ABC Color: La lucha indígena para detener los atropellos y abusos de Evo Morales

marcial Marcial Fabricano es líder del pueblo indígena mojeño, en la Amazonia boliviana. En mayo de 2009, fue brutalmente azotado en una plaza pública por una turba masista. Estuvo al borde de la muerte. Es el rostro visible de la oposición indígena a la construcción de una carretera que cortará en dos las comunidades que habitan el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). Los montes del Tipnis se encuentran en la mira de los cultivadores andinos de coca. La lucha por el territorio indígena se convirtió en una dura pulseada con Evo Morales.

–¿Qué significa el Tipnis para los pueblos indígenas que allí habitan?

–Es un territorio ancestral, milenario. Para nosotros es nuestra casa, donde tenemos grandes bendiciones, recursos naturales en abundancia. El Tipnis es nuestro hogar, nuestro refugio. Es nuestra farmacia grande. Encontramos las medicinas en las cáscaras, raíces, hojas, frutas. Desde milenios encontramos en el monte la salud, la vida y el conocimiento ancestral se fue transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nosotros. Allí viven tres grandes grupos étnicos: los hermanos yucacare, el pueblo indígena chimane y nosotros, los mojeños trinitarios.



–¿Cuál es la lucha que llevan adelante?

–Para nosotros, el Tipnis es la vida misma. Llevamos adelante una lucha de defensa, reclamando el respeto a nuestro hábitat. La ciencia, la sabiduría de nuestros antepasados gira en torno al bosque. Nada de ello hubiera llegado hasta nosotros, si no hubiera sido porque es una forma cultural de vida. Nuestra relación es con el territorio indígena, todo gira en torno al Tipnis. Por eso el territorio es vida. Sin mezquindad alguna hacemos la defensa a ultranza de nuestro espacio territorial. La preservación del monte no solo beneficia a los pueblos indígenas sino también a Bolivia en su conjunto y en términos más amplios, al mundo. Cada animal, cada planta, cada especie que allí sobrevive es patrimonio de todos, sin excepción. Nuestra lucha es que se respete. Nosotros respetamos y exigimos que también los otros tengan el mismo respeto. Aquellos que no viven en nuestro territorio, pero también tienen el beneficio de sus aguas y sus montes.

–¿Por qué se inicia la lucha por el Tipnis?

–La lucha por la defensa de nuestro territorio no es de hoy día, sino que lleva década. El problema es que en los últimos cinco años se agudizó el conflicto. Basta con mencionar que en los años 1970 comenzó el proceso de penetración de migrantes andinos, quechuas y aymaras, provenientes del interior de las montañas. Sin ninguna consulta, sin comunicación de parte de los gobiernos de turno, para ver si aceptamos o no esta presencia avasallante, se fueron instalando dentro de nuestro territorio. No sabíamos si era planificado, como parte de un plan de desarrollo o simplemente resultado de la ambición de instalarse en nuestras tierras. El asunto es que de repente nomás aparecieron nuevos habitantes en nuestro territorio y en pocos años, los mojeños y los yuracare fueron los primeros en verse enclaustrados por los andinos que bajaron de las montañas.

–¿Marcó el principio de la presencia de cultivadores de coca?

–El cultivo de coca se inició al momento. El primer resultado de esta presencia fue que nuestros hermanos indígenas se convirtieron en mano de obra de los cocaleros. En aquel momento fueron contratados como cosechadores de la hoja de coca. En los últimos años, como resultado de un aumento de la población migrantes, con cocaleros organizados en torno a sindicatos, fueron absorbiendo a algunas comunidades para que también se vayan involucrando en cultivos de coca. Este es uno de los graves problemas que tenemos que enfrentar.

–La expansión del cultivo de coca es una constante.

–Cada día aumenta la superficie destinada a la hoja de coca. Se tiene la impresión de que no hay forma de detenerla. El tema es que también tiene un impacto negativo a nivel ambiental. En el caso de los cursos de agua, por ejemplo, los ríos están colmatados, contaminados por los químicos que se utilizan en forma masiva. Al aumentar la población, también fue mayor sobre los recursos naturales. En los ríos, los cocaleros andinos pescan con dinamita, destruyendo toda la fauna íctica.

La amenaza de un camino

–Ahora surge la amenaza de construcción de una carretera, en medio del Tipnis.

