Autoridades: “Memento Mori”

Jorge Landívar Roca

jorge_landivar En las actuales circunstancias, la reflexión sobre el ejercicio del poder es más que relevante. El poder político puede ser obtenido en las urnas o en el espacio jerárquico de una función pública y puede legitimarse cumpliendo la responsabilidad asumida, o perderse si se distorsiona su uso, generando frustración, ausencia de credibilidad y de apoyo político.

También es natural, en quien logra el poder, olvidar rápidamente que este es efímero y que tarde o temprano tendrá que rendir cuentas de su desempeño. En manos de irresponsables el poder se transforma en arma agresiva. No en vano se dice que: “El sumun del poder es poder dar muerte”. Entonces entiéndase que según la clase de poder que se ejerza, así será la índole del daño que con él se puede causar. Y ello lo vemos generalmente en distintos niveles de la administración pública, donde a menudo se ignora que para tener éxito en el ejercicio de la función asignada se necesita el sentido del poder para no actuar paranoicamente endiosado.



Y en el contexto del poder, la historia da cuenta que en la época de mayor gloria del imperio Romano, había la costumbre de realizar grandes desfiles con el propósito de aclamar a los generales victoriosos que habían conquistado nuevos territorios. Era costumbre durante estas manifestaciones de júbilo, que el general vitorerado tenga a su lado un esclavo personal quien tenía la misión de susurrarle al oido: “Memento Mori” cuyo significado es “recuerda que eres mortal”.

Pese al tiempo transcurrido desde aquella época hasta nuestros días, poco ha cambiado en este sentido la conducta humana, tan es así que cualquier persona que asume triunfante la conducción de un país o una importante responsabilidad pública, comúnmente se siente por encima de la naturaleza humana, y rara vez cuenta con una persona cercana que le recuerde que aún con todo el poder político que ostenta sigue atado a su condición terrenal.

Se debe notar que la natural convicción de creer que el poder es eterno, viene casi siempre acompañada de la soberbia, y que por lo general esta arrogancia también toma posesión del cargo. Gobernar con soberbia es como caminar en la cuerda floja con una venda en los ojos; y si bien al principio puede tratarse de un buen equilibrista, al final las consecuencias resultan siempre desastrosas.

Y lo más preocupante en este ámbito es que rara vez los grandes líderes cuentan con un equipo de colaboradores que, respetando su autoridad, se animen a retar su inteligencia para recordarles su mortalidad política. Al contrario, sucede que estos asesores están abocados a ponderar, aún cuando disientan, las decisiones viscerales de su jefe, desconociendo que un proceso de pensamiento colectivo genera mejores determinaciones que la decisión hormonal de una altanera autoridad. Lastimosamente se ha perdido esta bella tradición romana.