El riesgo de transmisión del VIH durante las relaciones anales puede ser 18 veces más alto que durante el coito vaginal, según los resultados de un meta-análisis publicado en línea y en el Periódico Internacional de Epidemiología (International Journal of Epidemiology).
Sobre el tema, investigadores del Colegio Imperial (Imperial College) y la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical (London School of Hygiene and Tropical Medicine) llevó a cabo un estudio para estimar el impacto que tiene el tratamiento contra el VIH respecto al grado de infecciosidad que existe durante las relaciones sexuales de tipo anal. Estimaron que el riesgo de transmisión de un hombre con una carga viral suprimida se puede reducir hasta en 99.9 por ciento.
El coito anal impulsa la epidemia de VIH entre los hombres gays y bisexuales. Un porcentaje sustancial de heterosexuales tienen sexo anal y tienden a usar condones con menor frecuencia que durante el sexo vaginal, lo que puede contribuir a la epidemia del virus entre personas heterosexuales del África subsahariana, entre otros lugares.
Rebecca Baggaley y sus colegas realizaron una revisión sistemática y meta-análisis (un análisis de todas las investigaciones médicas que cumplen con los requisitos predefinidos) sobre el riesgo de transmisión de VIH durante las relaciones anales sin protección. Los mismos autores ya han conducido otras investigaciones sobre el riesgo de transmisión que existe durante el sexo vaginal y el sexo oral.
A pesar de la importancia del tema, sólo 16 estudios fueron calificados suficientemente relevantes para ser incluidos en dicha revisión, mientras que 12 se realizaron con hombres gay y/o bisexuales que frecuentemente tenían relaciones anales. Todas las investigaciones citadas eran realizadas en Europa o Norteamérica.
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Aunque los investigadores buscaron estudios que hubieran sido publicados hasta septiembre de 2008, casi todos los reportes fueron recolectados durante la década de 1980 o a principios de 1990, lo que significa que dichos descubrimientos no reflejan el impacto de la terapia de combinación en la transmisión. En dicho análisis no fue incluido un estudio que se realizó con hombres homosexuales en Australia y que fue publicado en diversos medios hace apenas algunos meses atrás.
Estimado del riesgo de transmisión “por acto”
Cuatro estudios proporcionaron estimaciones respecto al riesgo de transmisión que existe por un sólo acto de coito anal receptivo sin protección. Comparando sus datos, la estimación que en promedio se hace es de 1.4 por ciento (95% de intervalo de confianza –CI-, 0.3 a 3.2).
Dos de esos estudios fueron realizados con hombres homosexuales y dos con heterosexuales; los resultados no variaron dependiendo de la sexualidad.
El estimado para el sexo anal receptivo es casi idéntico que en el estudio australiano publicado recientemente (1.43%, 95% CI, 0.48 a 2.85). Esto es a pesar del hecho de que los datos de éste fueron recogidos después de la introducción generalizada de la terapia de combinación.
La investigación no logró identificar estimaciones sobre el riesgo que corre en cada acto la pareja activa. Sin embargo, dicho estudio australiano sí produjo los siguientes resultados: 0.62% por ciento de los hombres no están circuncidados y el 0.11 por ciento sí lo están.
Baggaley y sus colegas notaron que su estimación para el coito receptivo es considerablemente más alta que las estimaciones que produjeron al respecto durante sus trabajos anteriores. Estudios realizados en las ciudades desarrolladas revelan que el riesgo de transmisión del VIH durante las relaciones vaginales fue estimado en 0.08 por ciento, mientras que el sexo anal receptivo se estimó 18 veces más alto. Para el sexo oral sí existen cifras, pero ellas no superan el 0.04 por ciento.
Estimación del riesgo de transmisión por pareja
Doce estudios proporcionaron estimaciones sobre el riesgo de transmisión que existe durante todo el tiempo en que una persona que vive con VIH se encuentra en una relación con una persona VIH negativa. Los autores señalan que la mayoría de estos estudios no recogen suficiente información sobre factores como la duración de la relación, la frecuencia del sexo sin protección y el uso de preservativos para dar mayor sustentabilidad a los resultados.
Diez de esos estudios fueron realizados con hombres homosexuales únicamente. Para las parejas que tengan sexo sin protección, ya sea receptivo o insertivo, la investigación calcula que el riesgo de transmisión del VIH es de 39 por ciento (95% CI, 22.5 a 57.4).
