Heroína boliviana Juana Azurduy será la primera Mariscal de América Latina

Homenaje. La guerrillera recibió el grado de generala del Ejército argentino en 2009; ayer la Asamblea Plurinacional aprobó que sea nombrada Mariscal de Bolivia. El presidente Evo Morales homenajeará a la prócer boliviana.

imageEl monumento a Juana Azurduy de Padilla, en Sucre. Archivo digital

Pagina Siete / La Paz – 05/08/2011



Juana Azurduy será la primera Mariscal de América Latina

Juana Azurduy de Padilla, casi 150 años después de morir en la miseria y olvidada por la patria que liberó, se convertirá mañana en la primera mujer en recibir el grado de Mariscal en América Latina.

La guerrillera que en vida recibió el grado de teniente coronel del Ejército argentino y coronel del Ejército Libertador recibirá el grado más alto del Ejército post mortem. En 2009, la presidenta argentina, Cristina Fernández, la ascendió a generala.

La Asamblea Legislativa aprobó ayer por unanimidad una resolución que autoriza al presidente Evo Morales a otorgar a Juana Azurduy de Padilla el grado póstumo de Mariscal del Estado Plurinacional de Bolivia en la sesión de honor programada para este 6 de agosto en la ciudad de Sucre.

“Se encomienda que el Presidente constitucional del Estado y capitán general de las Fuerzas Armadas de Bolivia, en la sesión de honor del 6 de agosto de 2011, otorgue a doña Juana Azurduy de Padilla el grado póstumo de Mariscal en reconocimiento a su patriótica acción demostrada en la lucha por la independencia de Bolivia y América”, señala la disposición parlamentaria.

Al respecto, el presidente nato de la Asamblea Legislativa, Álvaro García Linera, dijo que es la primera vez en tiempos de democracia que se realiza un nombramiento como el otorgado a la generala Juana Azurduy.

“Es la primera vez en democracia que vamos a proceder al nombramiento de una Mariscal, en este caso del Estado Plurinacional de Bolivia”, aseveró.

La resolución fue presentada por la Cámara de Senadores, que de acuerdo al numeral séptimo del artículo 160 de la Constitución Política del Estado establece como su atribución el reconocer honores públicos a quienes lo merezcan por los servicios brindados al Estado.

“La guerrillera de la libertad” y “la coronela de América” fueron algunos de los apelativos con los que se conoció a la mujer que nació en el territorio que después fue nombrado como Sucre.

Su trascendente participación en las campañas del Cerro Rico de Potosí y en el combate de El Villar le valieron renombre en las filas independentistas.

En aquellos días recibió honores del héroe patrio argentino Manuel Belgrano y mucho después, en 2009, de nuevo en El Villar (Sucre), Cristina Fernández la ascendió de forma póstuma.

En su mala hora, Simón Bolívar la visitó e instruyó que se le otorgue una renta vitalicia por los grados militares que tenía.

Azurduy murió viviendo en una choza; las disputas políticas de la época causaron que pierda su pensión y terminó sus días pidiendo limosna. “Llegar a esta edad con las privaciones que me siguen como sombra no ha sido fácil; y no puedo ocultarle mi tristeza cuando compruebo cómo los chapetones contra los que guerreamos en la revolución, hoy forman parte de la compañía de nuestro padre Bolívar”, escribió a la coronela Manuela Sáenz, la mujer del Libertador, cuando le quedaban pocos años de vida.

El perfil

Nacimiento. Nació el 12 de julio de 1780 en La Plata, territorio que ahora es conocido como Sucre.

Fogueo. Participó en el levantamiento de Charcas de mayo de 1809, a partir de allí no se separó de las filas revolucionarias hasta el fin de las guerras independentistas.

Compañero. El coronel Manuel Ascencio Padilla fue su pareja y su compañero en la guerrilla. Con él tuvo cinco hijos, solamente la menor sobrevivió a la guerra. Padilla murió por salvar a Azurduy en un combate en 1816.

Honores. Fue ascendida a teniente coronel del Ejército argentino y coronela del Ejército Libertador durante las campañas por la independencia.

Póstumo. En 1962 fue nombrada Heroína Nacional de Bolivia. En 2009, la presidenta argentina, Cristina Fernández, la ascendió a generala de su país. Mañana será Mariscal.

Semblanza

Alberto Lapolla

Historiador

Francisco de Miranda murió en las mazmorras de Fernando VII en Cádiz. Mariano Moreno fue envenenado por el capitán de un barco británico y su cadáver arrojado al mar, anticipando un destino recurrente para los revolucionarios argentinos. Manuel Belgrano murió en la pobreza en 1820, cuando aún la América necesitaba de sus inigualables servicios. Todavía no se habían cumplido ocho años de que hubiera salvado a la revolución continental en Tucumán. Bolívar murió solo, perseguido por facciones oligárquicas que combatían su proyecto de unidad continental; expresó con amargura: “He sembrado en el viento y arado en el mar”. Bernardo O’Higginns fue desterrado y perseguido luego de luchar toda su vida por la libertad americana. Monteagudo fue apuñalado en una oscura calle de Lima. Dorrego fue fusilado sin juicio alguno -por instigación de Rivadavia- por su antiguo compañero de mil batallas. En este marco de ingratitud caída sobre nuestros revolucionarios, aquellos que nos dieron la libertad y produjeron la más grande de las revoluciones del mundo occidental del siglo XIX, no es de extrañar que Juana Azurduy, la mayor guerrera de América -en un continente que hizo de la resistencia su identidad-, terminara sus días como una mendiga miserable en las calles de Chuquisaca, habitando un rancho de paja.