Identificaron a peruano en el atraco a Vías Bolivia; Junco y Olorio murieron en forma extraña

Con el peruano Junco operó David Olorio. Ambos fallecieron en extrañas circunstancias. Delegado de Chonchocoro dice que Junco intimidaba a los reos. Revelan que usaron misma arma en robos a Brinks y una joyería. Entre ambos atracos transcurrieron 19 meses. Un fiscal informó que se dispararon balas de grueso calibre.

image Reconstrucción. Policías armados resguardan la oficina de Vías Bolivia, el 19 de octubre, cuando se reconstruyó el atraco del 4 de julio.

La Razón



Identificaron a Junco en el atraco a Vías Bolivia

Una víctima y dos testigos del atraco a la oficina de Vías Bolivia, ocurrido el 4 de julio en el peaje de la autopista La Paz-El Alto, reconocieron a Carlos Alberto Junco Cáceres como uno de los autores del hecho. Con él operó David Olorio. Ambos fallecieron en extrañas circunstancias.

Fuentes que investigan la muerte de Olorio informaron a La Razón de que las tres personas vieron a Junco —asesinado a tiros el miércoles 24 en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro por otro reo— ingresar a la oficina de Vías Bolivia y perpetrar el atraco.

“Esta información se la conoció días después del hecho y estaba siendo valorada. Tres días antes atracaron una casa de cambios en la zona de Villa Fátima y el principal sospechoso era él (Junco)”, explicó la fuente.

Dos semanas después del hecho en el peaje, el ex fiscal coordinador de la ciudad de El Alto deslizó la hipótesis de que ambos delincuentes trabajaban juntos, luego de recibir un informe policial de la participación de Junco en el atraco de la casa de cambios en Villa Fátima donde perdió la vida su propietaria, Angélica Morales, el 1 de julio de este año.

La abogada de Junco, Beatriz Segales, aseguró que su cliente no participó en ninguno de los dos atracos. “Mi cliente era inocente”, aseguró.

Una semana antes del atraco en Villa Fátima, Junco salió en libertad del penal de Chonchocoro, donde cumplía una condena por robo agravado por el atraco (en mayo del 2009) a la empresa Brinks, que trasladaba una remesa de Bs 400 mil para pagar rentas a los jubilados, y una detención preventiva por el atentado (en marzo del 2010) con una granada de guerra en ese penal que dejó dos presos heridos. El mandamiento de aprehensión por este último caso no cumplió con todas las formalidades de ley, lo que le permitió recobrar la libertad.

Uno de los delegados del penal de máxima seguridad, que pidió mantener su nombre en el anonimato, contó que hace dos años, cuando Junco cumplía condena, maltrataba a los otros presos.

“Siempre andaba con su grupo de amigos que también eran peligrosos y se dedicaba a molestar a los internos nuevos, a los más humildes. Los intimidaba, les amenazaba con golpearlos si no le daban dinero o comida”, contó el recluso ayer a La Razón.

Junco fue atrapado nuevamente en agosto por el atraco, el 9 de agosto,  a la casa de cambios de Villa Fátima en la casa de sus suegros, en Villa Adela, y después de una audiencia cautelar se determinó su detención preventiva en San Pedro a pedido de su defensa. Pero la Dirección de Régimen Penitenciario resolvió trasladarlo a Chonchocoro el 9 de noviembre de este año, debido a la Ley 007 que establece que los delincuentes de alta peligrosidad deben ser llevados a una cárcel de máxima seguridad.

El interno que conversó con La Razón contó que al llegar al penal, los internos de la sección de régimen cerrado se molestaron y lo declararon su enemigo. “Esa sección está repleta, pero los policías decidieron llevarlo a una garita para que no tenga problemas con los demás internos. Estaba solo en ese lugar que nosotros le llamamos ‘lorera’ y eso también provocó el enojo de los (reos) de régimen cerrado porque decían que gozaba de privilegios”, contó el recluso.

Junco fue asesinado por Ángel Mantilla, otro reo del penal, quien confesó haberlo matado porque “lo molestaba”. El cadáver del reo peruano fue repatriado el sábado.

Datos del peruano Junco

Pedido

Un juzgado penal de la Corte Superior de Lima (Perú) pidió la extradición de Carlos Alberto Junco el año 2007, pero hasta la fecha las autoridades judiciales de Bolivia no resolvieron esa solicitud, por razones desconocidas, según informó el diario peruano El Comercio.

Reclusos amenazan con un motín

Los internos del penal de Chonchocoro siguen en estado de emergencia porque las autoridades del recinto carcelario no responden a su pedido de trasladar a los reos Ángel Mantilla, asesino confeso de Junco; Eladio Cruz y Sergio Frías.

