El Gobierno Titanic

Evo_Morales_1 La consigna central del régimen evista por estos días pasa por esconder o minimizar las dimensiones del contundente golpe político recibido, con las protestas sociales que estuvieron a punto de echarlo por tierra. Ése ha sido el eje del discurso de Álvaro García Linera, quien declaró no ver “ninguna derrota” en el “reculazo” que siguió al alza de combustibles. Y ésa es también la clave para interpretar la aparente confirmación de ministros en la reunión del día de hoy. Aparente, decimos, porque en realidad los cambios de secretarios de Estado sólo estarían siendo postergados hasta fin de mes, esperando a que se disipe un poco el ánimo aún caldeado por el gasolinazo. De esta manera, se busca evitar la reafirmación de la percepción de derrota que generaría una crisis de gabinete inmediata. Y no sólo es cuestión de tiempos, sino de preservar incólume la autoridad (o el autoritarismo) presidencial, a la que no se quiere mostrar doblegada por las presiones de las organizaciones sociales rebeldes. A manera de compensación y para sugerir que sí salió algo de la reunión, el gobierno de Evo Morales anuncia un combo de ofertas con el que se pretende calmar las ansias populares: ferrocarriles, planes de riego supuestamente ambiciosos (y que sumados sólo cubren una irrisoria cantidad de hectáreas), aeropuertos a granel y todo un rosario de promesas que, muy probablemente, nunca pasen del papel a la realidad. Esto, dado el calamitoso estado de las finanzas públicas que puso al descubierto el intento de ajuste fiscal del 26 de diciembre. Difícil, por lo tanto, que se concreten las ofertas de inversión pública en medio de una situación deficitaria, más aún cuando los pocos fondos existentes sigan siendo volcados hacia proyectos francamente faraónicos e irracionales como la compra del satélite chino, confirmada ayer por una comisión de la Cámara de Diputados. Mientras el gabinete se mira al ombligo y Evo trata de emborrachar la perdiz, la cruda verdad económica es la de una inflación disparada sin retro por el intento de gasolinazo, donde las campañas de criminalización contra los comerciantes minoristas como “especuladores y agiotistas” sólo servirán para terminar de socavar las bases sociales del MAS (gremialistas en este caso, y también los transportistas de confirmarse el minigasolinazo del 10%, que ocasionará una nueva subida del boleto). Como aquellos músicos que seguían tocando su partitura mientras el barco se hundía, los altos funcionarios de gobierno parecen ensimismados en su propia realidad paralela. Es el Gobierno Titanic.

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