Narcotráfico. El ministro de la Presidencia respondió a las críticas de la oposición por denunciar la Convención de Viena sobre estupefacientes. Sugieren ofensiva diplomática de la hoja de coca.
Defensa. El Gobierno defiende el acullico de la hoja de coca, mientras que la ONU sostiene que se trata de un estupefaciente.
El Gobierno de Evo Morales rechazó ayer las críticas de la oposición a su decisión de denunciar la convención de la ONU sobre estupefacientes de 1961 y aseguró que seguirá cumpliendo sus compromisos en la lucha contra el narcotráfico.
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En declaraciones a EFE, el ministro boliviano de la Presidencia, Carlos Romero, lamentó las opiniones de la oposición en sentido de que se fomentará el narcotráfico al abandonar el país el convenio de 1961. Romero también negó que Bolivia vaya a aislarse o a ser sancionada tras esta decisión porque "ha dado pasos significativos" en la lucha contra la drogadicción, el narcotráfico y en la destrucción de plantaciones ilegales de hoja de coca.
Diputados opositores y algunos analistas criticaron la aprobación en la Cámara Baja, dominada por el oficialismo, de una ley que presentó el Ejecutivo para abandonar la convención como protesta porque la ONU no ha despenalizado la masticación de la hoja de coca.
Asimismo, el diputado del MAS Lucio Marca aclaró a la agencia ABI que Bolivia no se retirará de la Convención Única de Naciones Unidas sobre Estupefacientes de 1961, enmendada por el protocolo de 1972, sino que denunciará la contradicción de derechos sobre la masticación de la hoja de coca (acullico).
El artículo 384 de la CPE establece que el Estado protege la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente.
Sustentó esa prerrogativa del Estado boliviano o de cualquier otro firmante del convenio en el artículo 46 de la Convención de Viena, que establece que cualquier Estado podrá denunciar a la Convención mediante un instrumento escrito antes del 1 de julio de cualquier año para su aplicación desde el 1 de enero del año siguiente.
"El Órgano Ejecutivo ha decidió denunciar el convenio, que surtirá efectos desde el 1 de enero pero en estos seis meses el Estado boliviano continuará aplicando y siendo parte de todas las convenciones, en ningún momento se retira, al contrario se compromete a cumplir cualquier y todas las convenciones", argumentó Marca.
Romero señaló que Bolivia está "haciendo uso de un derecho" al denunciar el convenio que, según dijo, "pretende hacer equivaler la coca con la cocaína", lo que rechaza el Gobierno. Aseguró que en los seis meses en que el país esté fuera del convenio, se mantendrán "los mecanismos que se han venido aplicando hasta ahora" en la lucha antidrogas.
"No vamos a variar ni un milímetro en esa decisión, lo haremos en el contexto de la comunidad internacional, promoviendo también acuerdos con otros Estados y cumpliendo los acuerdos que existen actualmente. Pero eso no significa distorsionar la lucha contra el narcotráfico ni criminalizar la hoja de coca", añadió.
Por su parte, el sociólogo Jorge Kodima sugirió a las autoridades gubernamentales “no seguir caminos equivocados de retirarse de la Convención de Viena”, sino más bien establecer una agenda diplomática por la hoja de coca para convencer con argumentos de que el acullico no hace mal al cuerpo humano, sino que le trae beneficios.
Kodima explicó que esta ofensiva diplomática puede ejecutarse con los embajadores ante los países del mundo y con los representantes de Bolivia ante los organismos internacionales para demostrar que la masticación de la hoja de coca no es dañina para la salud.
ONU: cae la producción de coca
El cultivo mundial de hoja de coca se redujo el año pasado un 6% gracias al descenso de los plantíos en Colombia, aunque la fabricación de cocaína se mantuvo estable y su mercado mueve unos $us 85.000 millones.
Esta es la conclusión del Informe Mundial sobre Drogas de la ONU, publicado ayer, y que también destaca que el mercado de la cocaína en EEUU, el primer consumidor mundial, se ha reducido.
En 2010, la superficie total de cultivo de coca se redujo a 149.000 hectáreas (ha), un 18% menos que en 2007, gracias al descenso en Colombia, que fue compensado por una ligera subida en Perú. En Colombia la superficie cultivada se redujo un 15% hasta 62.000 ha, mientras que en Perú siguió la tónica alcista desde 2005, con un aumento del 2%, hasta 61.200 ha.
Los datos de Bolivia no llegaron a tiempo para ser computados este año y se usaron los mismos de 2009, que indicaban la existencia de unas plantaciones de coca de 30.900 ha.
Un funcionario de la ONU en Bolivia explicó a EL DEBER que el informe se retrasó por el accidente fatal sucedido en Yungas en el que murieron cuatro técnicos de ese organismo. Se espera que en un lapso de 60 días, aproximadamente, se dé a conocer el documento.
En total, la ONU calcula que estas cifras de cultivo son la base para fabricar entre 786 y 1.054 toneladas métricas de cocaína, una horquilla parecida a la de los últimos años, aunque el valor de esta droga en el mercado ha bajado. De esa cantidad, llega de forma efectiva a los consumidores 440 toneladas, de las que el 63% se consumiría en el continente americano, el 29% en Europa, el 5% en África, el 3% en Asia y menos del 1% en Oceanía.
El valor del mercado mundial de cocaína es menor del que era a mediados de la década de 1990, cuando los precios eran más altos y el mercado en EEUU era fuerte. En 1995 el mercado tenía un valor de $us 165.000 millones, pero en 2009 bajó a $us 85.000 millones. /EFE
La coca es la materia prima de la cocaína
Franklin Alcaraz | Director de Celin
La posición del Gobierno es sostener que la Convención de 1961 va contra lo estipulado en la Constitución de Bolivia y, por lo tanto, la Convención de 1961 debe cambiar y sacar la hoja de coca de la lista de estupefacientes. Obviamente, no dicen nada sobre que la Convención de 1961 es anterior a la nueva Constitución en actual vigencia. El Gobierno dijo en repetidas oportunidades que respetaría los tratados internacionales suscritos por Bolivia, pero en este caso hizo todo lo que pudo para doblar la mano a la ONU, sin conseguirlo, obviamente.
Por otra parte, el Gobierno sostiene que la hoja de coca no es cocaína; pero tampoco dice nada sobre que la hoja de coca es materia prima para la obtención de esa droga y que sin coca no hay cocaína. Cambiar eso, en el contexto internacional, será muy difícil, porque la posición de los países que se oponen a la modificación de los artículos correspondientes parece más sólida que la posición del Gobierno boliviano que quiere imponer su criterio de que la hoja es sagrada y culturalmente importante.
No es así. Culturalmente hablando, solo el 14% de la población del país acullica coca. Y este es un porcentaje que va en disminución (En 1950 acullicaba coca el 33% de la población). Por otra parte, el 60% de los acullicadores actuales no quieren que sus hijos sean acullicadores. Es probable que en este Gobierno haya habido un ligero incremento dado el estímulo que significa un Gobierno defensor de la hoja de coca, pero en todo caso, este ligero incremento de acullicadores no es importante. Otra cosa es que la hoja de coca reditúe importantes ganancias a los productores y comercializadores de este producto y que este sea, al final, la causa de que sea ‘sagrada’ y ‘culturalmente importante’. Si la hoja de coca no redituara ganancias seguramente dejaría de ser todo eso.
El Deber, agencias