Piratería mueve $us 40 millones al año en Bolivia

El cálculo de los ingresos se hace en función a los reportes de cerca de 2.500 comerciantes de películas afiliados a una federación. La cifra podría aumentar porque hay vendedores no afiliados.

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OPINIÓN, Cochabamba



La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia establece en varios de sus artículos los derechos de la población a la cultura, al tiempo que a la propiedad intelectual. Ambos derechos, que aparentemente no entran en contradicción, en la realidad son vulnerados a la vez que ejercidos, en el ámbito del cine.

En un país en el que asistir una vez con la familia a una sala comercial para ver una película puede costar más de la quinta parte del salario mínimo nacional, la piratería ha invadido y anulado el mercado legal de difusión de filmes. Asimismo, ha creado una opción laboral para miles de desempleados y permitido un mayor acceso al séptimo arte. Mientras esto sucede, creadores y empresarios de cine, especialmente los nacionales, ven cómo sus ingresos han decaído dramáticamente en la última década, sin que el Estado haga cumplir ni la Constitución ni las leyes de Derechos de Autor y de Cine, normativas que, por otro lado, han quedado obsoletas ante el avance de las nuevas tecnologías.

Este exahustivo reportaje de periodismo de investigación revela las rutas de la piratería en Bolivia, sus tecnologizados modos de producción, los ingresos que genera y los delitos que conlleva. A la vez, refleja las demandas de los sectores que viven del cine, la movilidad social a partir de la venta ilegal de películas y las posibilidades de solución para esta problemática. Expone también a la nostalgia por los videoclubs, repasa la tenebrosa arista pornográfica de la piratería, y la alianza que con los comerciantes intentan forjar los creadores.

Este trabajo fue realizado por los periodistas Santiago Espinoza Antezana, Leslie Lafuente López, Andrés Laguna Tapia, Gabriela Flores López, Sergio de la Zerda Veizaga y Andrés Rodríguez Rodríguez. Los cinco primeros fueron ganadores del XI Fondo Concursable de Periodismo de Investigación de la Fundación UNIR Bolivia, con cuyo respaldo material se pudo indagar a fondo la temática.

El negocio mueve unos 40 millones de dólares en Bolivia

En el país, los bajos costos de los insumos favorecen el copiado y la venta al por mayor de las películas. Sin embargo, el negocio no llega a ser rentable para todos. Muchos deben buscar otras alternativas de ganancia.

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“Hay más puestos de venta de películas piratas que vendedores de pan”, reniega, no sin cierta sorna, C.M., un joven dedicado, desde hace 11 años, a la descarga, distribución y venta de copias ilegales de materiales audiovisuales. La comparación que ensaya este consumado pirata podría ser lo más parecido a una estadística sobre el alcance social y económico de la piratería de cine en Bolivia. Ya se sabe que la información cuantitativa suele ser en Bolivia un bien muy escaso, más aún cuando se trata de actividades informales e ilegales, como el del comercio ilegal de cine.

En este contexto, no deja de ser valorable el esfuerzo que la distribuidora de cine Yantaría, a la cabeza de Marcelo Cordero, ha desplegado para obtener y reunir información -cualitativa y cuantitativa- sobre el estado del mercado del cine pirata en Bolivia. Un esfuerzo que, entre otros hallazgos, le ha permitido estimar que la piratería de películas genera en Bolivia unos 40 millones de dólares por año.

Esta cifra se desprende del cálculo de los ingresos reportados por los cerca de 2.500 comerciantes afiliados a la Federación de Vendedores de Artículos Callejeros y DVD, una organización que ha llegado a ser registrada por autoridades del Consejo Nacional de Cine (Conacine), afirma Cordero. En este entendido, es una cifra que bien podría aumentar exponencialmente, si se tiene en cuenta la cantidad de vendedores de películas piratas no afiliados al gremio.

RENTABLE

Los datos de Cordero hablan de la vigente rentabilidad del negocio de la piratería de cine en Bolivia. “Producir 1.000 DVD, ya listos para la venta, cuesta en Bolivia unos 100 dólares”, afirma este distribuidor especializado en cine independiente. “Con vender a unos 3 bolivianos cada DVD, ya obtienes 3.000 bolivianos, unas cuatro veces más de lo invertido en la producción”.

Sin embargo, esta aparente rentabilidad no se traduce en un clima de prosperidad para la totalidad de comerciantes de copias ilegales. En rigor, solo los distribuidores más fuertes y los vendedores más estables son capaces de aprovechar efectivamente el margen de ganancia que ofrece el negocio.

A muchos de los comerciantes la venta sólo les da para sobrevivir y mantener activo el negocio, y a otros tantos ni siquiera para eso. Así lo revela el progresivo cambio de rubro que afirman estar experimentando o alistando varios de los piratas consultados para este reportaje.

