Jimmy Ortiz Saucedo Noticia: Abandonan a guaraníes que ocupan Caraparicito (El Deber 13-08-12).- La guaraní Sara Rojas soñó que la casa señorial iba a ser suya en algún momento remoto. Pero esa última madrugada había sido feliz con aquel sueño que hoy lo recuerda como un dulce presagio, pero que no le alertó que ello también le traería días oscuros.Comentario: Destruir no cuesta nada, construir demora toda una vida. Lo sucedido en la estancia chaqueña Caraparicito, es un patético ejemplo de los resultados de la revolución del odio plurinacional.El odio no construye, es por naturaleza una fuerza destructiva.La toma del predio fue un acto simbólico, de esos que tanto le gustan a los masistas. Recuerdo al entonces implacable viceministro Alejandro Almaraz, vestido como para ir de cacería y echando espuma por la boca, exaltando las virtudes de la revolución chavista del populismo boliviano.Esta toma fue del mismo estilo que la aparatosa «nacionalización» de YPFB, que tanto molesto a Brasil. Donde su Excelencia, nuestro Ejército Nacional y el terrorista George Peter Nava, mostraron su patriotismo y bravura.Tanto teatro en la toma de Caraparicito para luego abandonarla, junto a sus ex aliados los guaraníes, que ya no tienen interés para el neocolonialismo aimara. Hoy son un incómodo estorbo, que ha develado sus verdaderas intenciones.Tanto teatro en tomar YPFB para luego entregarla a la voracidad de la militancia, 500 años sin melea de Santos Ramírez, de Gerson Rojas y de Carlos Villegas. Sin contar los presidentes anteriores echados por evidentes indicios de corrupción y los innumerables escandaletes de menor monta en la estatal petrolera. La revolución del odio es buena solo para destruir, cuando se trata de construir no tienen las más mínimas condiciones. No se necesita ser muy sabio para destruir, es solo agarrar un martillo y «meterle nomas». Sin embargo para construir se necesita sabiduría, amor y perseverancia.La revolución del odio ha destruido la democracia boliviana, que tenía 24 años cuando Morales llegó al poder, transformándola en la dictadura hipócrita que tenemos hoy.Ha destruido el Poder Judicial y la Fiscalía, transformándolos en simples instrumentos de persecución política contra sus adversarios. Generando además a Bolivia, en un país sin seguridad jurídica, no apta para la inversión que genera empleo.La revolución del odio nos ha transformado en La República de la Cocaína, que tanto nos llena de vergüenza en el ámbito internacional y que tiene a Bolivia sumida en una brutal inseguridad ciudadana, con el hijo del Chapo Guzman estudiado pilotaje en nuestro territorio (<-El Deber 14-06-12).No tengo duda que la destrucción continuara, nos dejarán este País en ruinas, no saben hacer otra cosa. Lo único que hacen bien, es plantar coca ilegal, para destruir a nuestra juventud y al vecindario sudamericano.Por eso, para vergüenza nuestra, Brasil tiene militarizada toda la frontera con su incordio del Oeste.