En Cuba Sanabria habría sido fusilado

mauricio-airaMauricio Aira

El 3 de marzo de 1989 el más condecorado militar cubano Arnaldo Ochoa fue ejecutado junto a otros tres altos oficiales del Ministerio del Interior. La acusación “alta traición a la patria y a la Revolución” por acciones vinculadas al narcotráfico. Cómo pudo ser posible se lo contamos en pocas palabras. Al morir la guerra fría surge con vigor el narcotráfico. Aparece entonces un capo mafioso que encarna el ilícito de las drogas con nombre y apellido Pablo Escobar Gaviria que organiza el cártel de Medellín que utiliza Centroamérica como el corredor natural para el transporte de la cocaína de los productores a los consumidores. Aparecen favoreciendo el tráfico tanto el Frente Sandinista de Nicaragua como Antonio Noruega “el revolucionario” presidente de Panamá. La inmunidad militar entonces, tanto como hoy es instrumento para facilitar el camino de la droga. Aeropuertos, contenedores, vehículos de aire, mar y tierra sirvieron para esconder y transportar la cocaína. Se podría afirmar que ningún ejército escapó a la tentación de los muchos millones de dólares que los operadores mafiosos entregaban a los guardianes.

Funcionarios cubanos civiles y militares tuvieron relación con los protagonistas de la creciente actividad tan lucrativa que convertía en dorado todo lo que tocaba. así se emprendieron acciones encubiertas y de espionaje que abrieron la puerta a contactar con el crimen del narcotráfico por existir dinero superabundante y como toda guerra requiere de medios y el guerrero lo obtiene de donde venga, se explica que Arnaldo Ochoa y sus muchachos hubiesen sido penetrados por los narcos, como el alto general René Sanabria que cayó en manos de los mafiosos y vendió su alma al narcotráfico, muy posible al cártel del Valle de Colombia. Cuba metida geográfica y políticamente en medio del tráfago no podía ser la excepción y es posible que Pablo Escobar hubiese establecido algún acuerdo con Ochoa, sin conocimiento y menos aún sin la anuencia de Castro.



No obstante haber pasado 22 años de aquel episodio, hasta hoy no se conocen los detalles de hasta donde llegó el militar en sus relaciones con el capo mafioso, lo evidente es que Fidel lo detuvo y con gran premura organizó un tribunal militar que juzgó y condenó a la pena máxima al general que resultó muerto ante 6 fusileros del pelotón de ajusticiamiento. No existe una ley que mande a fusilar a un inculpado por acciones narcotraficantes, ni siquiera en las más duras dictaduras militares salvo en China donde regularmente se ejecuta a jóvenes acusados de traficar con droga.

No vamos a detenernos en juzgar a Castro por este fusilamiento en pleno Siglo XX, y cuando Cuba parecía haber superado el trauma de los fusilamientos que fueron característica de los primeros años de “su revolución”, vamos a comparar el delito cometido por el General René Sanabria que será juzgado en horas más (inicio de proceso penal) por un delito a todas luces más evidente que hasta se mostró las cuentas corrientes en diversos bancos donde colocó medio millón de dólares recibidos del narcotráfico y que la justicia estadounidense documentó en detalle.

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Sanabria es culpable en parte de la pérdida de credibilidad y desdibuja la imagen de Evo, bastante venida a menos por la crisis económica y los conflictos. Cae en ridículo la lucha antinarcóticos con que venía fatigando a la ciudadanía. El general Sanabria, como el general Ochoa acumuló cargos y condecoraciones, al punto de sustituir a la DEA jefaturizando una organización paralela y mediatizando cada una de sus acciones que autocalifica de “eficientes y responsables”, me refiero a la frecuente demostración gráfica de “sus éxitos en el decomiso sin detenidos”

Desde ahora y para siempre todo lo que tenga que ver con los cultivos, la comercialización, la defensa de la hoja de coca, no merecerán la mínima credibilidad, como sostienen los analistas, el daño causado por René Sanabria es inconmensurable, la nación está estigmatizada como promotora del tráfico a nivel mundial y de total tolerancia con los narcos que no llegan a ser detenidos y que disfrutan de la “dolce vita” en residencias de lujo, con acompañantes de lujo (caso de las modelos de Santa Cruz) y protegidos por una red de policías comandados nada menos que por la más alta autoridad estatal.

Por cuanto el fenómeno ya conocido como “super narco-policías” ha sido desatado por quien ya ha sido declarado traidor a la patria, debería mover a Evo decretar la pena de muerte virtual para René Sanabria en lugar de pedir su extradición para que no pase nada. Claro que ello no sucederá jamás primero porque Bolivia no es Cuba, ni Evo es Fidel.

Finalmente llama la atención que dada la alta capacidad de la inteligencia y de la contrainteligencia de Cuba que opera oficialmente en Bolivia no hubiesen detectado las movidas de Sanabria y de su grupo como lo hicieron con Ochoa, salvo que estos aparatos de espionaje estén por entero concentrados en perseguir a los opositores de Evo y torturar y judicializar al liderazgo cívico empresarial de la Nación.