Raphael: «Hace siglos que no canto por dinero»


raphael¿Es un hombre? ¿Es un artista? No, es un mito. Un mito de la música en España.

Es Raphael, una persona capaz de sobreponerse a la enfermedad (fue sometido a un transplante de hígado en 2003) y regresar para acometer proezas como llenar quince veces seguidas un teatro en la Gran Vía de Madrid, y a los pocos meses dar dos recitales en el Teatro de la Zarzuela de casi tres horas. «Y cinco noches en Málaga, y otras cinco en Barcelona, y México… y Rusia…», recuerda Rafael Martos (Linares, 1943). Lo que le faltaba, para rematar esta interminable gira, es enfrentarse al Palacio de los Deportes de Madrid este sábado. La cita es de órdago.

-Por fin se termina esta larga gira. ¿Cómo se encuentra?



-Descansando un poco, porque han sido muchos conciertos desde febrero hasta ahora, y estos tres días los dedico al relax. Ahora puedo descansar hasta abril, que vuelvo a América.

-Buen broche final llenar el Palacio de los Deportes… ¿Se siente mejor en un teatro o en un pabellón deportivo?

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-En el escenario es donde me siento bien, sea donde sea. Antes pensaba que sólo en sitios pequeños, pero ya me he acostumbrado a los grandes y les saco mucho partido.

-¿Y de dónde saca las fuerzas?

-De que soy muy joven… ¡solo tengo nueve años!. Hace nueve años del transplante.

-¿Recordar eso le da energía?

-No es recordarlo, sino que estoy en una etapa de mi vida increíble de fuerza como artista y eso es fundamental. Tengo más ilusión que nunca y me encuentro en la brecha fenomenalmente bien.

-¿Y cuál es el alimento de la ilusión después de tantos años?

-Tengo la inmensa suerte de poder trabajar en lo que me emociona y eso empuja hacia adelante. Me gusta el trabajo que hago, eso es vital.

-¿Hace alguna preparación para sus actuaciones?

-Ninguna. Soy un hombre antiensayos, no me gusta nada ensayar porque soy muy intuitivo. Y por eso nunca es igual un concierto que el siguiente. Improvisar me ayuda para no cansarme de dar conciertos. Y con seis o siete horas de sueño…

-¿Sigue pasando nervios?

-No, nervios, no. Sentido de la responsabildad, sí. Pero últimamente, después del transplante, salgo a disfrutar de mi público. Y así, fuera nervios.

-Dicen que le siguen aficionados de cinco generaciones y que en eso es único en España.

-No me comparo con otros, pero es indudable. Se ve en el patio de butacas. Desde los 20 a los 60 años. Es muy bonito ver que se levantan a aplaudir juntos.

-No me resisto a preguntarle. Estamos en Navidad. ¿Canta «El tamborilero» con ese ro-po-pom-pón en casa?

-No, en mi casa no.

-¿Por qué?

-Qué pesao, ¿no?. Mi familia empezaría: «Ya está otra vez». Tengo muchos amigos que se ponen a cantar en reuniones nuestras y me pregunto: «¿No se cansan?». Yo, al Raphael artista lo dejo aparcado en el escenario. En casa soy Rafael Martos y, cuando me ducho, no canto, por si me ahogo.

-¿Desconecta fácilmente?

-Es sano. Tu familia no tiene por qué soportar todo el día el mito este… o lo que sea. No puede ser, sería muy pesado. Hay que saber discernir tu vida familiar de la pública.

-Para usted ha sido un año estupendo…

-Para mí todos estos años han sido estupendos, desde esa fecha hace nueve años.

-…aunque para mucha gente en España ha sido muy duro…

-Ese tema es complicado para mí también. La crisis nos afecta a todos. Yo he tenido que hacer juegos malabares para no despedir a nadie. Está ahí, los problemas son para todo el mundo.

-¿Qué le pide a 2013?

-Cinco millones de empleos. Y a todos los años siguientes.

-Actúa el sábado, el mismo día del sorteo de Lotería de Navidad. Si le toca, ¿no sale a cantar?

-¡Pero qué dices! Yo no actúo por dinero desde hace muchos siglos. Saldría, aunque, eso sí, mucho más contento. Y eso iba a ser lo primero que dijera en el escenario, que me ha tocado.

Fuente: www.larazon.es


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