Los viajes y el poder

Manfredo Kempff Suárez

manfredo k El revuelo que ha causado el viaje de vacaciones por cuatro días de la señora Michelle Obama y su hija Sacha a España, ha sido, cuando menos, desmedido. Los ataques contra la primera dama norteamericana en “The New York Times”, han tenido algo de cierto pero incomparablemente mucho más de crueldad. Hasta una absurda comparación con la derrochadora reina María Antonieta, pasada por la guillotina revolucionaria de Robespierre, ha tenido que soportar doña Michelle; y desde luego, han sacado con lápiz y papel (a la antigua), hasta los precios de hotel que debió pagar en Marbella. Es una perversidad de los periodistas.

Quiere decir que la señora Obama está sentenciada durante los tres años que le faltan de gestión a su esposo – y los otros cuatro siguientes años probables – a viajar como acompañante del Presidente de EEUU, por todos lados, y estar como una ostra, oyendo, tiesa y con la sonrisa congelada, discursos en los banquetes; o simplemente irse a Camp David, el lugar oficial de descanso de los mandatarios gringos, donde se debe respirar y sentir, el espíritu y hasta los fantasmas de viejos republicanos como Nixon, Reagan o los Bush.



La crítica está en que la señora Obama tuvo que utilizar el Air Force Two, que le corresponde, y que debió viajar con enorme seguridad y con muchos gastos, por supuesto. ¿Cómo más puede viajar una primera dama norteamericana para que Al Qaeda no intente matarla? ¿O los terroristas no harían volar por los aires cualquier avión comercial si se supiera que va abordo la primera dama de EEUU? Además que la señora Obama se tomó el tiempo, placentero seguramente, de compartir un almuerzo privado en Mallorca con los reyes de España y la princesa Letizia. ¿No es ésa acaso una actividad diplomática de doña Michelle?

Pues bien, de todos modos hay algo cierto: los viajes y el poder val de la mano. ¿Recuerdan cómo hacían sufrir a Jaime Paz Zamora cuando se desplazaba fuera del país alentando su “diplomacia directa”? ¿No era una inquina perversa de la oposición sacarle cuentas por sus viajes cuando se conseguían negocios buenos para Bolivia? ¿Acaso no fue provechosa esa diplomacia? ¿Y a Banzer? ¿No lo criticaban y había que dar batallas campales en el Parlamento para que lo dejaran salir por un par de días? ¡Si hasta cuando agonizaba en Washington lo seguían jodiendo para prorrogarle su licencia! ¿Y quiénes eran los que no querían que Banzer se moviera de Bolivia, además de los “movis”? ¡Éstos de ahora! Cuatro gatos entonces, pero ahí estaban, arañando.

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Hoy Evo Morales y los masistas están encantados de poder viajar. ¡Las mieles del poder! Hasta con avioncito nuevo y carísimo por cierto. ¿No hemos visto en la prensa que S.E. es el Presidente más viajero de Latinoamérica? ¿No hemos leído que tiene más de 120 mil kilómetros de vuelo, lo que significa haber dado tres veces la vuelta al mundo? ¿Tres veces la vuelta al mundo, cuando hace unos años su ruta era Chimoré-Cochabamba, ida y vuelta, encaramado en un camión repleto de tambores de coca, racimos de plátanos o de piñas que pinchaban el trasero? ¡Cosas de la vida! ¡Cómo transforma el poder! S.E. está por delante de la señora Kirchner en millaje recorrido. ¡Delante de Chávez! Decenas de miles de kilómetros por delante del presidente Alan García que es más casero y seguramente más responsable.

Y a propósito de aviones y viajes, la compra del Falcon 900 EX Easy, de fabricación francesa, ha sido una vergüenza. Le hace honor a la política de lucha contra la corrupción. Se gastaron, sin licitación, 38.7 millones de dólares. Y como ahora cunde la mariconería en la oposición y en el país entero, nadie dijo nada, salvo algún cohetito que estalló por ahí. 38. 7 millones de dólares, muy por encima del Antonov ruso, el Legacy brasileño, el Gulfstream norteamericano, el Challenger canadiense, todos más baratos.

¿Saben cuánto costó el avión Beeschcraft que le quitó años de vida a Fernando Kieffer y al propio General? Pues costó 2. 925.000 dólares. Y decían que hubo un sobreprecio de 1.188.000 dólares. Y eso que podía operar en lugares donde hubiera heridos o fallecidos. Este Falcon, adquirido por verdaderos piratas, ha costado 15 veces más dinero y la coima, que por cierto nunca será comprobada, debe haber sido 15 veces mayor. Además es todo lujo. Digno de un Rockefeller. ¿Ha echado pluma el amigo lector? ¿Ha hecho sumas y restas? Sólo la opinión pública será capaz de desenredar la manera en cómo el Falcon ha llegado a ser el 001 presidencial. Los viajes y el poder darán mucho de qué hablar aún, y lo del Falcón acabará mal, muy mal, para quienes lo compraron.

ANF