“Una huelga ya no sirve de nada porque las autoridades no nos hacen caso. Estamos en una medida de presión más fuerte. Si en esta semana no nos escuchan, haremos un motín”, señaló un delegado de los internos de la cárcel. Contó que ningún jefe policial ni autoridad del penal hablaron con los delegados del recinto carcelario, situación que les preocupa demasiado.

El informante explicó que con la presencia de esos tres internos de alta peligrosidad, la vida de los otros que están en la población corre peligro.  “Aquí ya no tenemos tranquilidad porque cualquier rato podemos ser el siguiente en su lista de víctimas. Estos (reos) por cualquier cosa se alteran. Estamos temerosos de que eso pase”, manifestó.

Revelan que usaron misma arma en robos a Brinks y una joyería

Investigación: Entre ambos atracos transcurrieron 19 meses. Un fiscal informó que se dispararon balas de grueso calibre.

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Escena: así quedó el martes 23 la joyería Cristal, en La Paz, después de ser robada

La Prensa

Una fuente de la Fiscalía de El Alto reveló que, tras realizarse el peritaje de balística, se confirmó que las balas disparadas contra la Policía la madrugada del martes 23 por los asaltantes de la joyería Cristal, en la avenida Buenos Aires, salieron de la misma arma usada en el atraco a un camión blindado de la empresa Brinks el 8 de mayo de 2009.

Hace 19 meses, un grupo de asaltantes robó 19 de 22 bolsas con dinero que eran llevadas en un camión para el pago de las rentas de 500 maestros jubilados de la ciudad de El Alto.

Los delincuentes dispararon en numerosas oportunidades y dejaron sembrados los proyectiles en la sede de los rentistas del Magisterio Fiscal de Villa Dolores. La Policía recogió varios.

La madrugada del martes 23 pasado, cuatro delincuentes huían de la joyería Cristal en una vagoneta Mitsubishi y dispararon contra dos unidades policiales hiriendo de bala a un oficial y causando heridas leves a otros tres.

Los uniformados colectaron estas nuevas evidencias y el representante del Ministerio Público, que pidió reserva de su identidad, indicó que recibió informes de que las municiones fueron disparadas por una misma arma.

El jurista no reveló cuál es el calibre del armamento empleado en ambos atracos, aunque dijo que se recogió proyectiles de grueso calibre.

El peruano Carlos Alberto Junco Cáceres fue involucrado en el atraco de mayo del año pasado, pues se encontró sus huellas dactilares marcadas contra el camión atracado.

Sin embargo, Junco Cáceres no pudo haber participado en el último robo porque se encontraba detenido preventivamente en el penal de Chonchocoro, donde el antisocial peruano fue asesinado el mediodía del miércoles 24.

Junco Cáceres fue vinculado con el atraco al peaje de Vías Bolivia en la Autopista La Paz-El Alto, aunque los atracadores no emplearon las mismas armas en caso de haber sido los mismos.

“El Junco” temía ser envenenado

El súbdito peruano Carlos Alberto Junco Cáceres vivió sus últimos días atemorizado, encerrado en un ambiente fétido, enfermo y sin posibilidad de recibir ayuda de su familia o amigos.

Su viuda, Elba Calisaya, reveló que su cónyuge temía ser envenenado dentro del recinto carcelario altiplánico, por lo que revisaba minuciosamente su almuerzo antes de ingerirlo, pues la ronda que servía los alimentos llegaba al final hasta la atalaya de vigilancia convertida en celda en la que vivía.

“Pasaban por su cuarto después de que entraban por el galpón de régimen cerrado. Entonces, antes de comer, me dijo que revolvía su plato en busca de veneno u otras cosas que pudieran haberle puesto”.

Por ello, dijo que renunció a cenar. Además, era asmático y padecía diabetes. Cuando fue recluido preventivamente en Chonchocoro, se le cambió la medicación y sufrió desajustes intestinales, pero no podía ir al baño común. Debía emplear el retrete de su celda, que estaba completamente tapado y despedía un olor nauseabundo.

Por ello, colocó su camastro al lado de un ventanuco que dejaba entrar el frío del altiplano a toda hora.

A través de ese espacio, unos compatriotas suyos le pasaban su desayuno, pero la Policía lo prohibió, pese a lo que se daba modos para recibir alguna comida por las mañanas sin temor a que hubiera sido manipulada.

Para destacar

Carlos Junco era considerado un reo de alta peligrosidad, por lo que Régimen Penitenciario ordenó llevarlo a Chonchocoro.

Los delegados de la sección Cancha del penal de San Pedro certificaron que observaba buen comportamiento.