Evo rinde cuentas a la nación

Daniel A. Pasquier Riverodaniel2.pasquierSaramago José (Nobel de Literatura 1998) no está entre mis favoritos, por su tono pesimista y lastimero, explicable posiblemente en su ateísmo militante. Pero concuerdo con él cuando analizando tantas situaciones en el mundo, dice “¿De qué crisis hablan? Es mentira que haya una crisis económica, lo que estamos viviendo es una crisis moral”. La relación fue inmediata al escuchar el discurso anual del Presidente ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, una de las pocas formalidades constitucionales ligadas a su investidura (Art. 172, CPE) que D. Evo todavía cumple, no diría, respeta.Con la Constitución, le mete nomás. Debería ser “el informe escrito”, “acompañado de las memorias ministeriales”, total, la ATT obliga a los medios a hacer cadena en su retrasmisión directa. El Vice armó un lío distinguiendo entre indígenas étnicamente originarios e indígenas solo culturales; dijo, “mestizos” somos todos, ¡vaya, aparecimos, gran descubrimiento!, después de siete años de cantaleta racista puritana. A los indígenas, ya se los mira con otros ojos. Fueron el orgullo, la razón que justificaba la revolución. Ahora, estorban. A Evo, ¿le gustó tan complicada disgregación? Terminó achacándole el discurso a la esposa del Vice. A veces da la impresión de que le reprocha todavía el haberse casado. Le cuesta referirse a la oposición, la sonrisa se convierte en “rictus”, pela los dientes, muy blancos, por cierto. La pipa de la concordia y la paz para los bolivianos, está pendiente. La sonrisa no miente. No está preocupado de las elecciones, sino de las próximas generaciones. Párrafo acertado, pero, prestado. La segunda gestión continúa la tónica de la primera: improvisación, el proyecto político por encima de todo, y corrupción, demasiada. Él se encargó de recordarlo, y van casi ocho años. Los escribanos del presidente deberían advertirle, si una frase no es original, citar al autor: James Freeman Clarke, un asesor del capitalista presidente Grover Cleveland. La frase tiene que ver con el esfuerzo de los comunicadores del gobierno por proyector la imagen de estadista del neoEvo “A politician think of the next election. A statesman, of the next generation”. Sabia frase, si los actores no transcurrieran por otros senderos.Los números, la peor parte. Sería mucho más fácil para la audiencia y para el presidente, ya que no se puede de otra manera cumplir el mandato constitucional, prepararle comparaciones simples, se incrementó el 30 %, el doble, hemos mejorado, etc. porque se complica, y cuando empieza con las cifras recuerda al General Pinochet, le pasaba lo mismo, aunque era aficionado a coleccionar libros que aparentemente no leía. El Estado evidente de Evo es el de aviones Falcon de 40 millones de dólares, o como se ha propuesto, un jet de lujo para cada ministro (para estar a nivel de Kuwait, Dubai y países árabes, más que de Suiza o Finlandia). Decir “no estamos conforme con los índices de pobreza”, no es suficiente. El desempleo, sin mencionar el 73 % informal, claro que es bajísimo, ya querrían los países industrializados, el G 20 va a copiar la fórmula: desempleo formal, sin cobertura social en salud ni educación, jubilaciones en veremos y solo para el 20% aproximadamente, sin luz, sin agua, etc., y así las arcas del Estado estarán llenas y todos felices. El relato parece broma, pero no lo es. Así lo contó el presidente. Le mienten al presidente. Las cifras no cuadran. Ni siquiera en el de población, el más sencillo. Errores, como los ha reconocido Evo, no es adelantar resultados (la vanidad de la primicia, como esa de inaugurar la planta en Río Grande tres meses antes de que funcione) sino el falsear las cifras oficiales. No hay que irse al Chaco para comprobar que no hay agua; no hay que irse al Altiplano para descubrir la ausencia de luz; no hay que pasearse por los campos para ver la falta de vivienda (salvo que a un horno de paja donde viven animales junto a seres humanos se le llame vivienda).Así fueron las referencias a la ciencia, a la investigación, a la formación de científicos, sin las cuales es inútil hablar de independencia, liberaciones, etc. Porque lo de menos es que las Fuerzas Armadas ahora no dependan de la embajada de EEUU, total, dependen de otras embajadas, Venezuela o Cuba, donde se consideran primero gran parte de las decisiones en el Estado Plurinacional, o de las inversiones, como en el caso del Programa Bolivia cambia, Evo cumple. Presidente, su gobierno ha recibido ingresos como nunca en la historia de Bolivia, eso sí que es “histórico” como tanto gusta a los labios oficialistas. Lo asombroso es que eso no se refleja en las condiciones de vida de los bolivianos: seguimos dependiendo de la extracción de minerales y gas, bienes finitos, no sustentables, sujetos a los vaivenes de los mercados que no controlamos. Lo advirtió un boliviano al que conoce y, espero, respeta, Enrique García, presidente de la CAF: “hay vida más allá de la macroeconomía”, que “es una condición fundamental para el desarrollo, pero no basta”. El ahorro, la inversión, el crecimiento en relación al PIB lo demuestra, no cuente el número de canchitas de pasto sintético, eso servirá para que lo aclamen y quizás hasta para que lo voten el 2014, pero no resuelve los problemas estructurales del país, falto de inversión productiva. El tiempo de bonanza se lo está dilapidando, y hay señales de que se acaba. En economía no hay trucos, y menos, permanentes. A los éxitos, las remesas, el narcotráfico, ¿no influyen? Faltó otro discurso, con menos dogmas, menos fantasía. Karl Marx renegaba en 1877, “A todo trance quieren convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en Europa occidental en una teoría filosófico-histórica”, y añadía, “Como yo no he construido jamás un ´sistema socialista` tratase evidentemente de una fantasía”. Entonces, es lógico, sobre esos presupuestos teóricos no se pueden construir realidades.