Arriba y cerca de la gloria

Bolívar le dio un baile a Real Mamoré, le metió cuatro (4-0) y pudo meterle muchos más —lo evitó el golero Lanz—. Fue demasiada la superioridad de los celestes, que jugaron a placer, como no lo habían hecho en mucho tiempo, frente a un rival —uno de los coleros— que no opuso ninguna resistencia. La Academia entró a la cancha con un renovado ánimo producto de su nueva chance para lograr el título, y seguro de que futbolísticamente tenía —de lejos— argumentos más sólidos no sólo para ganar, sino para hacerlo con absoluta facilidad. A esa actitud, la misma que tuvo contra Oriente, porque los celestes tomaron el partido como si se tratara de una final para no correr ningún riesgo, se sumó la pobreza franciscana de un Mamoré perdido en la cancha, intentando hacer lo que podía, con un espíritu absolutamente defensivo, pero sin una estructura mínimamente útil para detener a su oponente. Bolívar se lo ‘comió’ de entrada, Lizio se encargó de abrir brechas en la defensa, y Álvarez de pegarle a la pelota desde afuera.

Era en momentos en que el equipo local probaba de todas formas para abrir la cuenta. Lanz comenzó a construir ‘su partido’ desde el inicio, fue una muralla mientras pudo, sobre todo ante los bombazos de Álvarez y Lizio, que lo exigieron en el comienzo. Ya no pudo ante un cabezazo bien dirigido de Ferreira. Fue la apertura de la cuenta (25’), después de un centro de Lorgio y con una defensa parada. En esa primera mitad, Bolívar pudo tranquilamente hacer algún gol más, el guardameta lo evitó —ante William, que tiró fuerte—, pero también bajó un poco las revoluciones dándose cuenta de que no había que preocuparse del rival. Cuando regresaron los equipos para el segundo período comenzó el desafinado concierto del árbitro Orosco: a los 4 minutos se ‘comió’ una mano en el área de Mamoré, un penal tan grande como el estadio que no quiso cobrar; y a los 9’ expulsó a Ernesto Suárez, en una exagerada interpretación —de su parte— de ‘juego brusco grave’.

Si antes Mamoré no era rival, menos lo iba a ser con uno menos, y Bolívar continuó su paseo, ajeno a los problemas del rival, consciente de que tenía que hacer suyo el partido. Otro centro de Álvarez abrió la ruta del segundo tanto, Rodríguez se elevó y cabeceó (12’). Un minuto después, el árbitro amonestó a Lizio —su quinta amarilla— supuestamente por fingir una falta dentro del área, y a renglón seguido creyó ver una falta de Zerda contra el argentino. Penal que Zé Carlos (17’) cambió por el tercer gol. Resuelto el pleito, a Bolívar le quedaba sumar goles por si acaso, por si fueran necesarios, y de nuevo Lanz lo evitó. Orosco completó sus macanas de anoche cobrando un penal en una acción normal de un arquero intentando evitar que le conviertan. Lizio se hizo cargo y Lanz tapó. Justicia divina. El golero fue superado por cuarta vez a los 38’, no tenía equipo que lo defienda, Bolívar tocó —Cardozo a Ferreira, y éste a Álvarez— y Lorgio definió para poner el definitivo 4-0. La Academia está arriba y con el título más cerca que nunca. Falta el acto final. La figura – Pablo Lanz Los cuatro goles que recibió no son nada comparados con los que evitó. Al arquero de Mamoré lo ‘bombardearon’ y tapó incluso un penal.



Fuente: ATB.

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