En esto ha tenido mucho que ver la multiplicación desmedida de puntos de venta de copias ilegales de cintas, que, en el último tiempo, se ha traducido en una depreciación significativa de los productos audiovisuales.

Este contexto explica que la oferta de DVD piratas se haya expandido de sus tradicionales plazas de venta a todo tipo de circuitos, desde puestos ambulantes montados en vehículos hasta tiendas barriales, donde el costo por unidad de DVD puede oscilar entre los 3 y los 10 bolivianos. A esta radical devaluación del DVD se atribuye la creciente penetración del Blu-Ray, un formato de mayor calidad cuyo costo por unidad fluctúa entre los 12 y 20 bolivianos.

CRISIS Y ALTERNATIVAS

Sin dejar de ser rentable, más para unos que otros, la piratería de cine en Bolivia enfrenta actualmente una crisis, por efecto de la masificación de los puntos de venta y del consecuente abaratamiento de las películas. Esta crisis obedece también al abaratamiento de los insumos (el DVD en blanco cuesta 1,10 bolivianos por unidad) y a la popularización de nuevas tecnologías, como el Blu-Ray. Se trata de una crisis que podría agravarse una vez que el servicio de internet sea más accesible y de mejor calidad en el país y, con ello, facilite a los usuarios la descarga independiente de películas. Y que podría complejizarse aún más en el momento en que se produzca el apagón digital en Bolivia y se reduzca la demanda de filmes en formato físico (discos).

La toma de conciencia de esta crisis está llevando a varios piratas a buscar estrategias de adaptación y sobrevivencia. Es el caso de C.M., que se ha especializado en la descarga y venta independiente de cine de autor, un mercado en el que, aun registrando en demanda menor que con el cine comercial, tiene escasa competencia.

También es el caso de los piratas agremiados en La Paz, que han apostado a financiar -con entre 10 mil y 50 mil bolivianos- algunas producciones audiovisuales locales de corte artesanal, para las que han encontrado un interesante mercado. Una alternativa que, dicho sea de paso, les permite actuar legalmente, en cuanto productores de las cintas.

Los piratas también “hacen cancha”

Es “día de feria”, como todos los miércoles y sábados. Comerciantes, amas de casa y gran parte de la población salen de sus casas para abastecerse de productos. Los comerciantes del cine y audiovisual no son la excepción.

Se puede recorrer la calle Esteban Arze, desde la Ayacucho hasta la Tarata, y encontrar una amplia cantidad de negocios que se dedica a la venta de DVD y Blu-Ray en blanco. Estos soportes de almacenamiento de datos son los insumos principales empleados para grabar y vender películas.

Cincuenta unidades de DVD tiene un costo de 65 bolivianos. El precio por unidad del Blu-Ray “normal” es de 7 bolivianos, que en realidad es el DVD doble capa y se vende “con engaños”, según informa A.V., cliente asiduo de la zona.

El Blu-Ray “verdadero” serigrafiado (que permite imprimir los artes de las películas) tiene un costo de 9 bolivianos por unidad. Uno de marca genérica cuesta 8 bolivianos.

El tubo que contiene 50 unidades de Blu-Ray original de la “mejor marca” cuesta 400 bolivianos; en marcas de “menor calidad” el precio asciende a 280.

Según A.V., los precios de DVD y Blu-Ray tienen una notable diferencia de precio en La Paz.

IMPRESIÓN

Otra de las herramientas de uso regular para los piratas es la impresora empleada en la serigrafía de los artes de los discos y las tapas de las cajas de las películas.

F.A., que tiene un pequeño negocio de impresión para los comerciantes de películas, cobra 2 bolivianos por tapa cuando el trabajo es arriba de diez impresiones. Por unidad cobra 5 bolivianos.

Una impresora Epson 750, diseñada para serigrafiar y con un sistema de recarga continua, oscila entre 280 a 320 dólares. Según A.V. es una de las mejores del mercado, lo que explica su alto precio.

“Tranquilamente, (la 750) te saca de 3.000 a 5.000 copias antes de llegar al fin de su periodo de vida útil”, precisa A.V.

PENSANDO EN EL PUESTO

Si se tiene un puesto de comercialización de películas, es necesario tener una pequeña televisión con su reproductor de DVD o Blu-Ray.

Un reproductor de DVD de la marca Philips cuesta 40 dólares. Uno de la marca Sony está a 45 dólares. El reproductor Blu-Ray, dependiendo la marca y si dispone del sistema 3D , puede costar desde 115 hasta 150 dólares.

“En la mayoría de puestos verás reproductores de la marca Philips. Aguantan más y te leen todo”, finaliza A.V.