¡Seguridad ciudadana, ahora!

Editorial de La Prensa.

Constituye obligación del Estado restituir conceptos tales como la tranquilidad, la paz, la imperturbabilidad y la certeza al diario vivir de la población.

image La violenta muerte sufrida por el periodista David Niño de Guzmán, suscitada el pasado jueves 21 de abril, ha dejado perpleja y conmovida a la ciudadanía, toda vez que un acontecimiento de esta naturaleza era, hasta hace unos años, totalmente ajeno a nuestra realidad. Se debe considerar esta tragedia, así como otras que se han vivido en el interior del país, como el límite en la ausencia de la toma de acciones de las autoridades de turno, conducentes a garantizar seguridad a favor de la ciudadanía.



Bolivia se ha caracterizado por muchos años por ser un lugar donde la gente se conoce, donde las personas se anotician de la existencia de un nuevo pariente en las reuniones familiares, un pueblo en el que uno genera amistad con el vendedor de diarios de la esquina, la casera del mercado, el lustrabotas en la puerta de la iglesia o el conductor del minibús. Sus ciudades han sido testigos, por décadas, de transeúntes que recorrían, a altas horas de la noche, muchas veces con la sola luz de la luna, con absoluto sosiego respecto de que el arribo a su destino no conllevaría ningún percance. La convivencia ha sido siempre muy grata y llevadera. Hasta hace poco, se afirmaba que Bolivia era una nación despejada, un rincón en el mundo donde se tenía la virtud de criar a los niños sin riesgos.

De un tiempo a esta parte, este sentir de resguardo ha cambiado, y para muchos, se ha desvanecido. Hemos sido testigos y en otros casos, menos afortunados, víctimas de fechorías, “secuestros express”, robos y asesinatos, al mejor estilo de las más audaces películas de Hollywood. ¿Quién no conoce a alguien, directa o indirectamente, que ha sufrido un atentado como los que se señalan precedentemente?

El problema de la delincuencia y la violencia es sumamente complejo, de difícil solución y hasta se puede manifestar que han convivido con la humanidad desde el principio de la historia. Nos permitimos afirmar que tienen origen en una serie de sucesos, tales como la falta de empleo, la discriminación, marginación y exclusión social, la ausencia de vivienda, la deserción en las escuelas, el desmoronamiento de la familia, la corrupción, la falta de un seguro de salud que satisfaga los intereses de quienes dependen de ello y muchos otros. Habrá quienes digan también que la televisión y la internet son instrumentos que contribuyen a la proliferación de los excesos.

Constituye obligación del Estado, a través de las diversas instituciones que lo comprenden a nivel nacional, departamental y municipal, restituir conceptos tales como la tranquilidad, la paz, la imperturbabilidad y la certeza al diario vivir de la población. Es deber de las autoridades de turno devolver lo que el país ha perdido. ¡Seguridad ciudadana ahora!

Foto Ilustrativa: Compañeros levantan el féretro del periodista  David Niño de Guzman, al salir del velorio, ayer en La Paz. Foto Apg.