Iván Arias Durán*
Nuestro Presidente gustoso de organizar Cumbres para temas que considera importantes, paradójicamente, los vuelve encuentros de última categoría por la forma banal que su Excelencia aborda las problemáticas de los mismos. En la reciente cumbre boliviana sobre seguridad ciudadana, el Mandatario confesó que hace años se emborrachó durante siete días seguidos y acusó a las telenovelas y el alcoholismo como los causantes de los divorcios y la violencia. “Yo estoy casi segurísimo que si hay divorcios es por culpa de las novelas, casi estaría convencido. Por culpa de las novelas, hombres y mujeres nos ponemos cuernos. Yo estoy seguro que en un 60% y el 70%, si hay divorcio es por culpa de las telenovelas”. Este descubrimiento presidencial hecha por la borda todos los estudios científicos que señalan a otros factores como las causas de la criminalidad y la violencia.
Estas expresiones que son el “hazmerreír” nacional e internacional, dejan muy mal parado a nuestra máxima autoridad y, si realmente contara, con asesores y no sopla orejas, deberían ser motivo de severas llamadas de atención interna y de comunicados de prensa de rectificación. Pero nada de eso ocurre porque en la lógica de endiosamiento que se ha montado en torno a su liderazgo, los tirasacos de su entorno aseguran que su eminencia “esta blindado contra cualquier expresión favorable o desfavorable”; que él puede decir y hacer lo que se le antoje ya que su condición divina lo pone por encima del bien y el mal.
“Creo que tenemos una cultura de competencia, una cultura de lujo, de consumismo, si no cambiamos esto (…) seguramente va a ser imposible parar esta inseguridad que vivimos todos en Bolivia y en el mundo”, sostuvo Morales. Según el gobernante, en las comunidades campesinas, “cuando hay pobreza, hay mucha solidaridad y mucha protección”, mientras que “en las ciudades cambia este tema”.
Otro gran descubrimiento: cuanto más pobres seamos, más seguros; ergo, sigamos haciendo de los bolivianos una punta de pedigüeños dependientes del papá Estado, pues está demostrado que en el país de los ciegos, el tuerto es rey y que cuanto más pobres e ignorantes seamos los políticos de turno serán los únicos que se enriquecerán y engordaran. Bajo esta lógica es mentira aquella frase de Balzac que sentenciaba que: “la ignorancia es la madre de todos los crímenes”. Vistas las cosas desde el Olimpo de la plaza Murillo, la telenovela “Al Fondo hay Sitio” es la que mejor refleja la actuación del entorno palaciego actual.
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Si, en cambio, fuéramos serios veríamos que las estadísticas y también las investigaciones sociológicas han puesto de relieve la influencia del ambiente familiar como el factor primordial en la delincuencia. Los estudios de la delincuencia y el crimen centran sus orígenes en el conflicto entre padres e hijos, las modernas condiciones de la vida familiar y la falta de relaciones primarias; la delincuencia es o puede ser un síntoma de impotencia económica y política. Bentham (1999) afirma que el “criminal por naturaleza” se debe excluir de nuestro lenguaje pues considera que una educación pertinente podría contrarrestar las condiciones de una vida familiar deficiente, de un medio ambiente corrupto y promiscuo, de hacinamiento y pobreza, adicciones al alcohol o drogas con la consecuente pérdida de valores tanto morales como religiosos y sociales. En resumen, con la implementación de programas de generación de empleo para los padres y programas escolares de psicología infantil desde la primaria, tendientes a detectar los problemas que pudieran presentar los menores en sus casas observando sus actitudes de comportamiento en el aula escolar, su precocidad, sus tendencias, etc., se podría evitar el que estas niños se convirtieran en futuros delincuentes tan en boga en la actualidad para mala fortuna de nuestra sociedad, en donde probablemente ésta tenga una gran parte de culpa por ser tan insensible a un problema tan grave como lo es atención y prevención de la delincuencia.
*Ciudadano de la República de Bolivia
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