Socialismo extractivista

Gonzalo Chávez A.

gonzalo-chavez En 2013, la tasa de crecimiento económico en Bolivia será cercana al 6%. Trompetas y pututus en do mayor ya anuncian otro logro único del proceso de cambio. Pero, como vilipendiado opinador, me gustaría aplicar un test para evaluar la calidad y sostenibilidad de la tasa de crecimiento en cuestión. La metodología que aplicaré proviene del trabajo The past, present and future of Economic Growth de Dani Rodrik, uno de mis gurús económicos.

Según Rodrik, dos dinámicas conducen al crecimiento de largo plazo. La primera es el desarrollo de capacidades fundamentales en forma de capital humano y calidad institucional. Estas capacidades tienen elevados costos de implementación y muchas de ellas son complementarias. Por ejemplo, la garantía de derechos de propiedad, sean éstos privados, públicos o colectivos, requieren de un poder judicial independiente y profesionalizado. Un sistema de salud eficiente y efectivo se basa en una adecuada oferta de médicos y enfermeras. Una cadena industrial competitiva requiere de una adecuada red de proveedores de insumos y una variedad de ingenieros especializados provenientes de universidades de calidad. En suma, las capacidades fundamentales tienen un carácter multidimensional y complementaria.



La segunda dinámica, para Rodrik, tiene que ver con transformaciones estructurales, es decir con el nacimiento o transformación de nuevas industrias de mayor productividad y tal vez lo más importante, con el desafío de que la mano de obra de los sectores tradicionales (sector agrícola, servicios e informal de baja productividad, por ejemplo) pase a las actividades modernas. Salvo en los casos de bonanzas vinculadas a recursos naturales, un crecimiento elevado está vinculado a una industrialización particular o cierta diferenciación productiva.

Las políticas públicas para acumular capacidades fundamentales y promover cambios estructurales pueden complementarse pero son diferentes. Con este marco de referencia en mente coloquemos la siguiente matriz de pagos que sintetiza los padrones de crecimiento vinculados a las dos dinámicas señaladas. ¿En qué cuadrante del gráfico se encontraría la economía boliviana de los últimos años?

Hipotéticamente sostengo que el crecimiento boliviano se encuentra en una disyuntiva/transición entre el cuadrante 2 y 3 con potencial de caminar hacia el cuadro 4. Como es conocido, el producto nacional creció, entre 2006 y 2012, a un promedio anual de 4,7%, en gran medida como resultado de la bonanza externa que se originó en el incremento de los precios de las materias y en el aumento tanto del gasto/inversión pública como del consumo interno, fenómeno que también se alimentó de los mayores ingresos prevenientes, directa e indirectamente, del exterior. El grueso de los ingresos fiscales con el que se financia la política fiscal expansiva del Gobierno proviene de los impuestos a las exportaciones de gas natural. Por lo tanto, el crecimiento económico de este periodo no se sustenta en ningún proceso de industrialización fuera de los recursos naturales y no produjo cambios significativos en la productividad de los factores de producción.

Entre tanto, cabe reconocer que desde el año 2006 se están impulsando inversiones importantes en nuevas instituciones, reglas de juego traducidas en el cambio de la Constitución Política del Estado y nuevas leyes. También hay acciones que buscan mejorar la situación social, sin embargo este intento de desarrollo de capacidades es desarticulado y tiene bajos niveles de complementariedad entre las políticas públicas adoptadas. Responden más a un vaivén de la política que a una estrategia coordinada.

El crecimiento económico del periodo del presidente Morales se lo puede caracterizar como episódico en el marco teórico propuesto por Rodrik, pero que fácilmente puede volver al cuadrante 3, cuando pase el veranillo externo.

Entre tanto, también tiene el potencial de caminar hacia el cuadrante de crecimiento rápido y sostenible. Para ello, los recursos de la bonanza externa deberían estar encaminados a crear nuevas industrias y diversificar el aparato productivo. Esto último no está ocurriendo y por el momento lo que tenemos es un híbrido discursivo que lo podríamos denominar socialismo extractivista, categoría que la analizaremos más en profundidad en una próxima entrega.

Página Siete – La Paz