El “Ministro de la Cocaína” anuncia que viaja a Brasil para “ajustar cuentas” con la revista Veja. Pero los periodistas brasileños cierran filas en torno a su ética profesional, declaran la visita como “indeseable” y le niegan “autoridad moral para procesar a ningún periódico”. La situación obliga al gobierno del Brasil a tomar cartas en el asunto: sutilmente, el incómodo visitante es invitado a abandonar el país.
Poco antes de este suceso, otras publicaciones internacionales han definido al régimen boliviano del cual el ministro es “hombre fuerte” como “un apéndice de las organizaciones criminales que dominan el floreciente tráfico de cocaína”.
Se habla del “gobierno de los coca-dólares” y un senador extranjero acusa al ministro de “utilizar su cargo para sabotear las esfuerzos por controlar el tráfico de drogas”, así como de “comprar la lealtad de comandantes claves e impedir la represión contra el narcotráfico”.
Esta última denuncia encuentra eco en un militar retirado de alto rango, quien acusa al “Ministro de la Cocaína” y a su régimen de “corromper y dividir a las Fuerzas Armadas, así como a la Policía boliviana”.
Probablemente, el lector suponga que nos referimos a algún personaje de la actualidad política del país, o que estamos haciendo un ejercicio de (cercana) futurología. Nada de eso.
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Los entrecomillados pertenecen al libro “La mafia en el poder”, publicado por el Latin American Bureau, y se refieren al viaje realizado al Brasil por quien fuera ministro del interior de Bolivia, Luis Arce Gómez, con el cometido de enjuiciar a Veja.
Las restantes denuncias pertenecen al senador norteamericano De Concinni, a The Washington Post y a The New York Times.
Hoy en día Arce Gómez, quien fuera puntal de la narco-dictadura del general García Meza, purga pena de 30 años de prisión en Chonchocoro, luego de pasar varios años encarcelado en Estados Unidos.
A la luz de recientes acontecimientos, se podría inferir que Karl Marx, tan equivocado en otras cosas, dio en el clavo al decir en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” que “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como comedia”.
Así estamos…