Para no perder la memoria: la historia no se inicia el 2006

Gonzalo Villegas Vacaflor“Cada día se yergue Bolivia por la primera vez. Por esto su marcha tiene toda la vacilación de un tambaleante ambular infantil y esta misma razón explica el que sus siempre primeros pasos terminen en una lamentable caída”. (Marcelo Quiroga Santa Cruz)En estos últimos años, mucho se ha oído hablar de algo llamado “Recuperación de la Memoria Histórica”. Es importante que por lo menos se tome en cuenta lo sucedido en los últimos cincuenta años, muchos ciudadanos no conocen acontecimientos tan recientes y por la propaganda y publicidad nos quieren hacer creer que el país se inaugura a partir del ascenso al gobierno de Evo Morales y toda la parafernalia creada alrededor, pero todo son ideas vagas. Desde los medios de comunicación se dan noticias sobre actividades y opiniones sesgadas de especialistas en diversas materias que dan una imagen distorsionada del tema. Casi todo se está viendo reducido a reivindicaciones nostálgicas y privadas de familiares y protagonistas de una época que no sólo se ha pretendido olvidar, sino que, en la actualidad, se trata de mostrar como algo histórico que nada tiene que ver con nuestro presente.Hay una frase que, equivocadamente, pretende resumir todo el contenido y el concepto de Memoria Histórica. Nos referimos a “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Para que evoque realmente lo que es la Memoria Histórica, deberíamos matizarla añadiendo que “el pueblo que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo que son otros los que lo hacen por él”. Ese dominio se manifiesta en lo ideológico-cultural, en lo económico y en lo político. El desconocimiento provoca falta de comprensión sobre los procesos históricos que han dado como resultado nuestro presente, generando un profundo déficit democrático que se sustancia día a día en una sociedad despolitizada y poco participativa. Vivimos una democracia de bajo nivel y una de las causas es que está asentada sobre el olvido. Estamos construyendo nuestra historia como pueblo no con nuestro guión, sino con el de los que promovieron (y promueven) el olvido. No somos, realmente, dueños de nuestro presente, porque sólo conocemos nuestro pasado vagamente.Para implementar la democracia en Bolivia han sucedido hechos significativos, tales como la masacre de Catavi en 1942, que es el comienzo de históricas luchas sociales buscando mejorar las condiciones de vida de los obreros, la revolución de 1952, el populismo militar de 1964 a 1971, las dictaduras militares cruentas de la década del septenio banzerista, la histórica huelga de mujeres mineras en 1977 que derrotó a un opresivo régimen militar.Después de 35 años de la masacre de Catavi se habla permanentemente de cuatro valientes mujeres mineras, pero es digno designarlas por sus nombres: Aurora de Lora, Nelly de Paniagua, Angélica de Flores, y Luzmila de Pimentel; valientes y anónimas mujeres excluidas de los textos oficiales de historia, que con seguridad, las que continúan viviendo lo hacen de manera estoica y en el anonimato popular, pero con la satisfacción íntima de haber contribuido a superar un opresivo y represivo régimen militar.La huelga de hambre de estas mujeres mineras, a la que posteriormente se adhirió la célebre y connotada dirigente minera Domitila Barrios de Chungara, y sacerdotes jesuitas como Luis Espinal y Xavier Albó, fue el principio del fin de un prolongado (1971 – 1977) régimen opresivo como fue el de Banzer.La huelga dio lugar al establecimiento de un régimen democrático de la Bolivia de hoy; es un hecho memorable y de gran trascendencia, que debe motivarnos a un profundo respeto a quienes apostaron con su vida por un mejor mañana para nuestra patria.Ésas son las verdaderas lecciones que debemos aprender, un reconocimiento autocrítico profundo a nuestra memoria histórica y vislumbrar nuestro futuro con fortaleza y signos esperanzadores.Otro fatídico acontecimiento sucedió el 17 de julio de 1980, y privó a Bolivia de hombres y mujeres cuya presencia, pensamiento y obra en tiempos actuales son necesarios más que nunca, hombres como Marcelo Quiroga Santa Cruz; pues después de ellos se establecieron en el país muchos presidentes, mandatarios y jefes de Estado pero ninguno de ellos puede llamarse estadista.Con este 17 de de julio de 2012 habrán pasado más de 32 años y el paradero de los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz sigue siendo una incógnita agria. Nadie lo encuentra, porque nadie lo busca. Inmunidad, chantaje, manipulación, entre otras cosas impiden aclarar el hecho, los responsables y las sanciones. Una muestra más del rostro grotesco de la justicia boliviana. Justicia embarrada, que debería volver a la luz -dicen los del gobierno de turno, por decir algo- a través del populismo, las masas y el vicio eterno del poder. Como si la Justicia fuera material, para poder cogerla de un salto. Como si fuera alcanzable. Como si no fuera un horizonte que huye cuando más se acerca uno a él. Y que sirve para eso, -como diría Galeano- para caminar. Como si algún día dejara de ser una Utopía.La dictadura de García Meza y las anteriores victimaron selectivamente a los mejores dirigentes bolivianos, entre ellos los mártires de la Harrington. En 1982 Siles Zuazo, demócrata por esencia, asume el poder, pero para llegar a ese instante centenares de bolivianos ofrendaron sus vidas. La democracia instalada desde ese año, se vio empañada por que a los postulados de esa conquista fueron hechos a un lado y se instauraron modelos económicos que acentuaron mas las distancias entre ricos y pobres, en esa lucha, nuevamente el pueblo anónimo tuvo que enfrentarse al poder instalado; la fisura social se produce en octubre de 2003, el desencanto se transforma en insurrección, la política tradicional se adueñó de la democracia para satisfacer sus intereses y surgió una esperanza permitiendo que Morales gane las elecciones y tome el poder. Y para colmo de males desde la desaparición física de Sergio Almaraz, René Zavaleta Mercado y Marcelo Quiroga Santa Cruz el pensamiento político de Bolivia quedó vacío, pues después de ellos divagamos alrededor de eslóganes y falacias que no logran estructurar un proyecto nacional serio y coherente.Esta resumidísima presentación de algunos hechos recientes; nos recuerda que a partir del 2006 con el ascenso de Morales se efectuaron algunas modificaciones simbólicas y se están repitiendo modelos estatistas fracasados; y que la historia no se inicia ese año además de que sus protagonistas están muy lejos de los hombres y mujeres que si quisieron cambiar Bolivia; porque fueron incapaces de instalar en el colectivo del tejido cotidiano de lo común la reflexión pedagógica que nos evitara, como sociedad, la repetición de circunstancias que, contrariando la aseveración de Marx, no acaecieron en vena de comedia. Reinstalaron el drama más bien, y nos enfrentaron por enésima vez a la tragedia del desencuentro con la posibilidad de hacer un país inclusivo, con lugar para todos bajo el sol; en la realidad y no en la mera virtualidad de los discursos y de la publicidad.