“Bolivia ya está en el círculo vicioso de la economía de la cocaína. Es uno de los tristes logros del gobierno”. La frase lapidaria proviene de Carlos Jahnsen Gutiérrez, prestigioso economista boliviano que actualmente asesora al Banco Central de Vietnam, uno de los países de mayor crecimiento en el Lejano Oriente.
La economía de la cocaína en Bolivia, o Narconomics como la hemos denominado en anteriores columnas, ya es un fenómeno visible a nivel internacional, y en su momento fue reconocida en un lapsus retórico por el vicepresidente del Estado Plurinacional, que estimó en unos 700 millones de dólares el ingreso proveniente del narcotráfico (cifra probablemente inferior a la real).
Lo más preocupante es que, mientras la tolerancia gubernamental deja crecer esa narco-economía, la voracidad burocrática empuja a nuevas estatizaciones que tarde o temprano terminarán por desincentivar la inversión extranjera directa en el país, como lo señala un reciente estudio de la Fundación Milenio.
Es decir, que se abre cancha a la economía extralegal mientras que la otra, a la que no depende del “oro blanco”, se le van cerrando horizontes.
Volviendo a las declaraciones de Jahnsen: a la pregunta sobre “¿cuál es la receta del éxito económico de Vietnam?”, responde irónico que el asunto pasa porque “en Vietnam no gobierna ni Evo Morales, ni García Linera ni el viejo ni nuevo gabinete del MAS”.
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Otras observaciones del economista tampoco dejan bien parada a la administración de Evo Morales:
“El crecimiento de la economía boliviana es el más bajo, comparado con el de nuestros vecinos sudamericanos”.
“Desde el punto de vista de una estrategia exitosa de desarrollo económico sostenible, en base a una matriz productiva diversificada y de creación de mayor valor agregado que vaya más allá del histórico extractivismo, Bolivia lamentablemente no muestra cambios sustanciales. En ese sentido, la gestión económica del Gobierno es un fracaso”.
“Básicamente, la estructura económica de Bolivia no ha cambiado desde los años setenta, cuando se inició la exportación de gas a Brasil. Por el contrario, se advierte un retroceso, ya que el sector de productos no tradicionales, que tuvo un incremento a fines del los años `90, está en descenso”.
“La ‘lluvia de dólares’ hacia Bolivia no es resultado de una buena gestión de Gobierno. La Ley 3058, de 05/2005, aprobada durante el gobierno de Carlos Mesa y que determinó un impuesto directo a los hidrocarburos, fue determinante en el impacto del incremento de los ingresos fiscales a partir de 2005 y esto en un 50% del incremento de ingresos después de la nacionalización de los hidrocarburos”.
“A este aumento se tiene que añadir el efecto de la evolución de los precios internacionales, más el incremento de ingresos de dólares provenientes de la economía del narcotráfico, que estimulan también fuertemente el consumo interno”.
“Al iniciar la gestión de Evo Morales, Bolivia tenía una opción de profundizar el desarrollo del sector extractivo del gas junto a su potencial industrial, más el desarrollo dinámico del sector no tradicional de la economía. Seis años más tarde se tiene a un 70% o más extractivista, a inversiones extranjeras espantadas, a un sector agropecuario y un no tradicional en achicamiento, y a una potente economía de la cocaína en crecimiento”.
Todo indica que el equivocado enfoque de la política económica del evismo conduce inevitablemente a dilapidar la bonanza externa de los precios internacionales. Mientras tanto, florece la Narconomics…