La calle en Carnaval

Rolando Schrupp

SCHRUPP El humano siempre necesita válvulas de escape de la presión que se acumula por la rutina de la vida a través de los meses. Debe ser el mejor ejemplo el carnaval, donde el pueblo se junta con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo, bajo un sistema de anarquía organizada. Los códigos legales son reemplazados por códigos propios y es sorprendente que un tiempo tan largo sin autoridad el carnaval no se desborde.

Los días de mojazón en el centro han traído fenómenos muy interesantes, donde los famosos garajes le han cambiado la fisionomía al carnaval, pues carnaval sin calle y sin banda no es carnaval. Los códigos implícitos de respeto de comparsa a comparsa identificadas por color y nombre son reducidos a estos pequeños espacios de música de pichifón, dejando la calle para que se den dos fenómenos.



La idea de que eran más seguros los parqueos se ve desvirtuada al quedar la calle en manos de pequeñas turbas de antisociales que se mezclan en el anonimato del carnaval para hacer sus fechorías. Más de uno ha quedado expuesto a estas turbas al salir de los parqueos y darse cuenta que ya no están las casacas para identificar a los grupos de comparseros, exponiendo la integridad física de los carnavaleros a estos antisociales. Pero también ha levantado una barrera social que ha permitido a los barrios adueñarse del carnaval y hoy por hoy son el verdadero sentido del Carnaval Camba, con cientos de ballets folclóricos y llenando las calles del centro para asumir la anarquía organizada del carnaval, lejos de clases o estamentos sociales.

Los parqueos no matarán el carnaval, matarán a los carnavaleros que se ven encerrados en ellos, puesto que el verdadero carnaval es saltando sobre las losetas y tronando la banda.

El Sol de Santa Cruz