Susana Seleme Antelo
Nada hay tan nocivo como el miedo que ejercen las dictaduras y los regímenes totalitarios sobre los ciudadanos. Es un miedo devastador: aniquila hasta la conciencia de ser superior a todas las demás especies del reino animal porque tenemos el don de la palabra, del conocimiento, del pensamiento abstracto. Esos dones se diluyen ante el miedo político.
De ahí que las dos definiciones que dio Aristóteles del hombre: el hombre como animal-ser político, y el hombre como ser dotado de la palabra, van perdiendo terreno, merced a Evo Morales, Álvaro García Linera, y los demás hombres del MAS. Sin pausas, más bien con prisas, los impulsos totalitarios del oficialismo reprimen la libertad de la palabra, la libertad de expresión-opinión y el pensamiento crítico. En suma, conculcan la idea de la libertad. ¿Quién o quiénes se conmueven por ese atentado a los Derechos Humanos y a la democracia?
Y es que la libertad política, siendo un fenómeno político, es sobre todo un derecho de ciudadanía y un derecho civil que va perdiendo valor como derecho inalienable de hombres y mujeres libres. Esa libertad casi siempre se pierde en aras de la igualdad. Así pensaron y actuaron los revolucionarios de todos los tiempos, desde la Revolución Francesa con Robespierre y los jacobinos; los hombres de los Soviets, en Rusia con sus bolcheviques y estalinistas, amén de otros, para terminar negando a sus pueblos tanto la igualdad como la libertad. Lo justo debiera que ser ninguna de ellas sea excluyente, sino complementarias. Salvando las diferencias, eso pasa en Bolivia en estos ‘tiempos de cambio’: el sometimiento sin concesiones al ‘pensamiento único’ sin igualdad ni libertad.
En tanto, desde el poder político se callan las leyes que hacen a la esencia del sistema democrático. Es decir, la independencia de los poderes Judicial y Legislativo sometidos al poder político del partido de gobierno, que domina todos los demás poderes. Ahí se censuran todas las ideas que difieren del pensamiento centralista-totalitario del Presidente, su ‘Vice’ y larga compañía.
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Sin embargo, hubo ingenuos que creyeron que los cambios ‘pedidos’ por Morales al Art. 82 del reglamento electoral, de verdad eliminaban las mordazas a la libertad de informar y ser informados sobre los candidatos para administrar la justicia en Bolivia. En los hechos, los candidatos ya están preseleccionados y por lo tanto no tendremos derecho a elegir ni a hacer uso del don y de la libertad de la palabra. Por eso son tan renuentes a abrirse al debate, a la discusión y a la circulación de ideas.
Sin embargo ¡qué puesta en escena se montaron! El presidente ‘buenito’ que dice "gobernar obedeciendo al pueblo", pidió el cambio del Art. 82, solo para la foto y el registro. En la práctica, no cambiaron nada y se demostró que Evo Morales gobierna sometiendo al pueblo a la censura previa. Ah! pero se mostró como el buen demócrata: pidió el cambio. Creyeron que nos emborrachaban la perdiz, cuando ya es evidente que Morales y sus hombres son adictos a mentir, amenazar, condenar, reprimir, castigar, aplastar, censurar, prohibir, sancionar, inhabilitar y dar muerte civil a quienes difieren de su ‘pensamiento único’.
El miedo y el terror político
A eso apuntan los dos famosos artículos de la Ley Contra el Racismo y toda Forma de Discriminación, por los que se dio dura batalla para no conseguir modificación alguna. Noble fin, aquel, pero para meter de contrabando la censura a medios de comunicación, a periodistas y a la labor periodística. Impusieron miedo y terror.
Como si fuera poco, ahora el Fiscal General del hoy Estado pluri-represivo amenaza a quienes digan que van a votar nulo en las elecciones para elegir a los nuevos miembros del Poder Judicial. ¿Y en qué lugar de la Constitución del Estado ‘pluri cualquier cosa’, desde corrupto, narco, contrabandista e inepto, se dice que es un delito votar nulo y pedir voto nulo? En ninguna parte. Pero ya el hecho de decirlo y amenazar con sanciones forma parte de la consigna: seguir sembrando miedo y callando voces.
Presento un ejemplo. Para celebrar el día de la Madre, preocupados por la crisis político-institucional cruceña los familiares y amigos de los presos, perseguidos, imputados y exiliados en el complot Rozsa-Sosa contra Santa Cruz, llevaron un solicitada a un periódico local. Su título era "¡Nos sobran ganas, coraje, temple y hasta impaciencia para defender la autonomía y los estatutos!", hoy amenazados por los masistas locales que quieren un cambio de hasta 80% en ellos.
En las oficinas del periódico, el texto fue sometido a ‘examen’ por un abogado de la empresa, quien pidió el cambio de la palabra ‘escollo’. La frase decía "… donde las diferencias sean una ventaja y no escollo que hoy solo beneficia al autoritarismo…". Con el cambio quedó así: "…donde las diferencias sean una ventaja y no un beneficio al autoritarismo…". ¿Cuál la diferencia? El sentido no cambió nada. La pregunta: ¿acaso ‘escollo’ se interpreta como el masculino de ‘escolla’? Que sepamos esa palabra no existe, pero podemos pensar que en este caso se trató de un exceso de susceptibilidad porque la palabra lleva la terminación ‘collo’ y por extensión podía pensarse en ‘colla’. En el peor de los casos es ignorancia a secas pues se desconoce la existencia de la palabra escollo, sinónimo de obstáculo. A este paso ¿qué sustituto buscaremos para la palabra Collasuyo, uno de los cuatro suyos del Tahuantinsuyo, el imperio de los Incas, cuya forma de determinar su procedencia es la palabra ‘colla’, de Collasuyo? Como cruceño, del nacido en Santa Cruz, o paceño, del nacido en La Paz. ¿Y qué sustituto buscamos para la palabra ‘asesinos’ cuando se hable de los muertos en la Calancha, o los del hotel Las Américas, que ya sabemos que no los mataron ahí, sino en otro lugar? ¿Cuáles para la palabra ‘represión’ cuando se hable de la forma en que han sido reprimidos los trabajadores, mineros y maestros en sus protesta callejeras por un mayor incremento salarial?
Pues nada, que la libertad de palabra está castrada en Bolivia, y la censura como la autocensura van castrando poco a poco la inteligencia, la dignidad de las personas y del oficio del periodista. En todo caso, la censura y la autocensura no tienen freno porque el miedo ha castrado la capacidad de rebelarse contra la opresión. Yo me rebelo contra todo forma de opresión-represión a la libertad de la palabra.