–Ahora es el propio Estado boliviano, el mismo gobierno que administra el Estado, el que adopta como política la apertura de un camino en medio del territorio indígena. Para sorpresa nuestra, la gran contradicción es que el mismo Presidente de la República, que dijo identificarse con la causa indígena, antes de subir al gobierno, el que impulsa una ruta que terminará por destruir nuestro territorio. Evo Morales supuestamente lidera un gobierno indígena, pero es todo lo contrario. Evo Morales es todo un retroceso para los pueblos indígenas amazónicos.

–Una suerte de indígenas amazónicos contra indígenas andinos.

–Los indígenas andinos tienen otra cultura, otras prácticas y otra visión de cómo llevar adelante la convivencia social. Lo hacen a través de la coca, una materia prima conocida como hoja sagrada. Es propio de su cultura, nosotros respetamos. Nuestra manera de ver el mundo es a través del bosque. La cultura indígena de la Amazonia gira en torno a un territorio común, gobernado por la naturaleza. Aparte, no hay duda de que la hoja de coca se destina en buen porcentaje a la producción de drogas que en definitiva están dañando a la misma juventud boliviana.

–¿La apertura del camino significará ampliar los cultivos de coca?

–¡De eso no cabe ninguna duda! Hay un trazado de la ruta, con un registro de los nuevos habitantes que ingresarán al Tipnis. Es nueva gente que tomará posiciones a lo largo de la ruta. Estamos hablando de más de dos mil personas que se sumarán a quienes ya están cultivando coca. Eso no es otra cosa sino seguir expandiendo la frontera destinada a la hoja andina.

–El Gobierno habla de integración entre los departamentos del Beni y Cochabamba.

–No es un proyecto limitado a la unión entre dos regiones. Nosotros no nos oponemos a una construcción caminera. En lo que no estamos de acuerdo es en que una ruta tenga que dividir, tenga que dañar nuestra forma de vida y el ecosistema de nuestro territorio. A eso nos oponemos. Pueden tener otro trazado, hay alternativas técnicas, pero el gobierno de Evo Morales insiste en pasar por el medio de nuestro territorio, cortando en dos a las comunidades que allí habitan.

Evo, farsante

–¿Cómo impacta el cultivo de coca dentro de las comunidades del Tipnis?

–Tiene un impacto negativo muy grande, como ejemplo podemos mencionar el empleo generalizado de niños en los trabajos de cultivo y proceso de elaboración de la pasta base de cocaína. Son utilizados para pisar las hoja, como parte del proceso de maceración. Esos niños son de mi pueblo. Existe un avasallamiento, es otra visión de hacer la vida con todo lo que ello implica. No estamos viviendo en paz en nuestra casa grande, en nuestro territorio. Y ampliar el espacio destinado al cultivo de coca ya es una amenaza directa a nuestra supervivencia.

–¿Cuál es la postura de la Iglesia Católica ante esta situación?

–El testimonio del obispo de Cochabamba refleja la magnitud del problema de los niños trabajando en el procesamiento de la hoja de coca. Las denuncias fueron dramáticas, pero también sufrió fuertes represalias y amenazas por involucrarse. Lo maltrataron y tuvo la advertencia de ser expulsado de Bolivia, por denunciar una situación seria y lacerante.

–El presidente Evo Morales habla con frecuencia de la Pachamama, la madre naturaleza.

–Tremenda contradicción. Para nosotros, como pueblos indígenas, lo que dice Evo Morales es una cosa y las decisiones que toma, son otras. Su discurso es contradictorio. Tiene habilidad en usar el discurso de los valores indígenas en la comunidad internacional. Tiene objetivos estrictamente políticos, para consolidar su gobierno, pero no tiene un compromiso real de lucha por los derechos de los pueblos indígenas. La Pachamama no tiene nada que ver con las prácticas del actual gobierno.

–¿Se le podría calificar como un farsante?

–Yo creo que farsante queda chico. No duda en falsear los hechos. Lo que sucede en el interior de los pueblos indígenas es muy diferente a lo que dice en los foros internacionales.

–¿No buscaron un acuerdo con el Gobierno?

–Por supuesto que sí. Tenemos un acuerdo firmado con el mismo Evo Morales, cuando era presidente de la Federación de Cocaleros, donde se acordó una línea roja que no debían pasar los cultivadores. No sirve de nada el documento. Allí están queriendo abrir la ruta.

ABC Color – Paraguay