Un balance necesario

HumbertoVacaflorHumberto Vacaflor Ganam – Recuerdos del presente

Los bolivianos hubieran querido que el año se cerrara con un balance de gestión, como ocurre en todos los países del planeta, los 193 que ahora sabemos que existen.

Pero el gobierno ha optado por dejar en suspenso el balance, con el argumento de que es una pérdida de tiempo. La elección de sus prioridades es, para decir lo menos, muy deficiente.



Estos son algunos elementos para un balance.

En lo económico, el año 2010 fue muy malo para el país. Tendrá un crecimiento económico de 4%, mientras que todos los vecinos tendrán el doble. (Paraguay crecerá 14%, tres veces y media la tasa boliviana). Las exportaciones se concentran en 70% en materias primas, por el momento con precios altos.

La política monetaria está dirigida a abaratar las importaciones, con un efecto colateral de perjudicar las exportaciones con valor agregado. Es una política cortoplacista, pero también se podría definir como miope.

Como dijo el canciller David Choquehuanca, el único que habla en serio de economía, no hay inversiones por ningún lado. Y eso se debe al confuso mensaje del gobierno, que proclama la guerra contra el capitalismo mientras busca inversiones del capitalismo. Resultado: una incertidumbre paralizante.

En el campo petrolero, el gobierno está actuando como aquel que se propone combatir la fiebre del paciente rompiendo el termómetro. Ha decidido ocultar el informe sobre las reservas de gas, lo que provoca temor entre los bolivianos y desconfianza entre los países vecinos que quisieran comprar el gas boliviano.

En minería la parálisis es producida por una reforma que no llega nunca. El propio gobierno se puso el plazo del 6 de diciembre para cambiar el sistema de concesiones pero no ha podido cumplir. Cayó en su propia trampa.

La única actividad económica próspera en Bolivia es la coca y sus derivados, ambos sectores cada vez más lejos de la capacidad de control de la policía. Los países vecinos están alarmados a tal punto que Chile se propone instalar un cerco electrónico en la frontera y Brasil tiene una actitud de creciente reproche al gobierno boliviano.

En política hemos entrado en un momento contradictorio. El gobierno parece obsesionado con el poder total, pero no advierte que su gestión es desastrosa. Se ha agotado en actos de venganza y ahora descubre que no sabe hacer otra cosa.

Los atropellos que comete contra las libertades civiles y contra la democracia han superado todos los límites. Pero no tiene capacidad para asociar sus atropellos y su “democracia payasa” a los desplantes que ha recibido, de presidentes que de pronto deciden no visitar Bolivia. Les da vergüenza o lo usan como una forma de reproche.

El gobierno ha avanzado tanto en el control de los medios de comunicación pero se encuentra que cuantos más medios controla menos mensaje tiene para emitir.

O se dedica a criticar a periodistas. Los argumentos que usa contra mí son similares a los que usaron, antes de expulsarme del país, Hugo Banzer y Luís García Meza. Y sus insultos son parecidos a los que me lanzaron Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín.

Cuando diga algo coherente le contestaré.