Daniel Pasquier Rivero
Fue Rafael Quispe, Mallku del CONAMAQ, quien en una entrevista el 19/1/2009 apuntó “parece que el hermano Evo tuviera dos cerebros”, al observar las contradicciones casi permanentes en el discurso y la acción del Presidente (M.T. Zegada y otros, La democracia desde los márgenes, CLACSO 2011). Por un lado, los indígenas, la defensa del medio ambiente y los recursos naturales, la madre tierra; por otro, un plan económico con pilares desarrollista y, principalmente, extractivista, los mismos conceptos manejados por todas las oligarquías bolivianas, iniciadas con las minero feudales. No hay atisbos de un modelo económico acorde a los principios ideológicos de la revolución democrática y cultural.
Las bases ideológicas del Gobierno están relegadas a un plano secundario. Importa lo que ha dejado patente el tema TIPNIS. No importan indígenas, pueblos originarios ni culturas ancestrales; tampoco la conservación de los recursos de la “pachamama”. Nada de armonía hombre-naturaleza. Hay un compromiso de Evo con Lula da Silva, que deberá ser investigado. Parece evidente que el compromiso de la presidente Dilma Rousseff es distinto, y lo ha hecho saber: no le interesa el trazado del Tramo II y acatará lo que decida el Estado Plurinacional. Para Brasil el proyecto es importante, en la gran perspectiva de llegar a los mercados asiáticos desde el Atlántico al Pacífico.
Pero, sobre todo, para mover su producción desde el corazón agroindustrial brasilero hacia 3.000 millones de consumidores de alimentos, el mayor mercado mundial del siglo XXI. El futuro de la economía mundial pendiente de la seguridad alimentaria que puede aportarle Latinoamérica.
Bolivia participa de esta manera en el gran proyecto continental bajo batuta brasilera. Algo muy positivo; con la mayor economía latinoamericana y además vecina. Sin embargo, para ser de alguna manera socia y buena vecina tiene que dejar de inundar con droga las calles del gigante consumidor; lo desangra económicamente y, quizás lo más preocupante, genera las condiciones para el mayor desastre social de ese país con los millones de adictos. Violencia, delincuencia, inseguridad ciudadana, los efectos más visibles que ocultan males mayores, que llenan de angustia a cualquier gobernante responsable.
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Para Brasil, consolidar su liderazgo pasa en parte por el éxito en la lucha contra el tráfico de drogas. Por tanto, las vueltas a la firma del acuerdo con Brasil y EEUU sólo manda señales de falta de voluntad política de parte del gobierno de Evo Morales para asumir el compromiso con franqueza y transparencia. El argumento de la soberanía está desgastado, porque la capacidad económica y logística del narcotráfico supera con mucho la capacidad del Estado Plurinacional, y porque la realidad pone en evidencia a un mundo de soberanías limitadas por el alto grado de globalización alcanzado.
¿Qué pretende Evo convocando a una Cumbre Social? Fiel a su estilo, Evo y los sindicatos, seguramente buscan una aprobación a las líneas maestras, ya definidas de antemano, de los pasos a seguir respecto a los principales temas que ponen en riesgo la gobernabilidad del país y hasta la continuidad de su mandato. ¿Estaba este evento previsto o responde sólo a la emergencia? ¿Se está asumiendo al menos el gran error en el manejo del conflicto con los indígenas, que ya ha privado al Presidente de estar en Durban (Sudáfrica)? Allí hubiera expuesto por enésima vez su tesis de defensor planetario de los pobres y de la pachamama, algo que no puede hacer García Linera. Pero no es posible llegar allí con ese discurso, imagen y simbología costosa, que tuvo fondos ilimitados varios años y apoyos desconocidos de todos lados, cuando ya estuvieron en la testera, con rueda de prensa incluida, los que sufrieron la masacre instruida por el gobierno de Evo el 25 de septiembre en Yucumo. O por el contrario, ¿intentará el Presidente persistir en el error medioambiental, ecológico y humanista de sacar de la Cumbre Social “el mandato” de continuar con la construcción de la carretera con el trazado previsto por la OAS/ABC?
Evo está en una encrucijada. Porque, instruir la destrucción del TIPNIS le puede costar el resto de su capital político. Habrá cumplido con sus bases cocaineras (los productores de la coca que sólo sirve como materia prima al narcotráfico), las principales beneficiarias del proyecto, y hasta ahora las únicas que le han demostrado absoluta fidelidad, como si se tratara de “coca o muerte”. Ya no podrá ocultar el origen de la relativa prosperidad en la economía boliviana. El Vice repite que “la multiplicación de los panes” se ha dado con éste gobierno; lo cual no es cierto. Los precios externos, que no dependen de su buena, mala o nula gestión, hicieron el milagro; se multiplicaron por cinco y más en la minería y el gas en los últimos seis años; no es fruto de la productividad y la eficiencia en el manejo de la economía. De hecho, en el sector de gas e hidrocarburos, hay amenaza de llegar a lo comido por lo servido. Sube o baja un poco el precio del gas exportado, pero se importa cada vez más combustibles y con el precio del petróleo en alza. Los cálculos para la subvención ya saltaron, aún antes de contar con el impacto en consumo de 130.000 “chutos”. Para colmo, la verdad de las reservas internacionales se sabrá solamente cuando se destape finalmente el estado de la deuda interna.
¿Saldrá “gasolinazo” de la Cumbre Social? Si no asisten senadores ni diputados del MAS, ¿para reserva, por si acaso hay que dar marcha atrás, otra vez? Lo que pase en la Cumbre, ¿alineará ante el mundo a Evo y su gobierno con los intereses del narcotráfico, la mayor transnacional y genocida del planeta? ¿Qué margen de gobernabilidad le quedará a Evo-Álvaro hasta el 2014? No todo parece depender del presidente. En más de una ocasión el Vice ha tomado la posta, ¿por iniciativa propia? En definitiva, ¿cuál de los cerebros dominará?
El Día – Santa Cruz