Para las parejas que sólo tienen coito receptivo sin protección, se estima un porcentaje similar que asciende al 40.4 por ciento (95% CI, 6.0 a 74.9), no así con las parejas que sólo tienen sexo insertivo sin protección, pues en este caso, el porcentaje asciende al 21.7 por ciento (95% CI, 0.2 a 43.3).
Lo anterior, a decir de los autores, sustenta la hipótesis de que el coito insertivo es sustancialmente menos riesgoso que el receptivo.
Los estudios individuales en los que se basan dicha estimaciones solían tener resultados muy diferentes, en parte debido a los diversos diseños de estudio y métodos de análisis. En consecuencia, los intervalos de confianza para estas estimaciones son grandes, por lo que los autores recomiendan que sus cifras sean analizadas con precaución (Un intervalo de confianza del 95 por ciento proporciona un rango de cifras: se cree que el «verdadero» resultado es probable que esté dentro del rango, pero podría ser tan alto o tan bajo como las cifras dadas adicionales).
Por otra parte, los investigadores señalaron que las estimaciones medidas “por acto” no resultan consistentes con las obtenidas “por pareja”. Sus resultados podrían implicar que fueron relativamente pocos casos de relaciones sexuales sin protección durante las relaciones estudiadas.
Los autores creen que una parte de estas discrepancias podrían reflejar variaciones respecto a infecciosidad y susceptibilidad a la infección entre individuos y en el grado de contagio durante la duración de una infección.
El impacto del tratamiento contra el VIH en riesgos de transmisión
Como anteriormente se ha descrito, casi todos los estudios vienen de la “era pre-HAART” (terapia antirretroviral altamente efectiva). Los investigadores, sin embargo, llevan a cabo trabajos de modelado matemático para calcular las reducciones en el riesgo de transmisión en personas con una carga viral suprimida.
Para hacer esto usaron realizaron dos cálculos diferentes sobre la relación entre la carga viral y la transmisión derivados de estudios con heterosexuales en Uganda y Zambia.
El primer cálculo ha sido ampliamente utilizado por otros investigadores. En él, cada logaritmo que incrementa en carga viral incrementa en transmisión 2.45 veces. Si bien esta relación de 2.45 veces se piensa que es precisa para carga viral entre 400 y 10.000 copias por mililitro de sangre, Baggaley y sus colegas creen que sobrestima la transmisión a bajas y altas cargas virales.
El segundo cálculo, más complejo, refleja una transmisión que es extremadamente poco frecuente a bajas cargas virales y bastante constante a altas cargas virales.
Utilizando el primer método, el riesgo de transmisión de VIH durante el coito anal receptivo sin protección es de 0.06 por ciento, que es 96 por ciento menor que sin tratamiento. Sin embargo, utilizando el segundo método, el riesgo de transmisión previsto sería de 0.0011 por ciento, lo cual 99 por ciento menos que sin el tratamiento.
Extrapolando estos datos, los autores calcularon el riesgo de transmisión del VIH en una relación que involucra mil actos de coito anal receptivo sin protección. Utilizando el primer método, el riesgo sería de 45.6 por ciento y, con el segundo, sería de 1.1 por ciento.
Los autores señalan que las predicciones fueron obtenidas utilizando dos conjuntos de suposiciones sobre la carga viral. En el debate sobre el uso del tratamiento antirretroviral para la prevención, comentaron que “el modelo no puede ser un sustituto de la evidencia empírica”.
Por otra parte, en un comentario hecho sobre el artículo, Andrew Grulich e Iryna Zblotska de la Universidad de New South Wales, criticaron la falta de datos sobre la carga viral y la transmisión durante el sexo anal (todos los estudios relacionados con las poblaciones heterosexuales).
Dijeron también que el hecho de que las estimaciones “por acto” son mucho más altas durante el sexo anal que durante el sexo vaginal. “Es un argumento de peso para que no simplemente se extrapolen los datos de poblaciones heterosexuales”.
Baggaley y sus colegas dijeron que sus descubrimientos sugieren que el alto grado de transmisión por coito anal significa que incluso si el tratamiento permite que exista una reducción sustancial en infecciosidad, “la infecciosidad residual podría representar un alto riesgo para las parejas”. Teniendo en cuenta esto, dicen que “los mensajes de prevención deben enfatizar en el alto riesgo asociado con el sexo anal y la importancia del uso del condón”.
Fuente: www.vanguardia.com.mx