utilizado en su contra por el gobierno. Está traicionando el mandato emanado del cabildo del millón que marco un hito histórico en la lucha por la autonomía y que fue seguido por otros departamentos del país, pero lamentablemente quien recibió la confianza de un pueblo ratificada en los comicios del 4 de abril pasado, no está a la altura del desafío.

Se sabe que quienes luchan por causas justas en momentos difíciles deben soportar todo tipo de vicisitudes, entre ellas la cárcel y el exilio y, aun, sacrificar su vida. Son gajes del oficio, podría decirse y eso lo entendían y asumían los personajes que se ganaron un lugar en la historia.

Pero hay personas cuyos principios son tan endebles que doblan las rodillas al primer embate y este es el caso de Costas cuya actitud hasta puede ser entendible -tiene un hermano perseguido y autoexiliado, además de un par de juicios armados en su contra por el oficialismo-, pero no puede ser justificada. Costas recibió en forma reiterada la confianza del pueblo cruceño, primero como líder cívico y ahora como su primer Gobernador y eso debiera ser su mejor arma para dar la batalla.

Nadie está exento de cometer errores, tener temores y debilidades en un momento dado. La grandeza de un hombre consiste precisamente en superarlos y actuar con entereza en el momento preciso. Pero al parecer Costas no esta hecho de esa madera.

Dice que “que no se perdió nada con la ley autonómica” pero no es así. Se perdieron las esperanzas de todo un pueblo pero, por sobre todo, se perdió la confianza en algunos líderes que como guapo de barrio resultaron muy parlanchines pero no dan la cara cuando les pisan el poncho.