Siglos atrás, Pascal dijo que “Si la nariz de Cleopatra hubiese sido más corta, la historia del mundo habría cambiado”. Frase con la que ejemplificó el potencial que tienen los pequeños detalles para transformar el curso de los grandes acontecimientos. Actualmente, otra nariz es objeto de intensos debates en Bolivia. Cierto que Evo Morales no es Cleopatra, aunque a veces tenga poses faraónicas, pero las vicisitudes de su adminículo nasal parecen haberse convertido en cuestión de Estado. Wikileaks ha incluido entre sus filtraciones de correos diplomáticos la revelación hecha por el ministro de defensa de Brasil, Nelson Jobim, a la embajada norteamericana en Brasilia, acerca de un tumor grave -probablemente cancerígeno- que el mandatario boliviano habría tenido cerca de la nariz, y que fue la verdadera razón para que Evo fuese intervenido quirúrgicamente por médicos cubanos el 3 de febrero de 2009. Cierto que esta versión no es del todo nueva en Bolivia, ya que fue ventilada en enero de ese mismo año en libros y artículos publicados en el país, pero el terremoto político generado por la web del sinuoso Julian Assange le ha dado otra proyección a la noticia. Rápidamente, el vocero presidencial Iván Canelas ha dejado todos los demás asuntos para dedicarse a rebatir la versión de Wikileaks sobre la nariz de su jefe, en una escena que seguramente pasará a enriquecer el jugoso anecdotario de esa tragicomedia llamada “proceso de cambio”. A lo mejor, si la nariz de Evo hubiese sido más corta, la historia de Bolivia habría cambiado…
El ejemplo de Brasil
El operativo en gran escala lanzado por el gobierno brasilero para arrancarle el control de las favelas al narcotráfico, aparentemente efectivo hasta el momento, debería llamar a profunda reflexión al Ejecutivo de Bolivia. El vecino país muestra como sí es posible derrotar a las narco-mafias, cuando el poder político da un verdadero respaldo a las fuerzas de seguridad en ese combate. Mientras en Brasil se desenvuelve esta guerra victoriosa y en Colombia se jaquea a la narco-guerrilla de las FARC, el gobierno de Evo Morales continúa con su política de tolerancia (¿y promoción?) de los cultivos de coca, en su gran mayoría desviados hacia la producción de cocaína. Hay que aprender del ejemplo de Brasil.