La ficción y el futuro

Daniel A. Pasquier Rivero

daniel-pasquier2 La mayor parte de la humanidad vive una realidad que no le gusta y rechaza. En reacción desesperada planea constantemente evadirse o superarla, con planes inmediatos. La razón nos señala que sólo la ficción admite el corto plazo, vivir el presente, o la locura. Es lo que lleva a disfrutar del circo. Durante horas introduce al mundo donde lo imposible es posible. Infinidad de trucos, instrumentos de la ilusión, la niña vuela, el trapecista se suspende en el aire, el prestidigitador saca un número casi infinito de palomas desde su negra brillante galera; los leones no se comen al domador y el elefante es capaz de sostenerse en una pata. Un fiero varón corta por la mitad a una dama que después sale elegante caminando. Todo, actores, luces, música, acompañan e incrementan la tensión generando el efecto ilusorio. Pero la función se acaba, y el director al igual que el público se dirigen lentamente hacia las puertas de salida, a la oscuridad de la noche que envuelve al circo y a la ciudad. La función se acaba y con ella se acaba toda la fantasía.

Las sociedades, los países, exigen futuro, no ficción. Y el tiempo es una variable esencial. Los cambios apuntan al futuro, y eso exige tiempo. Abundan los ejemplos de países que con realidades similares a las nuestras han salido adelante, mejoraron las condiciones socio económicas de sus poblaciones de manera significativa. Mientras que otros siguen dando vueltas a las ruedas de molino en lo que se han convertido los programas de siempre, cómo mejorar la infraestructura básica, ampliar el acceso a la educación y elevar su calidad, dotar de un sistema de salud lo más universal y competente posible, facilitar planes de vivienda accesible a los que requieren apoyo de veras para conseguir un hogar en el término de su vida, y que se desenvuelva en marcos de seguridad mínima que permita “vivir en paz”. Esos países han conseguido desarrollar sus economías en una magnitud suficiente como para convertir la justicia distributiva de un concepto vacío a una verdadera posibilidad social, donde la solidaridad guiada por normativa clara se traduce en planes de apoyo a los más atrasados en oportunidades. Países que generan tanta inversión que tienen la posibilidad de crear empleo seguro y digno, que es estabilidad e ingresos suficientes para no estar preocupados en cómo conseguir el saldo que le falta al sueldo para mantener su familia con un mínimo de decoro.



Andrés Oppenheimer, premio Pulitzer, Ortega y Gasset y María Moors Cabot, presenta su libro “Basta de Historias”; congregará a personalidades de amplios sectores de la sociedad, y más aún a políticos y autoridades atentos a tener un ejemplar autografiado y la consabida foto. ¡Cómo asegurarnos de que lean el libro! Lo ideal sería que lo tomen para lectura reposada en sus fines de semana, tratando de imaginar cómo inducir políticas que recojan algunas reflexiones a las que lleva el autor; como en “Cuentos chinos”, desfilan las consecuencias de la mentalidad e ideología “populista”. En conclusión, no hay una receta para todos, pero sí se demuestra que no hay un determinismo en el desarrollo ligado a la disponibilidad de riquezas naturales, ni a la de ideología imperante. Define más, la calidad del liderazgo que obtuvieron en un momento y que les cambió la historia. Un liderazgo que supo torcer el cuello, dejar las rencillas de siempre con sus atavismos culturales y mirar hacia adelante: construir futuro, apostando a la calidad de sus recursos humanos, dedicando atención a la educación generalizada, a la formación tecnológica y científica. ¡Por eso salieron adelante!

No es cuestión de plata, es cuestión de inteligencia, de incentivar la creatividad y la imaginación. Que el Estado Plurinacional gaste en Defensa y FFAA cerca del 50% de su presupuesto es una bofetada a una población 60% pobre y con más del 30% detrás de los muros de la miseria. Pero el presupuesto del 8.6% dedicados a la educación – cultura y a la salud el 3.9% tiene dos lecturas. Por una parte el monto es pequeño, porque la economía del país es pequeña, 17.000 millones de dólares en 2011, pero el porcentaje está adecuado a la de muchos países avanzados. Pero, lo administran mejor. La mayor parte de esos gigantes presupuestos se invierten en infraestructura, equipamiento e incorporación de tecnología (ciencia e investigación). Aquí el 60-70 % son sueldos, de maestros mal calificados, que entraron sin mayores competencias y que se mantienen por inercia de la ley y de la situación general de mediocridad en la administración del Estado. Los postulantes a las normales están entre los primeros aplazados cada año en hacer huelgas y paros reclamando más flexibilidad en el ingreso. ¿Qué califica para mantenerse en el cargo?, las pruebas en el sector fiscal, “con copie” incluido.

El país se aplaza. El número de conflictos da la medida de la calidad de educación y de inteligencia: “La inteligencia es la capacidad de resolver problemas”, dice H. Gardner. Una realidad. ¿Cuántas horas sin pausa en una mesa de negociaciones que no llega a nada? Demuestran la capacidad de aguante o, quizás, sirva de parámetro de la acción de la coca en mantenerlos despiertos. No se ha aprendido lo más elemental: cualquier negociación debe beneficiar a todos; debe haber una renuncia voluntaria e intencional de las partes a algunos de los intereses para tener un buen aterrizaje. Se puede predecir el fracaso si continuamos ignorando que el mundo cambia, avanza y evoluciona (el Decreto 21060 relocalizó a 15.000 personas; en Cuba relocalizarán a 1.3 millones en éste y los próximos años). El pasado nos esclaviza: ¿quién enjuicia por “racismo” a Sabina Cuellar, una madre originaria indígena quechua?; las marchas se condenan y se les echa tropas encima, cuando están las pruebas de Evo marchando por todo y por nada. Sólo la educación nos hará libres, destruirá nuestros odios y nos dará la posibilidad de definir y construir un futuro digno para todos.