Los indígenas y la cruz

monseñor La Revolución del TIPNIS no sólo puso de manifiesto las contradicciones radicales entre la imagen que el régimen cocalero construyó for export y su realidad práctica, sino que también desnudó el carácter artificial y partidario de elementos presentados por el evismo como parte de la “verdadera cultural pre-colonial”, como la whipala y el culto pachamamista.

En los más de dos meses de marcha indígena se vio la virtual evaporación de la whipala (sobre la cual ya pesaba una amplia polémica acerca de su carácter apócrifo), que fue sustituida por el pabellón tricolor y por la bandera blanca con el patujú, convertida en todo un símbolo de la no-violencia activa que le ha infligido a Evo Morales una de sus más graves derrotas políticas.

De igual manera, se disolvió el pachamamismo, el culto animista que el régimen quiso imponer como nueva religión oficial. Tras la brutal represión en Yucumo, los indígenas del Oriente buscaron refugio en la iglesia de San Borja, y su llegada a La Paz fue recibida por representantes eclesiásticos.



Finalmente, tras la promulgación de la Ley corta del TIPNIS, los marchistas celebraron participando en una misa en la catedral paceña, como preámbulo al retorno a sus regiones de origen.

Todo parece indicar que la identidad cultural boliviana que intentó ser deconstruida o desmontada por el proyecto “plurinacional” está más viva y fuerte que nunca, tanto en sus símbolos (la tricolor) como en sus tradiciones espirituales.

Fenómeno que, por una parte, da cuenta del profundo mestizaje que es constitutivo a la nacionalidad boliviana, y que al mismo tiempo revela la débil y superficial implantación de los elementos con los que se pretendió construir la hegemonía cultural del evismo.

Ésta representaba para el proyecto del MAS uno de los mecanismos fundamentales para la concentración y perpetuación en el poder, tanto por la posibilidad de control ideológico de la población como por la oportunidad de debilitar a estructuras que, como la iglesia, podían servir de contrapeso a las tentaciones totalitarias.

Lo cierto es que los ideólogos del régimen no entendieron la cultura profunda del país y se equivocaron radicalmente al creer que los pilares de la identidad nacional podían desecharse como meros atavismos del periodo colonial.

Entre las cenizas del proyecto de Estado Plurinacional se da un renacimiento simbólico de la identidad nacional, de la mano de la redescubierta unidad de los bolivianos, ejemplificada en el apoteósico recibimiento del pueblo paceño a los marchistas indígenas del Oriente…

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