El Paraguay que viene

Manfredo Kempff Suárezmanfredo-kempff-21Probablemente nuestro vecino consolide una posición respetable en Sudamérica, que, permanentemente, le fue negada por sus vecinos y por su desorden interno. Contra viento y marea esa República tuvo que enfrentar desastres y hecatombes, traducidas en guerras sangrientas, primero contra la Triple Alianza conformada por Argentina, Brasil y Uruguay, que diezmó su población masculina, y luego, 60 años después, contra nosotros, con Bolivia, disputándonos el Chaco.No obstante las prolongadas dictaduras, de Francia, los López, Stroessner, y los golpes de estado sucedidos, Paraguay se ha caracterizado por un espíritu valeroso y patriótico frente a la adversidad. Eso ha hecho posible que la nación guaraní no hubiera terminado siendo una provincia de alguno de sus vecinos y que, por el contrario, muestre ahora una nueva cara, renovada y decidida, para asumir los nuevos retos que se le exigen.El jueves pasado se posesionó, tras vencer en unas elecciones limpias, el nuevo presidente paraguayo, Horacio Cartes, luego de más de un año de destituido, después de un juicio político, el prolífico ex sacerdote Fernando Lugo. A Lugo se lo destituyó con medidas constitucionales que no gustaron a sus socios del MERCOSUR, ni le agradó tampoco a Hugo Chávez, por lo que el presidente boliviano no podía quedarse atrás. Se armó una verdadera conspiración de demócratas disfrazados, devotos del Foro de San Pablo, donde, lamentablemente, participaron también algunos mandatarios que, se pensaba, tenían mejor criterio y mayor decencia que sus colegas populistas.La primera medida que se adoptó contra el nuevo gobierno de Federico Franco, que sustituyó a Lugo, fue suspender a Paraguay como miembro de MERCOSUR, algo abusivo e incalificable. Un atropello y un agravio a la soberanía paraguaya. Una nueva Triple Alianza, esta vez diplomática, se coaligó para ahogar a Paraguay. Está demás sospechar que la maniobra se armó con el beneplácito de Caracas, ya que simultáneamente con la exclusión, se admitió a Venezuela como miembro pleno del organismo, a lo que Paraguay se oponía. Y la trastada no quedó ahí, sino que los paraguayos fueron separados de UNASUR, instrumento venal, en el que se conjuraron populismos, izquierdas y derechas.Que Venezuela, Ecuador o Surinam suspendan o hasta rompan sus relaciones con Paraguay no tiene la importancia de que lo haga Bolivia. Nosotros somos vecinos de los guaraníes con una extensa frontera donde están sepultadas las osamentas de millares de combatientes de ambas naciones. Bolivianos y paraguayos estamos destinados a entendernos – además a querernos como hermanos – siempre que no se imponga la miopía de como quienes en 1932 nos llevaron a “la guerra estúpida” que calificara Augusto Céspedes o la guerra “sin odios” que proclamara Roberto Prudencio.S.E., empedernido viajero que no se pierde ni una inauguración de grifos de agua, no ha ido a Asunción. Al parecer el hecho de que Maduro no estuviera invitado a la transmisión del mando, le afectó, lo ofendió. Por solidaridad con aquel estadista que vive entre pajaritos, S.E. nos está provocando un nuevo daño en nuestra política internacional. Esta vapuleada diplomacia, que no acierta una, mete la pata otra vez. Pero eso ya se ha hecho costumbre y no vale la pena reclamar por algo que está irremediablemente a la deriva.En todo caso, para que S.E. no ningunee a los “pilas”, habrá que recordarle que, además de vecinos, no son tan miserables como nosotros. Tienen muchísima más soya que la que producimos, exportan más carne que la Argentina, son primeros en el mundo en energía con sus represas de Itaipú y Yacyretá, pero, asimismo, lo que tanto nos cuesta, son gente amable y alegre que recibe muchísimo más turismo que Bolivia. Por si acaso, para que se enteren los “superluchitos” del MAS, Paraguay tiene previsto para este año un crecimiento superior al 12%, es decir el doble de lo que alardeamos crecer los bolivianos.